Leo con preocupación la carta en la que varios intelectuales -entre los que reconozco a mi admirado Juan Villoro- piden a los organizadores del Festival Hay que retiren a Xalapa como sede de esta fiesta internacional de la cultura.

Y lo hago con preocupación porque, si les hicieran caso, los veracruzanos perderíamos la enorme oportunidad de tener cada año en nuestra capital a un cúmulo de representantes de la intelectualidad y la cultura mundial.

No le entiendo muy bien a la intención de esos señores, que se manifiestan preocupados por la “violencia y la represión” que padecemos los veracruzanos, porque quieren que se castigue a todo un pueblo por tener lo que ellos consideran que es un mal gobierno.

Y lo dicen desde la comodidad y la lejanía de sus domicilios en el Distrito Federal; y lo dicen desde la visión de oídas que tienen, es decir, desde la opinión única de quienes desde acá les dan su versión -franca o amañada, puede ser-; y lo dicen desde su torre de marfil, a donde de repente no llegan los vientos infames de la realidad.

A esos señores muy serios y reconocidos, los veo muy en el plan del labriego aquél que decía: “Señor, que se haga tu voluntad… ¡en los bueyes de mi compadre!”

A ellos qué les va o les viene que haya o no Festival Hay en Xalapa. No viven aquí, no conocen a nuestra juventud estudiosa que necesita formarse mejor, y que llena los recintos en los que se presentan los autores (aunque no faltan los malintencionados que digan que están vacíos, con lo que muestran sus ansias de que todo esté o salga mal en Veracruz).

Se quejan de atentados contra la libertad de expresión pero no conocen cómo va el trabajo de los reporteros que día a día mandan sus noticias, de periodistas verdaderos que ejercen con profesionalismo su derecho a informar.

Si le preguntaran a los verdaderos profesionales del periodismo que están activos en Veracruz, ellos les podrían decir que no tienen mayor problema para hacer pública su información; que es obvio que desde instancias oficiales reciben algún tipo de presión (como siempre ha sucedido en el país y en cualquier parte del mundo); que pueden publicar, y lo hacen, críticas fuertes, informaciones delicadas.

Vaya, hasta algunos seudoperiodistas les podrían decir que acá se ejerce la libertad hasta el grado de que ellos pueden decir insultos, infamias, mentiras… y no reciben por ello algún castigo o recomendación de la autoridad.

Señores intelectuales que firmaron la carta (no veo en ella a ningún escritor veracruzano, no veo en ella a Sergio Pitol, por ejemplo, a quien debemos que se celebre y permanezca el Festival Hay en Xalapa): mejor déjennos solos, para que podamos terminar de arreglar nuestros problemas como lo estamos haciendo; en casa, y con nuestras armas y nuestras preocupaciones. Una de aquéllas es precisamente traer a altas cumbres del pensamiento universal para que vengan a platicar con nuestros muchachos y nuestros intelectuales.

¡No nos ayuden, compadres!

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