En Martínez de la Torre, los años y las décadas pasaban sin que se vieran los efectos de una economía que iba creciendo exponencialmente, gracias al fortalecimiento de la producción citrícola y pese al cierre del Ingenio Independencia que, durante muchos años, representó la base de la supervivencia de miles de campesinos.

La cabecera municipal se convirtió en la bisagra entre la montaña y la costa veracruzana. Ir a Martínez de la Torre, pese al clima severo en el verano y las pésimas comunicaciones carreteras, constituyó siempre una oportunidad para los negocios y el trabajo, el disfrute de la gastronomía y la cercanía con Costa Esmeralda, una franja de playa olvidada por la mano promotora de las secretarías de Turismo estatal y federal.

El asentamiento de innumerables empacadoras de limón persa, considerado uno de los mejores del mundo, exportado a Asia, Europa y Norteamérica, ha sido hace años el filón económico del que dependen miles de familias campesinas, unos días con bajos precios y otros con destellos de bonanza que han permitido mantener a flote y, en muchos casos, elevar las condiciones de vida de sus productores y comercializadores.

Sin embargo, la economía iba a destiempo con los beneficios sociales, la infraestructura urbana, los servicios públicos y la seguridad, con un municipio entrampado en querellas políticas y batallas electorales.

Durante los últimos gobiernos locales, poco se hizo para mejorar, por ejemplo, los caminos rurales, indispensables para elevar la calidad de vida de sus habitantes, transportar la producción agropecuaria, acudir a los servicios médicos con la prontitud que siempre es obligada e, incluso, para lograr estándares de seguridad en la vida y bienes de sus pobladores.

El anterior alcalde, el panista José de la Torre Sánchez, se encaramó en las necesidades de los campesinos cuyos caminos interparcelarios habían sido destruidos por sucesivos fenómenos meteorológicos, para medrar políticamente en una confrontación sin sentido (y sin frutos) con el gobierno estatal; las calles y avenidas de la cabecera se deterioraron irremediablemente por el paso del tiempo y la falta de una atención a fondo, y los servicios públicos conocieron sus tiempos más precarios.

Mientras la ciudad se convirtió en un polo de atracción de familias de los municipios colindantes, lo que se tradujo en la expansión de su mancha urbana y su crecimiento demográfico, dividida en dos por el río Bobos, ningún alcalde había propuesto la mejora de sus calles y avenidas y, menos, considerar en serio la construcción de un segundo puente que comunicara a ambos pulmones (tercero, si consideramos el que permite el tránsito de y hacia Misantla sin pasar por el centro).

Estas condiciones parecen ir trocando en una dinámica constructora, de la mano de un empresario citrícola como Rolando Olivares Ahumada, su actual alcalde, quien ha vivido y vivirá en la ciudad que le dio cobijo y quien ha desplegado una intensa actividad de gestoría no solo ante las autoridades estatales sino también federales, para entregar, en su primer año de gobierno, obras que rebasan con mucho lo logrado en conjunto por los últimos alcaldes, tanto del PRI como del PAN.

Importancia del municipio en la citricultura

Solo para darse una idea de la riqueza que genera la citricultura de esta región, cuyo centro neurálgico es Martínez de la Torre, baste señalar que gracias a lo que ahí se produce, Veracruz ocupa el primer lugar nacional en producción de limón persa. En efecto, el estado abastece el 84 por ciento de la producción nacional de ese fruto (1.2 millones de toneladas), que significan divisas por 2 mil 400 millones de pesos anuales.

La región de Martínez de la Torre aporta el 64 por ciento de la producción estatal, en una superficie sembrada de más de 34 mil hectáreas (de las 43 mil del estado), cerca de 3 mil de ellas certificadas por Global Gap. La producción en 2013 fue de 768 mil toneladas, gracias al esfuerzo de más de 15 mil productores que, en los diversos procesos, desde siembra hasta exportación, generan 50 mil empleos directos y más de 275 mil empleos indirectos.

Las 39 empacadoras radicadas en Martínez de la Torre, que cuentan con la más avanzada tecnología a nivel mundial (en mejores condiciones que las de Brasil, por ejemplo), lograron exportar a los Estados Unidos el año pasado más de 267 mil toneladas de limón persa, que constituyen el 85.6% de lo que se fue al mercado internacional; más de 42 mil toneladas (13.5%) a Europa, cerca de 2 mil 500 toneladas (0.79%) a Asia. Las 450 mil toneladas restantes se comercializaron en el mercado nacional.

Que el aporte de esa rica región no se haya reflejado en mejoras urbanísticas y en la calidad de vida de sus habitantes no solo se debe al olvido de los gobiernos estatal y federal, sino al nulo trabajo de gestión de sus autoridades municipales, distraídas en batallas electorales y riñas personalísimas que se tradujeron, en los años recientes, en meras acciones asistencialistas, compra de líderes sociales, corrupción y gastos suntuarios de nulo impacto social.

La mano constructora de Rolando Olivares

El sábado pasado, Rolando Olivares Ahumada convocó a sus paisanos para rendir su primer informe de labores y, pese a las consabidas críticas de sus detractores, con un fuerte tufo político-electoral, ha brindado un panorama esperanzador, no solo por el nombre de su esposa, martinense de cepa, sino por lo logrado en apenas 350 días de gobierno, que pueden proyectarse a más si consideramos que, meses antes de tomar posesión, Rolando ya gestionaba en Xalapa y el DF lo que quería entregar a sus paisanos en sus primeros pasos.

En efecto, solo del Fondo para la Infraestructura Social Municipal (FISM), el Ayuntamiento ejerció 52 millones 623 mil 764 pesos. Con ello, se construyeron 14 mil 481 metros lineales de drenaje sanitario, con una inversión de 15.2 millones de pesos, beneficiando a 12 colonias y cinco localidades que lo habían solicitado desde hace más de 20 años, y construyó 4 redes de drenaje pluvial, con una inversión de 3.6 millones, con lo que se reducirán los riesgos de inundaciones y encharcamientos en colonias habitadas por más de 25 mil ciudadanos. De ese mismo fondo, se invirtieron 5.19 millones de pesos para la electrificación de 9 colonias y 2 localidades.

Para abatir los rezagos sociales entre la población marginada, el gobierno municipal construyó 26 mil 468 metros cuadrados de pisos firmes de concreto, en beneficio de más de mil viviendas de 18 colonias y 15 localidades, con una inversión de 8.6 millones.

Consciente de que la ciudad mostraba desde su acceso una precariedad urbanística que se contradecía con su boyante agroindustria, Rolando Olivares Ahumada, sin necesidad de endeudar la tesorería municipal como lo han hecho otros alcaldes (el de San Andrés Tuxtla, por ejemplo, a quien recientemente se le autorizó hipotecar las finanzas municipales por más de 15 años), gestionó el apoyo federal para la modernización del bulevar Colosio, que incluye concreto hidráulico, drenaje sanitario y pluvial, introducción de cableado subterráneo, camellones, ciclopista, iluminación LED y jardinería, y en cuya primera etapa se invirtieron 29.1 millones de pesos.

Tampoco ha olvidado la populosa zona del norte de la ciudad, donde se han asentado miles de familia que durante décadas se han enfrentado a la inseguridad de su patrimonio y a la carencia de servicios públicos y vías de comunicación. Con apoyo del programa Habitat, puesto en operación por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), se modernizó el bulevar Patricio Chirinos con la construcción de 6 mil 500 metros cuadrados de concreto hidráulico, instalación de camellones, iluminación LED, guarniciones y banquetas, con una inversión cercana a los 5 millones.

En el centro de la ciudad, también con recursos de la Sedatu, se renueva totalmente la carpeta asfáltica de la principal avenida de la ciudad, Maximino Ávila Camacho, además de 4 mil 964 metros cuadrados de la avenida Melchor Ocampo y la pavimentación de la calle Hermandad de la colonia del Valle, con recursos del orden de los 17.3 millones de pesos.

En la Colonia Ejidal, con una inversión de 3.3 millones, se construyó un Centro de Desarrollo Comunitario, beneficiando a más de 4 mil familias que viven en 10 colonias, sobre un predio en que los vecinos demandaron siempre la construcción de una clínica y que el anterior alcalde prácticamente había expropiado para dedicarlo al deporte. Hoy, ese centro cuenta con espacios para la impartición de talleres, sala de cómputo, consultorio y una Unidad Básica de Rehabilitación para ofrecer terapias gratuitas.

También a diferencia de su predecesor, que organizó incluso manifestaciones de autoridades comunitarias en Xalapa por la postergación en la reconstrucción de los caminos rurales, el alcalde Rolando Olivares Ahumada prestó inmediata atención para rehabilitar los 78.7 kilómetros de esas vías, indispensables para movilizar la producción agrícola.

Gracias a gestiones ante los gobiernos estatal y federal, atrajo una inversión histórica para recuperar caminos severamente estropeados por huracanes. Para la rehabilitación y reconstrucción de dichos caminos, se realizó una inversión de 65 millones de pesos: 10 millones aportados por el Ayuntamiento, 7 millones provenientes de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) y 48 millones canalizados por la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes (SCT).

Además, logró que la SIOP reiniciara y concluyera la construcción de 3 puentes, vitales para la comunicación con las comunidades de Cañadas, Cartago y Arroyo Negro, con una inversión de 8 millones 649 mil pesos.

Para dar una idea de la capacidad gestora del alcalde martinense, baste señalar que mientras los recursos propios orientados a las 120 obras realizadas este primer año sumaron poco más de 58.8 millones de pesos, la inversión pública lograda mediante gestiones fue de más de 216 millones; de hecho, Martínez de la Torre ejerció más de 300 por ciento de inversión pública que el presupuesto propio de 2014.

Si eso ocurrió en el primer año de gobierno, los martinenses están ciertos de que en 2015, Rolando Olivares Ahumada logrará los recursos necesarios para hacer realidad el segundo puente sobre el río Bobos en la zona urbana de la capital citrícola de México, un paso que lo ubicará en la historia de su región.

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