-Para mí es increíble lo que significa ser músico porque es muy fácil tirar la toalla y decir hasta aquí me quedo. Los secretarios de la sinfónica dicen:
-Ustedes nada más trabajan tres horas al día y les pagan mucho
Pero nosotros, de alguna manera, estamos todo el tiempo, hasta en vacaciones y, sí, estamos nada más 3 horas pero bajo el agua (risas) y todavía los amigos dicen de broma: trabajamos tres horas pero tenemos media hora de descanso para comer (risas). Pero sí, es un trabajo único el de la música, entre más tiempo pasa veo lo especial que son los artistas y los músicos, y me doy cuenta de que los que han vivido con la música por fuera y por dentro siguen ahí; Lucio (Sánchez) sigue tocando y haciendo discos, también Chucho Reyes, Humberto León y muchos otros.
Me dijo Rodrigo Álvarez, percusionista que, aunque su principal actividad está en la música clásica, se ha desenvuelto en la música contemporánea, el jazz, la música afro y el son jarocho. Rodrigo es hijo de músicos: Aurora Rangel (QEPD), docente de música y Adolfo Álvarez, baterista de jazz. El recuerdo más remoto de su actividad musical se remonta a un 25 de diciembre.

Preludio

No me acuerdo cuándo empecé en esto de la música, lo primero que recuerdo es que mi papás me regalaron una batería cuando tenía tres o cuatro años, ahora están en mi mente las fotos de cuando estoy abriendo ese regalo de navidad. Después recuerdo que mi papá me llevó a la Sala Nezahualcóyotl cuando tenía como, no sé, quizá seis años, fuimos a ver un ensayo de la OFUNAM. Después fue jazz, jazz, jazz; mis papás se movieron de México a El Paso Texas y a Ciudad Juárez en busca del jazz y después llegamos a Xalapa, también en busca del jazz.

Sala Nezahualcóyotl
Sala Nezahualcóyotl

Yo nací en el D.F. pero me siento xalapeño, ya tengo mi FM2 como xalapeño, estoy aquí desde los seis años, aquí hice primaria, secundaria, prepa y carrera. Nos venimos para acá porque la Universidad Veracruzana era el gran mecenas que ayudaba a los artistas; estaba la Compañía de Ópera, la Compañía de Teatro, la Compañía de Danza y el Orbis Tertius y mi papá llegó a tocar ahí.
En mi casa siempre hubo jazz, me acuerdo que íbamos a ver los discos de jazz que vendían en el Ágora de la Ciudad y en una tienda de discos que estaba en Lucio que se llamaba El Sótano. Eran otras épocas, ahora nada más agarro el celular, le pongo el título de la pieza que quiero y ya está, pero en aquellas épocas había que hacer un viaje para ver qué había llegado de jazz al Ágora de la Ciudad, si había un disco de Ron Carter o Tony Williams. Mi papá compraba, por lo menos, un disco al mes y cuando lo escuchaba yo estaba en la casa, por lo tanto mi contacto con el jazz y con los jazzistas empezó desde entonces. Cuando empezamos el Trío Jobim, Édgar (Dorantes) me decía:Tienda de discos
-Vamos a tocar Bluesette
-¿Cuál es?
-Pues…(tararea la melodía)
-Ah, sí, la conozco
No sabía que se llama Bluesette, pero ya la había escuchado muchas veces, eso me pasaba muy seguido y hasta la fecha, no sé cómo se llaman muchos standards de jazz pero los orejeo.
bolling3fEn el coche siempre escuchábamos jazz y una de las cosas que ponía mi papá, aunque hasta cierto punto con reservas porque no era jazz, jazz, era la Suite para Flauta y Piano, de Claude Bolling, decía:
-Bueno, no es jazz pero es muy buen flautista
De hecho, mi primera clase para identificar la melodía, el puente y luego la improvisación, fue en el carro, escuchando música con mi papá.
Me acuerdo que mi papá iba a tocar a un lugar que primero se llamaba El Sapo, luego tuvo otros nombres y le terminaron diciendo el zoológico porque pasó por ser El Sapo, El Zorro, La Jirafa.

Sonata para dos estilos

Aurora Rangel
Aurora Rangel

Mi mamá daba clases de Solfeo y de Historia de la Música en la Facultad de Danza, mi papá también trabajaba ahí, acompañaba con la batería las clases de Técnica Graham. Luego yo entré a la Facultad de Música que es todo lo contrario del jazz y, cosa curiosa, lo primero que hice (y de esto vengo cayendo en cuenta hoy) fue tocar la Suite de Flauta, de Claude Bolling, con Gerardo Tlapa, un flautista que dejó hace muchos años Xalapa, ahora está en la Camerata de Cancún que dirige Ricado Corona, sobrino de Alejandro Corona. Luego hicimos un concierto, creo que en el Palacio Municipal.

Adolfo Álvarez
Adolfo Álvarez

Después hicimos la Sonata para dos pianos y dos percusiones de Béla Bartók, Alejandro Corona, Édgar Dorantes, Miguel González y yo, ellos ya la habían hecho antes, en el 81, con Jesús Reyes y Arlan Harris. A raíz eso me empecé a llevar con Édgar Dorantes, después de esos conciertos hicimos alguna otra obra juntos y a raíz de eso me dijo:
-Vamos a hacer algo de jazz
En esa época a Édgar ya le llamaba la atención el jazz, de hecho, la primera clase de armonía la tomamos juntos en la Facultad de Música, que todavía estaba en la calle de Juárez, nada más que él terminó todo y yo lo dejé.
Entré al taller de Alejandro Corona pero para mí era complicado y es algo que hoy les pongo de ejemplo a mis alumnos: acostumbrado a que aquí, en la Facultad de Música, poníamos tres obras al semestre y nos vanagloriábamos los que habíamos puesto cuatro obras, cuando llegué a Ámsterdam había que poner una obra por clase, por eso hay un gran nivel al que aquí yo no estaba acostumbrado y algo así me pasó en el Taller de Jazz, Alejandro decía:
-Esto es lo que hay que lograr y punto, y el que puede, puede y el que no, se va quedando

Alejandro Corona
Alejandro Corona

En la primera clase nos dio muchísima información, muchísima teoría y para la siguiente clase nos encargó un ejercicio completo, cuando yo apenas estaba tratando de entender la notación musical entonces, pues sí, me quedó grande. Llevé lo que pude, el primer renglón, me lo calificó y dijo:
-Puede ser, por ahí va

Édgar Dorantes
Édgar Dorantes

Desde entonces Édgar ya mostraba un gran dominio de toda la notación musical y llevó ese y otros tres standards más, ya armonizados de diferente forma y ahí empezaron las grandes diferencias porque, aunque íbamos juntos al taller, había unos que ya entregaban tres standards armonizados y arreglados, y también había para el otro lado, había quienes llegaban y decían:
-¿A dónde está el Do en el piano?
-Aquí está el Do
-Bueno, ya se dónde está el Do, ¿y el Re?
-Pues es el que está al lado
Entonces, pues sí, había de todo.

(CONTINUARÁ)

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