Seguramente con la venia de Palacio de Gobierno, este jueves los diputados locales doblaron las manitas y, sin discusión alguna, aprobaron al ayuntamiento de San Andrés Tuxtla un endeudamiento millonario, antes de salir de estampida para degustar los costosos licores que les repartió el diputado presidente Juan Nicolás Callejas Arroyo, dejando sin quorum para terminar la orden del día.
En efecto, aunque una de las condiciones era que los préstamos que contrataran los ayuntamientos fueran con la banca de desarrollo (Banobras), invadidos ya con el espíritu navideño los diputados dieron su anuencia para que el endeudamiento por 220 millones de pesos del ayuntamiento sureño se contrate con el Banco Interacciones, SA.
La única condición puesta fue que, antes de disponer de dichos recursos para la rehabilitación con pavimento hidráulico del bulevar 5 de Febrero, la construcción del Centro Deportivo y la modernización del Sistema de Alumbrado Público municipal, el ayuntamiento salde el crédito contratado con Banobras, que a la fecha es de 16 millones 585 mil 909 pesos.
El plazo del contrato del crédito será de un máximo de 180 meses, obligando al municipio a pagar 50 por ciento durante esta administración, y lo restante en un plazo de 144 meses (12 años), al final de los cuales el monto total que pagará esa comuna será de 325 millones de pesos, considerando los intereses por 105 millones, dada una tasa de interés de 3.5 por ciento.
Pese a que la semana pasada este punto fue sacado de la orden del día debido a que varios ‘padres conscriptos’ habían externado su enorme preocupación por dejar la Iglesia en manos de Lutero, este jueves fue resuelto por mayoría, de manera rápida, sin discusión ni comentario alguno, lo que hace sospechar la instrucción del mismísimo gobernador Javier Duarte de Ochoa para que saliera adelante.
Todas las reticencias que incluso diputados priistas habían manifestado por la trayectoria poco transparente (por no decir corrupta) del alcalde Manuel Rosendo Pelayo, ayer fueron olvidadas; incluso, los diputados del PAN y el PT prefirieron hacer mutis y dejar que la decisión fuera mayoriteada por quienes en unos 15 años serán recordados con mentadas de madre por parte de los sanandrescanos.
A pesar de las declaraciones ante la prensa hechas por varios legisladores en el sentido de que no se aprobarían más endeudamiento a los municipios, sobre todo a aquellas comunas que han estado pidiendo auxilio para enfrentar sus obligaciones laborales de fin de año (aguinaldos), el caso de San Andrés Tuxtla pasó como Moisés por el Mar Rojo.
La honestidad de Manuel Rosendo Pelayo
La trayectoria del actual alcalde de San Andrés Tuxtla, Manuel Rosendo Pelayo, ha sido trompicada y azarosa. Su paso por pequeñas dependencias estatales siempre ha sido salpicado por actos de pillería y abuso.
Todo mundo recuerda que, siendo coordinador de la Junta de Mejoras, el famoso Chendo dejó embarcadas a decenas de agrupaciones musicales que el entonces Fidel Herrera Beltrán enviaba a las ferias de todo el estado para amenizar los bailes populares.
Pese a que la Secretaría de Finanzas y Planeación le enviaba los recursos para pagar las actuaciones de los denominados filarmónicos, Manuel Rosendo Pelayo se quedaba con buena parte de ellos, pagando a medias o postergando indefinidamente el pago a otros.
Hasta que varios integrantes de los conjuntos musicales, apretados por el hambre, se apostaron frente a la Sefiplan para exigir que la dependencia soltara la lana para pagar sus emolumentos, recibiendo con sorpresa la noticia de que dichos recursos ya habían sido entregados a este vividor que ahora endeudará al ayuntamiento de San Andrés Tuxtla.
De ahí fue a parar al Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) como sedicente ingeniero; cuando le descubrieron que carecía del título profesional correspondiente fue despedido vergonzosamente de inmediato.
Para su fortuna, vivía en el mundo fantástico de la fidelidad donde no se castigaba sino más bien se premiaba la deshonestidad, practicada por el mismo jefe de las instituciones estatales, por lo que fue redimido con la diputación local, lo que hizo nugatoria cualquier acción legal en su contra por actos de corrupción.
En su segundo intento de ser candidato del PRI a la alcaldía, logró el beneplácito de las actuales autoridades estatales, y hoy lo vemos a punto de cometer una de las más memorables pillerías con los recursos que este jueves le aprobaron los diputados, cómplices de lo que le viene a los habitantes de ese señorial municipio. De nada valió la calificación negativa otorgada por la empresa calificadora Fitch Ratings.
Que Dios agarre confesados a los tuxtlecos.
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