Es tanta la parafernalia mediática a favor y en contra de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014 que, en aras de despertar de una especie de pesadilla, buena parte de los veracruzanos quisiéramos que ya hubieran finalizado; que también ya hubiera ocurrido la Cumbre Iberoamericana y, aunque suframos a partir de enero la enorme cruda de fiestas tan descompuestas, entremos en un periodo de olvido.
Como si fuera la fiesta de XV años de la hija de una familia en grave situación económica pero que quiere echar la casa por la ventana, estos eventos internacionales (sobre todo el primero) nos han costado (y nos seguirán costando) sangre, sudor y lágrimas.
Cada integrante de la familia ha debido olvidar sus domingos, desprenderse de bienes y esperanzas, endeudarse, trabajar duro para que la casa esté en regulares condiciones y, para colmo, con la conciencia de que todos los que arriben a la fiesta se irán mascullando críticas por las pequeñas y desabridas raciones del banquete, la mala música, el malhumor de varios anfitriones, el licor malo y escaso, el feo vestido de la quinceañera y la torpe interpretación de la coreografía que nadie se aprendió porque empezaron a montarla pocos días antes de la fiesta.
Podríamos decir que los juegos, pese a ser uno de los mejores eventos, ocurrirán en el peor momento, y lo que viene será más duro: deudas acumuladas, casi nula obra pública, difícil situación en todos los municipios.
Para colmo, la pesadilla no terminará el día en que el gobernador Javier Duarte de Ochoa entregue la estafeta al país que organizará los siguientes Juegos Centroamericanos y del Caribe. Cuando creamos que ha llegado el momento de olvidar tanta penuria por organizarlos en casa, entraremos de lleno a la vorágine derrochadora que significará la celebración de los comicios federales para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
El problema, el gravísimo problema, es que en las esferas del poder esta especie de crispación social que deriva de tres años de finanzas públicas derrotadas no es posible sentirla porque, pese a los problemas económicos, no hay ahorro, un vocablo que solo es aplicado en las capas medianas y bajas de la burocracia.
Las obras ornamentales de la fiesta
Ya podemos seguir escuchando al alcalde xalapeño Américo Zúñiga Martínez vanagloriarse de que su gobierno está empeñado en lograr una buena imagen de la ciudad en los rumbos en que se escenificarán las competencias deportivas, destinando recursos que podrían significar la realización de obras más urgentes para la población. Lo mismo ocurre en Veracruz y Coatzacoalcos.
Y aunque nadie lo cree, también seguiremos escuchando que serán los mejores Juegos Centroamericanos y del Caribe, un evento a cuya inauguración no asistirá el presidente Enrique Peña Nieto, quien en su nueva y lujosa aeronave olvidará por unos días la enorme decepción que, entre tirios y troyanos, ha causado su mala gestión para enfrentar la desatada violencia que los poderes reales y fácticos han emprendido contra los jóvenes, justo el sector más numeroso de la población.
Y es que el presidente Peña se perderá el evento programado en el Estadio Luis Pirata Fuente, para el que ya trabajan varios dirigentes priistas para transportar a miles de colonos que aseguren llenar el coso del Fraccionamiento Virginia, el próximo 14 de noviembre por la noche, en que actuará Ricky Martin, porque el mandatario asistirá a la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), del 9 al 11 de noviembre; realizará una visita de Estado a la República Popular de China, del 12 al 13, y participará en la Cumbre de Líderes del Grupo de los Veinte, en Australia, del 15 al 16.
Pese a ello, creo yo, y es una opinión muy íntima y personal, que después de tantos gastos y tantas confrontaciones, deberíamos acudir a las competencias deportivas que se desarrollen en la sede más cercana a nuestros domicilios.
Independientemente de lo que ha significado, ya que nos han costado tanto, lo mejor que podríamos hacer es aprovechar que podremos observar a los jóvenes deportistas más destacados de nuestros países, porque pese a que no es una Olimpiada, habrá competencias de enorme calidad, considerando la presencia tanto de los atletas mexicanos como de cubanos, brasileños, colombianos y venezolanos, por citar algunos.
Como en Brasil, donde este año se celebró el Campeonato Mundial de Futbol en medio de las más enconadas manifestaciones públicas por el derroche y la corrupción que el gobierno de Dilma Rousseff abrigó en sus preparativos, los deportistas participantes no tienen la culpa, y vienen de años de preparación y esfuerzos de todo tipo para defender los colores de sus respectivas naciones.
A mí, que me inviten.
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