Los nombres divulgados en diciembre y estos primeros días del año como los de aquellos que sustituirán a los funcionarios que dejan el gabinete para ir a la búsqueda de las candidaturas prometidas, son de miedo.
No podemos decir que el gabinete duartista que se desgaja se haya caracterizado por estar conformado por expertos en sus respectivas materias, cuya salida de la tarea pública sea motivo de preocupación por dejar en graves carencias al equipo de gobierno. Nada estaría más alejado de la realidad.
Quienes han acompañado al gobernador Javier Duarte en los últimos meses han sido seleccionados no por ser los más capaces, los más innovadores, los más atrevidos a la hora de diseñar políticas públicas de vanguardia. Para nada.
La característica común es su enorme capacidad para utilizar el dinero público en beneficio de un partido político, el PRI y, si se permite una mayor precisión, para favorecer a un grupo político transexenal, identificado con el PRI y el Partido Verde, y que es regentado por el exgobernador Fidel Herrera Beltrán.
¿O alguien estaría dispuesto a defender las dotes de educador de Adolfo Mota Hernández, para quien los puestos públicos solo han servido para ir en pos de cargos de elección popular, dejando tras de sí una estela de corrupción, complicidad con las mafias sindicales y obstaculización de las reformas estructurales del país?
¿Saltaría a la palestra quien estuviera convencido de la gran vocación social de Jorge Carvallo Delfín en la Sedesol, una dependencia a modo para utilizar las crecientes sumas presupuestales prodigadas para abatir la pobreza y la desigualdad social en la compra de conciencias y votos para ganar los comicios federales del 2015 y las estatales de 2016?
¿Quién metería las manos al fuego por Érick Lagos Hernández y lo calificaría como el heredero de la calidad política de Jesús Reyes Heroles, cuando ha sido el mejor operador de la fidelidad en la tarea no de lograr la gobernabilidad de la entidad, sino de someter a los grupos priistas al mandato fiel y convertir en bucaneros de la peor calaña a los dirigentes del PAN, del PRD y, recientemente, del Movimiento Ciudadano, del que 12 alcaldes aparecieron este fin de semana con el gobernador para anunciar su renuncia al partido que les dio el pasaporte electoral, como una venganza duartista al traslado del trapecista diputado local Renato Tronco Gómez a las filas del partido de Dante Delgado?
Tres secretarios, al fin, que se suman a otros funcionarios de menor calado, como el tesorero Antonio Tarek Abdala Saad, o el coordinador de Comunicación Social Alberto Silva Ramos, sustituibles sin mayores complicaciones.
Pues hoy lunes 5 de enero, en una operación a la que se le ha dado demasiado tiempo, al parecer porque no se ponían de acuerdo en algunos cargos el gobernador actual y quien lo impuso, serán anunciados los nuevos funcionarios, una nómina de ladrones, inexpertos e improvisados que ni mejorarán ni empeorarán lo que ha hecho el actual gobierno.
Solo habrá que mencionar a un ejemplar: Gabriel Deantes Ramos, quien ha medrado y se ha enriquecido en cargos aparentemente pequeños, como una subsecretaría en Finanzas o la Oficialía Mayor de la SEV, y quien luego de ser despedido en un acto meramente teatral de quien nos gobierna hoy podría ser anunciado como el futuro secretario de Desarrollo Social, un cargo especialmente orientado a apoyar este año con recursos a los candidatos priistas a las diputaciones federales.
Con ese panorama, es muy difícil pensar que 2015 estará orientado al desarrollo y la recuperación (que no consolidación) del crecimiento o, para ser menos eufemistas, que se pueda detener la caída estrepitosa de un estado que nos han quitado.
En 2015, seguiremos cayendo
La realidad de Veracruz no parece ser muy complaciente con el discurso del gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien para este año prevé grandes logros e inmejorables condiciones para el desarrollo.
Que hayamos iniciado el año con la noticia de que a muchos burócratas se les adeudaban su aguinaldo y quincenas de diciembre no solo es preocupante y molesto; también es indicativo de la grave situación que padecen las finanzas públicas, aunque la perenne sonrisa con que el gobernador muestra su felicidad y alegría está muy lejos de la situación de millones de paisanos.
Según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al cierre del tercer trimestre de 2014, la deuda de las 32 entidades federativas creció en más de 489 mil millones de pesos, un incremento del 8 por ciento respecto al mismo periodo del año precedente, equivalente al 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
¿Y sabe usted cuáles son las entidades que llamaron la atención por su nivel de endeudamiento respecto a las participaciones federales? Pues nada menos que Coahuila, Quintana Roo, Chihuahua, Nuevo León, Sonora, Veracruz y Nayarit, en ese orden, por rebasar el total de las participaciones federales.
Es verdad que la deuda pública de Coahuila rebasa en 252 por ciento el monto de las participaciones, y que Quintana Roo y Chihuahua presentan desfases de 250 y 246 por ciento; pero la deuda pública de Veracruz, de casi 40 mil millones de pesos, legada por Fidel Herrera Beltrán e incrementada por Javier Duarte de Ochoa (a quien la Legislatura le aprobó en diciembre condiciones para un nuevo endeudamiento por 5 mil millones de pesos este año), representó el 120 por ciento de las participaciones federales de 2014.
Por eso, y por las condiciones más difíciles que enfrentará la economía estatal, derivadas de la caída estrepitosa en el precio del petróleo (cuya primera cotización fue de 44.81 dólares por barril) y la creciente debilidad del peso frente al dólar (que el viernes llegó a 15.15 pesos), es muy difícil entender la sonrisa de Javier Duarte en el acto conmemorativo del exgobernador Marco Antonio Muñoz Turnbull, luego de prodigar a reporteros con frases matizadas con un optimismo inopinado y casi burlón.
Según Duarte, quien seguramente regresaba de vacaciones deliciosas y de hacer grillita para definir a los candidatos al Congreso y su propia sucesión, Veracruz “tiene todo listo para consolidar su crecimiento, así como para generar las condiciones de infraestructura que detonen el desarrollo económico y social de los veracruzanos”.
Dicen los expertos que es más grave cagar agua que tragar camote. Tarde o temprano, aunque se empeñe en ocultarlo con cifras manipuladas, Duarte será juzgado por llevar a los peores escenarios al estado que la suerte y la conveniencia política de su antecesor le tocó gobernar, ejerciendo un cargo exorbitante para su talento.
El dato de hoy
Aunque no se consideran los recursos públicos que dependencias federales, gobiernos estatales y ayuntamientos desviarán para apoyar a candidatos, los comicios federales del 7 de junio próximo para elegir a 500 diputados federales tendrán un costo cercano a los 22 mil millones de pesos, según datos del Instituto Nacional Electoral, dependencia que por sí sola ejercerá 18 mil 572 millones. Si consideramos los recursos destinados al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), podríamos decir que cada diputado federal nos costará unos 43.5 millones de pesos. ¡Cuánto maldito desperdicio!
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