Como si no tuviera con los propios problemas generados por las reformas constitucionales, los conflictos de interés en que han incurrido sus colaboradores, su familia y él mismo, las dificultades reiteradas para decir sus discursos y los graves aprietos económicos que le han significado las adversas condiciones internacionales, el presidente Enrique Peña Nieto ha debido cargar con los puntos más álgidos de la agenda nacional, aunque no le corresponda arreglarlos al gobierno federal.

A la crítica contundente hecha este martes por el senador priista José Yunes Zorrilla durante el programa Polaca a la Veracruzana (de los portales informativos Versiones y Formato Siete) sobre la forma en que los gobernadores, particularmente priistas como Javier Duarte de Ochoa, han abandonado a su suerte al Presidente de la República, este miércoles en Durango, durante la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), el propio Peña abonó en el tema acusando a muchos gobernadores de nadar de muertito.

En efecto, a Peña Nieto lo han agarrado de su puerquito todos los virreyes del PRI, el PAN y el PRD.

Baste recordar los conflictos y hechos sangrientos solapados e, incluso, auspiciados por quien fuera gobernador perredista de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, que tienen en salmuera al Presidente y su gobierno por la desaparición de los 43 normalistas; las violentas movilizaciones magisteriales en Oaxaca, Michoacán y Guerrero, desatendidas por sus gobiernos estatales y corregidas, unas veces con cañonazos de dinero y otras con violentos desalojos, por el gobierno federal.

También, el envenenamiento de ríos en Sonora por el Grupo Minero México, desatendido por el gobernador panista Guillermo Padrés Elías, ansioso por encubrir a la empresa; la violencia generalizada y el incremento desmedido de delitos del orden común, como el secuestro, en Tamaulipas, Tabasco y Veracruz; la generación de conflictos sociales derivados del autoritarismo y el proyecto rumbo a la candidatura presidencial panista del gobernador poblano Rafael Moreno Valle Rosas.

Por si fuera poco, la actitud grotesca del gobernador perredista Graco Ramírez para enfrentar los crecientes índices delictivos en el estado de Morelos; la enorme proclividad al sobreendeudamiento de las finanzas por parte de los gobernadores priistas de Chihuahua (César Duarte), Coahuila (Rubén Moreira), Nuevo León (Rodrigo Medina), Durango (Jorge Herrera) y Veracruz (Javier Duarte), entre otros, sin que ello signifique absolutamente ningún avance en términos de inversión pública.

Lo que les dijo Peña Nieto en la reunión de la Conago merece inscribirse en el anecdotario mexicano de este milenio, porque por primera vez ha reaccionado un mandatario terriblemente debilitado que no ha podido en su gobierno jalar las orejas ni siquiera a los gobernadores de su partido, quienes –como él lo dijo– solo esperan que el gobierno federal haga frente a los conflictos.

Quieren a un Presidente debilitado: Pepe Yunes

A eso se refería el senador priista José Yunes, distanciado hasta la médula del gobernador Javier Duarte de Ochoa y su padrino Fidel Herrera Beltrán.

En el programa conducido por José Ortiz Medina, Manuel Rosete y Raymundo Jiménez, Pepe Yunes fue muy abierto y claro: “los gobernadores, en particular los de extracción priista, están dejando sólo al presidente Enrique Peña Nieto achacándole toda la responsabilidad”.

Y la razón por la que los modernos virreyes, sobre todo los del PRI (que se habían acostumbrado a hacer y deshacer durante las presidencias panistas), quieren dejar solo a Peña Nieto, además de por evitar ensuciarse las manos y afectar sus niveles de popularidad, es “porque un Presidente débil, señalado y que está siendo sometido al escarnio por la opinión pública, hace evidentemente que pueda ceder y no pedir orden en algunos temas”.

Orden, por ejemplo, en la contratación irreflexiva e interesada de voluminosos créditos bancarios que se orientan al gasto corriente; orden en el manejo inescrupuloso y ordenado de los fondos federales que se envían etiquetados a programas específicos, evitando con ello que se arrojen como cualquier ingrediente a la famosa licuadora.

Pero también para pedirles cuentas por su falta de intervención en la solución de conflictos sociales generados en sus estados, que son dejados crecer hasta que el gobierno federal se ve impelido a enfrentar para solucionarlos porque empiezan a desbordar los niveles de gobernabilidad; por su desinterés en gobernar para todos, como sucede en Veracruz donde solo se gobierna para cuatro o cinco ciudades, mientras el resto del estado ni siquiera recibe la visita del Ejecutivo estatal.

El propio Yunes Zorrilla reconoció que a Javier Duarte de Ochoa “le falta solidaridad” y puso como ejemplo el crecimiento recesivo del sector primario en 2013 y el revés que sufre el sector secundario, concretamente el de la industria de la construcción y el de la industria cañera.

Según la nota publicada en Versiones y Formato Siete sobre la entrevista televisiva difundida por internet, Pepe Yunes dijo:

“Si uno va a la parte norte del estado, evidentemente hay un desencanto en la zona de Poza Rica, porque el proyecto de Aceite Terciario del Golfo en este esquema de replanteamiento que trae la Reforma Energética, se ha detenido y eso ha implicado que haya un bajo flujo del principal generador de empleo y de dispersión de recursos que era Petróleos Mexicanos (Pemex)”.

¿Se puede acusar solo a Pemex? Es evidente que no, cuando por otra parte el gobierno estatal no busca equilibrar la situación de desastre mediante la aplicación de recursos a obra pública para generar empleo y circulante; cuando los propios ayuntamientos son ahorcados porque los recursos que les destina el gobierno federal se quedan dando vueltas en la licuadora y, finalmente, son usados para otros menesteres.

Por eso, Yunes Zorrilla reiteró que es cómodo transferir responsabilidades al gobierno federal, a Pemex y a la reforma energética, “y no decir que también hay una ausencia de presencia y de recursos estatales”.

De ahí que Peña Nieto se haya puesto el traje de torero y haya blandido el estoque para decirle a los ahí reunidos que “es fundamental que todos los órdenes trabajemos de forma conjunta y jalemos parejo. No cabe hacer excepciones, no cabe nadar de muertito, evadir la responsabilidad y que sea el gobierno de la República el único que afrente su responsabilidad”.

El llamado lo hizo. La pregunta es cómo hará para que los gobernadores, esos modernos virreyes, le hagan caso y no sigan haciendo como que gobiernan. Habrá que apretar tuercas, incluso desde las secretarías de Hacienda y de la Función Pública, además de la Fiscalía General.

De otra manera, lo tirarán a loco.

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