Y cuando despertó, el dinosaurio ya estaba ahí

Mi nombre completo es Eloy Fernando Zúñiga Guinea, allá en San Luis Potosí dicen que el Zúñiga es más huasteco que el zacahuil porque es muy común.
-Sierra potosinaTengo dos nombres artísticos. Decidí ponerme Eloy Fernando para evitar problemas con mis papás porque si me ponía el Eloy Zúñiga mi mamá decía ¿qué no tienes madre? y si me ponía Eloy Guinea, como mi abuelo, entonces mi papá se ofendía entonces decidí ponerme nada más mis dos nombres pero entre los huapangueros me conocen como Eloy Zúñiga «El Zurdo», porque soy izquierdo, soy siniestro y en la música tradicional pareciera que sí existe la denominación de origen y, como te digo, el Zúñiga es muy de aquella región.
Mi abuelo materno era oaxaqueño pero emigró al DF y allá nació mi mamá. Mi papá es huasteco y en la huasteca los hijos siempre tenían que irse porque ahí no había ninguna oportunidad de nada, ni de educación ni de trabajo, hasta la fecha sigue siendo difícil ese tema. Mi papá se fue estudiar al politécnico y allá conoció a mi madre, que es 10 años menor que él.

-Huasteca potosinaMi mamá se inició en la música a los 16 años, se llama Cecilia Guinea y le decían La voz amable de la protesta social porque cantaba en las peñas. Comenzó su carrera al mismo tiempo que Tania Libertad, Amparo Ochoa y toda esa generación; llegó alternar con el Grupo Manzanares que dirigía un señor venezolano, Alberto Rísquez, papá del guitarrista Iván Rísquez a quien conocí 25 años después, aquí en Xalapa.
Lo tremendo del asunto es que, por el amor, se fue con mi papá que era todo un galanazo. Cuenta mi madre que la primera vez que viajó para allá salió del DF de noche y despertó en las barrancas de la Sierra de Hidalgo, un lugar muy mágico con serranías, neblina y hay un lugar que se llama la Cuesta de los Monos porque había mono araña. Se despertó y se sintió como en el parque jurásico, se asustó y pensó ¿a dónde estoy?, ¿a dónde me llevan?

El buen músico, por su casa empieza

PapásTodos mis amigos coinciden en que la música comienza en casa en los arrullos de tu madre, lo que se oye en la radio, los discos de acetato. Ahora sé que mi apostolado es la música tradiciona pero antes de llegar a esa decisión escuché y toqué de todo, a veces digo de broma que yo sueno como sueno porque mi papá escuchaba a Chico Ché, mi mamá a Chico Buarque y mi abuelo a Chick Corea (risas). Siempre fue muy amoroso el asunto de la música en mi casa, hay fotos en las que estoy de cuatro años con un charango en la mano o en donde está mi abuelo tocando un órgano setentero y yo cantando con un micrófono que no estaba conectado a nada.
Siempre me refiero a la familia de mi mamá como mis Guinea cantores porque todos cantan y mi tía Elisa llegó a tomar clases de guitarra clásica. Mi abuelo le puso ese nombre a mi madre por Santa Cecilia (la patrona de los músicos) y fue la que más se tomó en serio el don de la música, ella tiene una voz muy agradable, hace poesía y compone entonces, de alguna manera, en casa siempre estuvo presente eso y siempre hubo una guitarra.
A la familia de mi padre me refiero como mis Zúñiga del campo o mis Zúñiga del valle. Mi papá no canta nada, es muy desafinado pero también es muy amoroso en ese sentido, siempre está ahí y si se te olvida la letra, te la sopla.

Colgado de un barranco/ duerme mi pueblo blanco…

Tanquián de Escobedo, SLP
Tanquián de Escobedo, SLP

Mi pueblo se llama Tanquián de Escobedo, es un lugar muy pequeño de la huasteca potosina, es muy verde, se da todo. Está a dos horas de Tamaulipas, Veracruz está a 20 minutos caminando, al sur se ve la parte de la sierra donde se cruzan Veracruz e Hidalgo y al poniente la Sierra Gorda de Querétaro, es un punto muy privilegiado. No había ninguna calle pavimentada y de repente había plagas de nubes de escarabajos y a las dos horas un río de ranas. Era un paraíso pero la gente realmente estaba peleada con la naturaleza, querían tener limpio su patio y limpio quería decir talar todo para no tener humedad ni animales.
La gente es buena en general, pero era muy cerrada. Yo entiendo los contextos que se vivían en esa época, para ellos era muy extraño que una mujer cantara y tocara la guitarra y decían que mi mamá cantaba canciones muy raras cantaba porque de pronto cantaba una de Silvio Rodríguez, una de Serrat, una de Víctor Jara y yo crecí oyendo eso, esa fue mi verdadera educación musical y, claro, toda la chunchaca que había en mi pueblo, yo soy fanático de Chico Ché igual que mis amigos, todos los compañeros de La Manta tenemos una historia que contar con Chico Ché (risas), tengo hasta grabaciones cantando a los tres años ¿De quén chon?, ¿Quen Pompó? y todas esas.

Cecilia Guinea
Cecilia Guinea

Una vez que le pidieron que cantara algo, mi madre cantó El Cristo de Palacagüina; en el estribillo solía decir:

Ella va a planchar
muy humildemente
la ropa que goza
la mujer ociosa
del terrateniente.

Y había puros terratenientes y puras señoras ociosas, esa era la realidad.
Mi madre dejó la guitarra por completo porque dijo ¿para quién canto aquí?, la verdad es que sufrió. No recuerdo haberla visto tomar la guitarra durante mucho tiempo, salvo en excepciones.

Las llaves del universo

SegoviaEn la primaria me metieron a un colegio de monjitas y estuve en el coro de la iglesia, eso me no me emocionaba pero después, en la adolescencia, supe que muchos músicos de grupos alternativos, rockeros ingleses o irlandeses empezaron cantando en los coros de las iglesias.
Mi mamá fue mi primer maestro de guitarra, a los seis años me enseñó las dos llaves del universo: el círculo de Do y el círculo de Sol, con eso tienes para entretenerte un ratote (risas) pero ahí no había nadie a quién le aprendiera yo más cosas entonces hice doctorado en círculo de Do y círculo de Sol.SG
Mi familia siempre me alentó a la música y cada vez que mi abuelo iba de visita llevaba discos, yo escuchaba Asturias, de Isaac Albeniz y toda mi vida juré que eran dos guitarras porque era una cosa increíble, o escuchaba un disco de Andrés Segovia tocando barroco y me quedaba alucinado y con una cosa que te estruja porque no sabes hacer nada de lo que estás oyendo pero la verdad es que nunca me tomé la música en serio, en la infancia me llamaban las monjitas y en la adolescencia, cuando estaba en la secundaria, me invitaban a tocar en el acto de fin de cursos, del 10 de mayo o cualquier cosa pero yo era muy introvertido, si alguien se enteraba de que yo medio tocaba la guitarra para mí era como una pesadilla.
La primera música que yo escuché por decisión propia fueron los Beatles a los ocho o diez años y ahí empezó el acabose porque después me seguí con Jimmy Hendrix, Queen y los rockeros más conocidos, después tuve una temporada en la que veía los discos de rock y los compraba por la portada.

Donde el águila paró/ y su estampa dibujó…

San Luis Potosí
San Luis Potosí

Al salir de la escuela de las monjas enteré a la secundaria pública y ahí vi lo que era la vida buena, pero de veras, era una secundaria en la que había 50 niños por salón y de cada grado había A, B, C, D y F. Me invitaron a entrar a la rondalla y yo me negué rotundamente, si hay algo que detesto son las rondallas y las estudiantinas.
Después me fui a San Luis Potosí y el choque cultural fue muy fuerte porque ahí la gente es muy ruda y la gente del pueblo será muy rústica, pero es muy amable. Estando ahí me empezó a gustar la trova y no sé de dónde carajos agarré habilidad para arpegiar la guitarra, claro, no sabía yo que el anular se usaba entonces usaba índice, pulgar y medio y repetía índice, o repetía pulgar tres veces luego seguía con índice y medio porque nunca había visto tocar a nadie.Ceiba
Estuve allá los dos años que me faltaban de la secundaria pero la verdad es que nunca me hallé en San Luis Potosí entonces regresé a mi pueblo a hacer un año de bachillerato y ese fue el punto de partida de lo que soy actualmente, en parte porque mi abuelo enviudó y se fue a vivir con nosotros a Tanquián, ahí pasó los últimos 15 años de su vida, y en parte porque al volver me di cuenta de que hay un árbol enorme que se llama ceiba, que hay un pájaro que se llama oropéndola que canta increíble, que hay un árbol que se llama jalamate, que en el sur le dicen amate, que se abraza a las palmeras y hacen una simbiosis (mi mamá hizo una canción sobre eso, es un amorío donde el árbol termina matando a la palma y ella le dice sí, mátame). Nos volvimos muy observadores de la naturaleza porque no había mucho qué hacer ni en qué recrearte y, si no hacías una filosofía pro naturaleza y de crear belleza tu alrededor, acababas como muchos jóvenes de mi generación, en el alcohol, metido en la maña o en alguna de las cosas terribles que pasan en los pueblos chicos de todo el país.
En ese regreso a Tanquián se formó un grupo muy interesante de amigos con un médico tradicional que cantaba, un tío muy querido que se llama Armando Herbert que es diseñador gráfico, productor de televisión y hace se canciones, mi mamá, mi abuelo y mi papá Hacíamos tertulias y yo era la variedad porque podía la orejearle o inventarle un solo a una canción aunque de manera muy intuitiva porque no sabía nada de improvisación. En ese grupo de amigos empezaron mis «males» (en el buen sentido). De entrada, mi tío le Oropéndoladijo a mi mamá:
-Oye, tu cantas padrísimo y escribes padrísimo, ¿por qué no haces canciones?
-Sí, ¿verdad?
-A Eloy le apasiona la naturaleza, odia las matemáticas, no le gusta la política, no lo veo de abogado ni de doctor, va a ser músico por donde lo veas; ustedes tienen la culpa, ustedes lo llevaron a ese punto
Nadie dijo nada, pasó. Yo mostraba inquietudes artísticas, en el Colegio de Bachilleres estaba en todo, estaba en fotografía, escribía cuentos, musicalizaba obras de teatro y, si había algún concurso de algo, ganábamos todos los premios y a veces duplicado porque el de mejor actor se lo daban a dos personas. Realmente fue un florecimiento bárbaro de mi pueblo en unos cuantos años, había chavos ganando concursos de fotografía, gente produciendo buen teatro. Para ese entonces, según yo, ya tocaba la guitarra eléctrica pero lo mío, lo mío eran las canciones de Silvio, hasta la fecha, se hace la tertulia y me dicen:
-A ver Eloy, échate las de Silvio, las de David Haro.

Oh, puerto tropical

Mis papás fueron a una boda a Tampico, conocieron a los músicos y les dijeron que ahí había un Bachillerato en Artes, una

Universidad Autónoma de Tamaulipas
Universidad Autónoma de Tamaulipas

Licenciatura en Música y una Licenciatura en Educación Artística. Llegaron en la madrugada, yo me desperté y me dijeron:
-Oye, ¿quieres ir a estudiar música Tampico?
-Sí
No lo pensé en ningún momento, ni nada. En Tampico aprendí cosas muy básicas; a leer partituras y un poco de solfeo. Me ayudó a conocer otro tipo de gente porque para mí la gente de la ciudad era la gente de San Luis Potosí o la gente del DF que nada más veía desde la ventana del coche cuando íbamos y en Tampico había un mundo de diferencia con el carácter de la gente con la de San Luis, era mucho más relajada la cosa, un poquito menos relajo que en el Puerto de Veracruz pero por ahí andaba. Una cosa maravillosa fue que me ayudó a aclarar la mente porque yo llegué con mi guitarra eléctrica y mi técnica era hacer todo hacia abajo con la plumilla y me daban unos calambres en el antebrazo por que ni por aquí me pasó, la verdad, que se podía tocar abajo arriba con la púa y que había montones de técnicas; la guitarra eléctrica tiene una barbaridad de recursos técnicos. También me di cuenta que había 50 pelados que tocaban mejor que yo la guitarra eléctrica y, un poco por ego y un poco por conocer mis limitantes, me metí muy duro a estudiar. Allá hay buenos maestros y otros muy malos pero el que quiere hacer algo, lo hace la prueba está, por ejemplo, con Ramiro (González) y muchos otros, en Tampico hay mucha gente muy valiosa que está haciendo cosas interesantes.

Con la conga por dentro

Efraín Pérez Serapio
Efraín Pérez Serapio

Llegó un amigo del DF que se llama Efraín Pérez Serapio que tocaba la guitarra clásica y tocaba mucha música cubana contemporánea como Leo Brouwer; yo llevaba guitarra clásica en la escuela pero nada más veíamos el Sagreras (se refiere al método de guitarra de Julio Salvador Sagreras) que le decían el sagruras, eran unos libros que formaron a muchos guitarristas pero, la verdad, a alguien que viene del rock o de la música popular le puede resultar muy tedioso entonces yo decía que no quería ser guitarrista clásico, mi sueño en la vida era tocar como Nicolás Brizuela que fue guitarrista de Mercedes Sosa muchos años, ese era mi referente.

Leo Brouwer
Leo Brouwer

La Facultad de Música tenía una cafetería y ahí se armaba, casi, casi, el jam todos los días, éramos muy cantadores. Un día Efraín me vio tocando ahí y me dijo:
-Yo pasaba por ahí y veía lo que hacías con la mano izquierda (yo toco con la mano izquierda y piso las cuerdas con la derecha) y decía ese chavo puede ser concertista pero ahí anda de trovador, lástima.
Me empezó a couchear, me enseñó música muy atractiva para guitarra, le escuché una obra de Leo Brouwer que se llama Elogio de la Danza que tiene que ver con estas cosas de la santería cubana y daba golpes en la guitarra, acordes disonantes y aluciné, ¿por qué eso sí me llamó y no me llamó Carulli, Carcassi, Guiliani y los autores clásicos de la guitarra?, no sé, yo creo que es porque mi abuelo oía a Irakere, mi mamá a Chico Buarque y mi papá Chico Ché entonces, de alguna manera, ya traía la conga por dentro.

(CONTINUARÁ)

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