Al leer la prensa estatal, a los informados columnistas, a los anónimos editorialistas, a los sesudos articulistas y hasta a los gentiles reporteros (y aclaro que en ellos englobo, de acuerdo con la regla gramatical, a las columnistas, las editorialistas, las articulistas y las reporteras, para que no se me enojen las feministas)… decía que al leer la prensa estatal, se puede observar sin hacer mucho esfuerzo de síntesis que una de las más recurrentes críticas a las campañas políticas que deambulan por todo el Estado de Veracruz, es la falta de proyecto que padecen los candidatos de todos los partidos.

Se quejan los colegas (y las colegas) de que los abanderados para las diputaciones federales recorren las calles de su distrito y sólo llevan promesas, muchas veces sobre asuntos que no les competen y en otro caso sobre problemas que saben que no tendrán solución.

La crítica es cierta y tiene su razón, pero generalizar siempre es malo para la objetividad, la imparcialidad y la justicia.

Primero tendríamos que precisar a qué se refiere el término “proyecto”, al que aluden tanto y tantos en estos días de crítica a mansalva contra unos y contra otros, de entre los que quieren llegar a una curul en el Congreso de la Unión a partir del próximo 1º de septiembre de 2015, cuando dé inicio la LXIII Legislatura federal.

La querida Real Academia Española de la Lengua dice en su diccionario que “proyecto” viene del “lat. proiectus”, y ofrece cinco alternativas de interpretación. Me quedo con la tercera y la quinta, que nos pueden servir para los fines de esta reflexión. “3. m. Designio o pensamiento de ejecutar algo” y “5. m. Primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como prueba antes de darle la forma definitiva.” (“lat.” quiere decir “latín” y “m.” se refiere al género: “masculino”).

Umm, veamos, ¿entonces los candidatos en Veracruz no han hablado de algún “designio o pensamiento de ejecutar algo”? ¿Y menos han mostrado a sus posibles y/o probables electores un primer “esquema o plan de cualquier trabajo”?

Yo creo que sí. Como el optimista irredento que siempre he sido, quiero creer que los candidatos de todos los partidos están pensando en lo que harán, en caso de que lleguen a la diputación anhelada. Y ese qué harán no tiene que ver solamente con los sueldos y las dietas que cobrarán, ni con las jugosas prestaciones adicionales que podrían obtener, si se propusieran vender su voluntad al mejor postor.

Quiero creer que muchos candidatos han empezado a creérsela, y que se han contagiado de los problemas y las carencias de la gente, ahora que han tenido que hacer campañas de a pie y cercanas con el pueblo; ahora que han visto cómo se sufre cuando no hay para la comida y los satisfactores inmediatos de la esposa y los hijos (o de los hijos, en el caso de tantas y tantas madres jefas de familia).

No faltará quien lo dude, pero es probable que algunos candidatos ya estén fraguando su proyecto de trabajar por los que menos tienen –yo al menos sé de un caso-.

Y eso será bueno…

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