La miseria me impidió creer
que todo estaba bien bajo el
sol y la historia; el sol me enseñó
que la historia no lo es todo
(Albert Camus)

Nació en una comunidad cubana de cuyo nombre no puedo acordarme. Un asentamiento anodino que tuvo una iglesia bella pero una remodelación se encargó de uniformarla con la estética ordinaria en la que estaba inserta. Pero era una comunidad enclavada en un entorno paradisíaco entre prolíficas selvas y ríos de cristal (muchos años después, fusilado por la feracidad de la selva chiapaneca, habría de recordar aquellos parajes remotos en los que su padre lo llevó a conocer el cielo).

María Félix y Pedro Armendáriz (Enamorada, 1946)
María Félix y Pedro Armendáriz (Enamorada, 1946)

Más allá de los de texto, en aquel ignoto lugar no había libros y los periódicos que llegaban tenían un destino noble pero distinto a aquel para el que fueron creados, llevar información, su misión era más aséptica, debían subsanar la carencia de papel higiénico. Su formación fue cinéfila, fue testigo presencial de la «Época de Oro» del cine mexicano mas jamás encontró el brillo entre los melodramas baratos y las insufribles actuaciones de Armendáriz, María Félix y toda esa generación que dispersó por el mundo una imagen bravucona y alcohólica de los habitantes sureños del Río Bravo. El hijo de Pedro Armendáriz sí era muy buen actor, me dijo, y el éxito de Tin Tán se debe a que no era cómico sino actor, y muy bueno, y sus películas también lo son. Conoció la actuación mayúscula cuando vio a los actores de El Método (la escuela de Lee Strasberg); me habló con entusiasmo de Marlon Brando y otro actor cuyo nombre también escapa de mi memoria que, a su juicio, era mejor que Brando aunque fue menos famoso.

Marlon Brando
Marlon Brando

Su encuentro con las letras sucedió en las bibliotecas públicas de Miami y Nueva York, donde conoció el paraíso del que habla Borges y tal hallazgo lo condujo a reclusiones prolongadas en su casa en las que, acompañado de su botella de brandy, fue devorando volumen tras volumen. También en los Estados Unidos conoció el teatro en sus diversas formas, desde el clásico al musical pasando por la multiplicidad de rostros que ese universo adopta. Estudió El Método y otras escuelas y fue formándose de la única manera posible; entre telones, bambalinas, escenarios, leekos, proscenios, fresneles y, sobre todo, butacas ocupadas. Si hay un espectador y un actor, hay teatro pero si no hay público, aunque haya cien actores en el escenario el teatro no puede suceder, también me dijo. Hasta aquí llega mi memoria de una conversación de casi dos que sostuve con Enrique Cancio quien, además de hombre de teatro, es poeta. En este punto debo publicar una disculpa; siempre, nos guste o no, hay una primera vez para las cosas buenas y las malas, para las situaciones dichosas y las vergonzantes y así, por primera y espero que única ocasión, al despedirnos tras más de un ciento de minutos de plática profusa, descubrí que no había encendido la grabadora, me disculpo ante él y ante ustedes.

Lee Strasberg
Lee Strasberg

A lo narrado arriba debo agregar que Cancio fue un actor destacado en varias compañías newyorkinas como la Hispano American Theater, Theater of Americas en Lincon Center, International Arts Relations, Inc. (INTAR), Teatro de Orilla y en numerosos montajes de Broadway. Fue Director de Recreación de los Homeless de Nueva York en programas deportivos y artísticos como talleres de teatro y de poesía; dirigió también publicaciones literarias. En México también ha tenido una actividad intensa: fue director de los talleres de teatro de la Universidad Autónoma de Guerrero, maestro y traductor en el Distrito Federal, ciudad en la que ingresó al Centro de Estudios de la Televisión Educativa (CETE) del que se graduó como locutor y comentarista clase A.
El MalentendidoEn Nueva York conoció a Estela Lucio (con quien platicamos hace unas semanas) en los años setenta y desde entonces han tenido un fructífero ayuntamiento espiritual que, tras un largo recorrido por este país, ha enraizado en Xalapa donde fundaron la compañía Producciones Cañandonga, un proyecto de danza y teatro integrado no por actores profesionales sino por talentos anónimos que descubren y forman al calor de los montajes.
Dirige por teléfono, me dijo Estela. Enrique vive mayoritariamente en Nueva York, viene por unos días, hace el montaje y ella se queda dándole vida, calidad de movimiento y organicidad a los trazos y bocetos que dejó su esposo y así, entre cercanías y distancias, han logrado un repertorio de once montajes:

Estado de Sitio_Cartel

  • Ema Zunz, teatralización con danza y poesía del cuento de Jorge Luis Borges
  • La muerte del Ñeque, del escritor cubano José Triana
  • La luz del cocuyo verde, obra de Enrique Cancio sobre personajes de La Tempestad, de Willam Shakespeare, dirigida a niños de corazón
  • Los Chaneques y el jaguar, de Estela Lucio, encuentro lúdico en las selvas veracruzanas acompañado de música en vivo con instrumentos prehispánicos
  • La Otra, de Héctor Campos, una obra sobre la violencia de género que no sucumbe a los gritos destemplados del panfleto
  • El Malentendido, de Albert Camus
  • Aleta de tiburón, dramatización de Enrique Cancio del cuento Aletas de tiburón, del escritor cubano Enrique Serpa
    Historia del zoológico, de Edward Albee
  • Danzas de Niebla, danza-teatro de Estela Lucio
  • Un brindis por ti, poesía en movimiento sobre textos de Nicanor Parra
  • Estado de Sitio, de Albert Camus

Estado de SitioY precisamente esta última, Estado de Sitio, será puesta en escena mañana, viernes 10, y el sábado 11 en el espacio de otro terco del teatro, Miguel Ángel Pimentel quien desde hace muchos años se ha dedicado a andar inventando espacios escénicos donde hubo casas, bodegas o traspatios para sembrar su proyecto Caramba Teatro. El espacio actual se encuentra ubicado en la Privada 18 de Marzo 39, Colonia Burócrata (entrando por la Avenida Miguel Alemán a la altura del Agua Potable). Ahí se harán estas presentaciones, ambos días a las 9:00 de la noche. La cooperación será de 70 pesos.

Enrique Cancio y Estela Lucio con la compañía Producciones Cañandonga
Enrique Cancio y Estela Lucio con la compañía Producciones Cañandonga

Aunque Estado de Sitio nos es muy distante en el tiempo y el espacio, fue escrita en 1948 y está ubicada en Cadiz, la visión de esta puesta en escena la aproxima a nuestra realidad actual. La peste es el crimen organizado, el gobierno corrupto y todas las complicidades perversas que nos tienen sitiados. La versión se cierra con el texto Estamos hasta la madre, del poeta Javier Sicilia.
Otra de las cosas que conmovió a Enrique Cancio en sus andanzas newyorkinas fue el Bread and Puppet Theatre, un teatro en el que se reparte pan entre los asistentes. El pan, me dijo, es un símbolo, es como la hostia porque ellos conciben el hecho teatral como una comunión. Asistamos a las funciones de este fin de semana y comulguemos con Estela, con Enrique, con todo el cuerpo actoral, con el autor y con nosotros mismos.
El mundo es bello, escribió Camus, y fuera de él no hay salvación.

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