Con el modelo de endeudamiento de Fidel Herrera Beltrán, cuyo principal ingrediente es dejar a la posteridad el pago de los compromisos crediticios mientras se paran el cuello por haber hecho obra o, en el peor de los casos, engrosar la cartera personal, el alcalde de San Andrés Tuxtla, Manuel Rosendo Pelayo, ha querido sorprender a los diputados locales con una alegre propuesta de obras mediante un millonario crédito que, según él, se pagaría en los siguientes 18 años (los restantes tres de su gestión más 15 años de quienes lo sucedan en el cargo).

Hasta el momento, es el único de los 212 alcaldes que se quiere cubrir de gloria mediante la hipoteca de la tesorería municipal, demostrando en paralelo su prácticamente nula capacidad para gestionar recursos públicos provenientes del estado o la Federación para financiar sus programas de obra.

A su propuesta original de asumir los riesgos presentes y futuros de un crédito por 300 millones de pesos, cifra equivalente a su presupuesto anual de egresos, Rosendo Pelayo debió recular ante la negativa de los diputados, proponiendo un segundo monto por 220 millones, que también fue echado para atrás.

Sin aprender la dolorosa lección que ha significado para el desarrollo de Veracruz el abusivo endeudamiento de las arcas estatales y municipales durante el sexenio de Herrera Beltrán, que ha significado en los cuatro años del gobierno de Javier Duarte de Ochoa una incapacidad casi completa no solo para financiar obra pública sino incluso para cubrir los gastos elementales como el pago de salarios, el alcalde tuxtleco mantiene su postura de trasladar compromisos a los ayuntamientos posteriores.

Que la ciudad de San Andrés Tuxtla se merece una unidad deportiva y una avenida de cuatro carriles con camellón central, nadie puede negarlo. La capital de Los Tuxtlas constituye una joya descuidada de nuestra historia y geografía, que debe ser rescatada y recibir lo que a su gente productiva y pujante hace muchos años se le ha escamoteado. El problema es la circunstancia actual y el modo en que su alcalde quiere redimirla.

Por situación actual pienso en las enormes carencias presupuestales de estado y municipios, que ha hecho posible la creciente precariedad de las vías de comunicación entre las comunidades rurales y la cabecera municipal, los inimaginables rezagos en materia de infraestructura urbana como calles, dotación de agua potable, redes de drenaje y electrificación, además de las históricas necesidades en infraestructura educativa y de salud.

En cuanto al modo, me refiero a hacerlo mediante un prolongado endeudamiento que condicionaría casi por dos décadas las finanzas municipales.

Calidad crediticia, “en observación negativa”

Por si algo le faltara al alcalde Manuel Rosendo Pelayo, la calificadora internacional Fitch Ratings informó que asignó la calificación BBB-(mex), que mantiene en Observación Negativa la calidad crediticia del municipio de San Andrés Tuxtla.

En el documento, que fue presentado el 27 de noviembre y su contenido fue difundido en nota periodística firmada por la reportera Ana Lilia Velázquez, se lee el diagnóstico emitido:

“La Observación Negativa se coloca por el impacto negativo que pudiera tener sobre los indicadores de apalancamiento y sostenibilidad proyectados, términos y condiciones diferentes a los esperados por Fitch respecto a la contratación del financiamiento nuevo. Fitch dará seguimiento a las condiciones finales de este endeudamiento y evaluará el efecto en el perfil crediticio de la entidad.”

El mismo documento plantea como factores que limitan la calificación de la entidad: el dinamismo bajo presentado en los ingresos propios (IP), la dependencia pronunciada de recursos federales para cubrir gasto corriente y realizar inversión, la estructura abultada del gasto operacional (GO, gasto corriente y transferencias no etiquetadas), lo que limita la flexibilidad financiera del Municipio, y los niveles altos de endeudamiento prospectivo que presionan los indicadores de sostenibilidad de la deuda proyectados.

Si se tradujera al castellano, lo señalado en el documento de Fitch Ratings significa que la tesorería municipal tiene muy bajo margen de maniobra para sostener sus obligaciones financieras al tiempo que realiza sus funciones en materia de servicios y obra pública.

Su gran dependencia de las participaciones federales, con que financia no solo obra sino el pago de salarios y demás gastos propiamente administrativos, frente a una baja recaudación, forzaría al municipio a cancelar cualquier otra obra y a mejorar los servicios públicos. Incluso, tendría dificultades, uno, para pagar el 50 por ciento de la deuda contraída durante la presente administración como se ha comprometido y, dos, a sostener el ritmo de gasto corriente calificado como alto.

Por fortuna, hasta el momento, los diputados locales han sido muy incisivos a la hora de analizar la propuesta presentada por Manuel Rosendo y no han tragado el anzuelo.

El oscuro destino de los recursos

Y es que, para colmo, aunque es algo que hemos manejado simplemente como hipótesis, existe la sospecha de que los recursos obtenidos de una institución financiera privada (pese a que una de las condiciones del Legislativo es que solo se contrate con la banca de desarrollo) serán utilizados para fortalecer la campaña electoral del candidato priista que resulte para la diputación federal.

Este sí un tema por el que el alcalde tuxtleco ha recibido una serie de rechiflas porque se ha subido al carro de uno de los precandidatos, acción a la que tiene derecho por supuesto, pero que hacen sospechar la utilización del crédito en esas lides. Y ya no estamos para esas escaramuzas.

En efecto, aunque la tendencia en el PRI apunta hacia el titular de Sedesol Jorge Carvallo Delfín, Manuel Rosendo Pelayo hace meses que se ha empeñado en enarbolar, contra viento y marea, la precandidatura de Vicente Benítez González, actual Oficial Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), para que sea el candidato a la diputación federal, empeño en que se ha aliado con otros alcaldes de la región, como Jorge Azamar González, postulado por Alternativa Veracruzana (AVE).

Y en ello, dicen sus paisanos, no solo está invirtiendo su capital político.

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