Como jefe político y líder nato del priismo veracruzano, el gobernador Javier Duarte de Ochoa ha dejado en claro que constitucionalmente ha hecho y seguirá haciendo todo lo que le permita la ley para asegurar que en la sucesión estatal de 2016 lo releve un correligionario en el gobierno de la entidad.
El pasado jueves 12, en un desayuno privado en casa de don Carlos Brito Gómez, el mandatario estatal, ante media docena de columnistas y un reducido grupo de políticos cercanos al senador Pepe Yunes Zorrilla –el cual marcó un distanciamiento desde diciembre pasado con el jefe del Ejecutivo del estado a partir de que éste envió al Congreso local una iniciativa de reforma política-electoral para elegir el año próximo, por única ocasión, a un gobernador para un mandato bianual con el propósito de homologar en 2018 la siguiente sucesión gubernamental con la elección de Presidente de la República–, expresó que “soy un demócrata, creo en la alternancia, pero que le pase a otro pendejo”, pues explicó que la única manera de evitar una potencial alianza de toda la oposición, que sería una especie de “kriptonita” para el PRI, era empatar ambas elecciones porque tanto el PAN como el PRD y demás partidos de la izquierda van a ir con candidato presidencial diferente, lo que por ende anularía la posibilidad de un bloque opositor local.
Duarte reveló además que esta misma explicación fue la que convenció al presidente Enrique Peña Nieto para apoyar su iniciativa de reforma, pues también comprendió que era una mera cuestión de sobrevivencia política para el priismo veracruzano.
Sin embargo, si bien trató de ser convincente de que su principal objetivo es impedir que la oposición asuma por primera vez el gobierno de la entidad en 2016, Duarte de Ochoa sabe que igualmente debe convencer al senador Yunes Zorrilla y a sus seguidores de que también tiene la voluntad de facilitar la otra alternancia al interior del PRI, o sea, entre los grupos que aspiran a la gubernatura y que son ajenos al suyo y al del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán que desde 2004 mantienen el poder.
Por ello es que en tono vehemente, el mandatario estatal exclamó: “¡Señores, se los vuelvo a repetir: mi reforma no tiene nombre ni apellido de ningún candidato del gobierno. Se los digo hoy 12 de marzo de 2015: mi candidato como persona y militante veracruzano va a ser el del PRI, que tiene que ganar”.
Duarte insistió en que quien piense que su reforma lleva dedicatoria está equivocado. “Y se lo he dicho de cara a cada uno de ellos”, dijo fijando su mirada hacia sus ex secretarios de Gobierno y de Educación, Erick Lagos Hernández y Adolfo Mota Hernández, ahora postulados a la diputación federal por los distritos de Acayucan y Xalapa Rural, respectivamente: “Se los he dicho, no se hagan ilusiones, y a (Jorge) Carvallo también que ya andaba inquieto. No tiene dedicatoria mi reforma”, reiteró.
“No es para poner a alguien mío, sino para que quede un priista. Por mi disciplina, amor y militancia priista, el candidato del PRI al Gobierno de Veracruz va a ser el que esté mejor posicionado”, remarcó.
Y al referirse al senador Pepe Yunes, dijo generoso: “Es un amigo al que quiero mucho. Lo quiero dejar claro: lo estimo mucho, no de ahora sino desde hace muchos años. Desde que llegué a Veracruz como colaborador de la campaña de Fidel Herrera conocí a Pepe y a partir de ese momento hicimos una amistad que ha trascendido al tiempo”. Recordó que como titular de la Sefiplan del gobierno del estado apoyó en 2006 su primera candidatura al Senado de la República y que siempre ha estado cerca de él. “Desde mi humilde trinchera lo impulsé para que fuera presidente del partido y no falté a ninguno de los Consejos Políticos cuando él fue presidente. Ahí estuve siempre. Fue mi coordinador de campaña. Fue mi candidato a senador de la República y una vez que ganamos el Senado fue mi propuesta para que presidiera la Comisión de Hacienda y Crédito Público que ya estaba dada a David Penchyna”, también legislador priista.
“Le reconozco talento, capacidad, sensibilidad. Es un caballero de la política”, dijo del peroteño. “Podemos estar en desacuerdo en algunos temas, pero lo fundamental es que nos unen más los temas que hacen grande a Veracruz. Estoy seguro que estas desavenencias que hemos tenido las vamos a poder superar. Con Pepe tengo una extraordinaria relación. Tenemos muy buena relación que no necesito de ningún interlocutor para poder hablar con él, para buscarlo, platicar, dialogar y resolver las desavenencias que pudieran existir”.
¿Cuándo buscará directamente a Pepe Yunes, sin intermediarios? No lo dijo, pero habrá de hacerlo, pues de lo contrario su reforma y el propósito expreso de anular que la oposición gane la gubernatura, podría ser inútil.
Por eso sobre el desaire de Yunes Zorrilla en el pasado consejo extraordinario del PRI, se sinceró: “La parte que más me duele es cuando viene de un amigo al que quiero, no cuando viene de un cabrón que no te quiere”. Y tras presumir que mantiene a su partido muy unido, expresó: “No me puedo enojar porque mi proyecto va más allá. Tengo que ser tolerante, paciente, porque queremos la unidad, soy el factor de unidad. En ese sentido no puedo darme el lujo de encabronarme y mentarle la madre al que me dice tal o cual cosa”.
Con el otro senador y también fuerte aspirante del PRI a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, ya dialogó y parece haberlo convencido. ¿Logrará disipar también el hondo escepticismo de Pepe Yunes? Tal vez lo consiga si se aplica tal como se sugiere bailar La Bamba: con “una poca de gracia y otra cosita…”