Con lo que hemos visto en el país, sobre todo a raíz de la masacre de estudiantes normalistas en Ayotzinapa, ordenada por el alcalde perredista José Luis Abarca Velázquez (apenas ayer indiciado por la PGR), el gobierno veracruzano deberá tener mucha vigilancia sobre los nuestros, muchos de ellos con actitudes gansteriles o con un pie (incluso ambos) del lado de la ilegalidad, sea por fobias contra sus críticos, antecedentes de negocios turbios o indicios de incurrir en actos de corrupción, abierta o solapada.
Basten tres casos para armar un mosaico de lo que está ocurriendo en los ayuntamientos veracruzanos, pero abundan y muestran las diversas maneras en que, llegados al palacio municipal, los políticos muestran sus pasiones ocultas y las formas de actuar contra le ley. Hablemos de los casos de los alcaldes de Tlapacoyan, San Andrés Tuxtla y Acayucan. En siguientes entregas analizaremos a otros.
Víctor Apolinar Barrios, el pollero feliz
Fernanda Camarena, de la cadena Telemundo en los Estados unidos, presentó este fin de semana un reportaje en tres partes sobre la situación que viven en las ferias ambulantes de aquel país, los migrantes legales reclutados desde hace varios años por el actual alcalde de Tlapacoyan, Víctor Juan Apolinar Barrios, el pollero feliz, quien ha hecho del trasiego de mano de obra una oportunidad para formar una enorme fortuna, pese a que los supuestos beneficiarios son explotados de manera infame por los empresarios norteamericanos.
“Al llegar a Estados Unidos, estos trabajadores se enfrentan con una realidad oscura, en realidad –dicen ellos-, una realidad llena de injusticias”, señala la periodista al presentar su serie Feria de Ilusiones, que apareció en la cadena de televisión en español durante viernes, sábado y domingo, y donde se establece la complicidad entre los empresarios de ferias de diversión ambulantes y el actual alcalde del partido Alternativa Veracruzana (AVE), en un municipio donde la anterior alcaldesa, Nayeli Jarillo Núñez, dejó un grave problema laboral con el despido injustificado de varios trabajadores, quienes ya recibieron laudo a favor.
La reportera norteamericana presenta entrevistas con varios de los migrantes que, año tras año, enriquecen la cartera del alcalde tlapacoyense. Con visas temporales H2D, los jóvenes de ese municipio colindante con Martínez de la Torre, son enviados a trabajar en las ferias ambulantes, donde son obligados a trabajar hasta 36 horas seguidas, con un salario de apenas cuatro dólares la hora y sin derecho a atención médica, a pesar de que son contratados con todas las de la ley, para armar, desarmar y operar los juegos mecánicos.
Señala el trabajo periodístico que Tlapacoyan, en los últimos 30 años, “se ha convertido en la proveedora número uno de trabajadores que viajan a los carnavales en Estados Unidos”. Ahora, tras esas tres décadas de enviar mano de obra explotable, 18 extrabajadores han entablado una demanda federal contra la compañía de carnavales, que emplea cada año a unos 100 trabajadores, más de la mitad de ellos trabajadores inmigrantes.
Estos trabajadores, según la abogada del caso, Victoria Mesa, eran obligados a vivir amontonados en casas rodantes, en muchas ocasiones sin servicio de agua, a cambio de salarios por debajo del salario mínimo en el país vecino. “Muchos trabajadores dicen que no hablaron de estos tratos por miedo a represalias por parte de Víctor Apolinar, un extrabajador de carnavales que por años controla el reclutamiento aquí en Tlapacoyan”. La reportera relata que el nombre de este pollero está plasmado por todo el pueblo, pues es alcalde de Tlapacoyan.
Lo más grave es la forma en que, según el reportaje, el alcalde sigue ganando dinero del trasiego legal de sus paisanos. “Personas como Víctor Apolinar han hecho su riqueza a punta de este reclutamiento”, según la abogada de los extrabajadores. Y señala que la oficina de reclutamiento del alcalde exige a los solicitantes dinero para el pago de los trámites migratorios que, por ley de Estados Unidos, deberían ser reembolsados pero no lo hacen. Son depositados a un contratista en Texas que trabaja para Víctor Apolinar.
Y fue más clara: “El departamento de Trabajo estadounidense asegura que todos los costos asociados con obtener la visa H2D en Estados Unidos son responsabilidad del empleador y no deben ser pasados a nadie más”.
En la región serrano-costeña hace mucho tiempo que quedó clara la participación del ahora alcalde tlapacoyense, militante del PRI que prefirió irse por el AVE cuando la decisión en el tricolor no le fue favorable, en el pingüe negocio de la inmigración, del que ha obtenido una enorme fortuna que le alcanzó para comprar el puesto que hoy administra sin mayores resultados.
Marcos Martínez Amador: Acayucan es suyo
En Acayucan, municipio donde el PRI ha permitido la reinstauración del cacicazgo de Cirilo Vázquez Lagunes, a través de sus hijas Fabiola y Regina, gobierna Marco Antonio Martínez Amador, postulado por el AVE y apoyado por quienes se sucedieron en la alcaldía durante nueve años seguidos. Lo menos que se dice del alcalde es que ha mantenido la misma rapacería que sus antecesoras.
Hundido en la violencia, la corrupción y el estancamiento, este municipio que llegó a ser una de las promesas más fuertes para la agricultura y la ganadería de Veracruz, ha visto caer su desarrollo al grado de que municipios de menor calado en la misma región pueden presumirle mejores logros en cuanto a infraestructura y servicios.
Por desgracia, todos los habitantes deben mantenerse sumisos hasta que acaben estos cuatro años de lo que se anticipa como una de las peores administraciones municipales, y eso es decir mucho luego de las gestiones de las hermanitas Vázquez Saut que, una vez por el PAN y otras por el PRI, mantienen bajo férreo control las estructuras políticas del PRI y, acabamos de verlo, del AVE de tempestades.
Y es que este alcalde, quien en julio proclamó a voz en cuello que habían intentado secuestrarlo mientras transitaba por la carretera a Sayula, se despertó el primero de enero de este año con la convicción de que Acayucan era suyo y que ningún periodista podía tocarlo ni con el suave rigor de un periodicazo, por lo que impuso reglas y estableció mecanismos de amenaza y coerción para que se le brinde el mejor trato mediático.
Uno de los señalamientos más insistentes se refiere a su salario, aparentemente mayor que el que obtiene el mismísimo gobernador Javier Duarte, y los de sus regidores, a quienes tapa la boca convidándoles generosamente del presupuesto municipal. Por supuesto, ha debido prescindir de los servicios de varios trabajadores municipales, a quienes ha despedido sin la liquidación que marcan las leyes laborales.
La pregunta obligada es quién controlará la protesta social que habrá de estallar por tantos años de cínicas exacciones al tesoro municipal.
Amárrenle las manos a Manuel Rosendo
En anteriores comentarios en este espacio, hemos sido insistentes sobre los riesgos que podría significar para San Andrés Tuxtla la posible autorización por parte del Congreso local, dominado por el PRI, de un endeudamiento por 300 millones de pesos que pretende su alcalde Manuel Rosendo Pelayo para obras que no parecen llevar la etiqueta de indispensable para su población y, en cambio, postrarían a varias administraciones municipales que le sigan en situación similar a la que enfrenta el gobernador Javier Duarte de Ochoa, con la estratosférica deuda legada por su antecesor Fidel Herrera Beltrán.
Pero parece que en la Legislatura las cosas se cocinan con base en las necesidades político-electorales, como pareciera ser el móvil de este alcalde megalómano que estaría sumamente comprometido a apoyar con recursos públicos (así sean provenientes de un empréstito) al candidato de su partido a la diputación federal por Los Tuxtlas en 2015.
En su oportunidad, comenté que “la construcción de un bulevar de cuatro carriles, una unidad deportiva y el cambio de luminarias no parecen las obras prioritarias para un municipio que, teniendo potencial para el turismo y la explotación agropecuaria, se ha mantenido a la zaga por falta de vías de comunicación adecuadas y de apoyo extraordinario a sus vocaciones productivas”.
En esa misma ocasión preguntaba:
“¿Por qué endeudar y no gestionar ante el gobierno federal como le han hecho otros alcaldes con similares premuras económicas? Porque al alcalde tuxtleco no le da la inteligencia ni las relaciones políticas para lograrlo y prefiere que los dos o tres siguientes alcaldes sean los que carguen con sus compromisos.”
Apenas unos días después pidió a columnistas que tiene apantallados con su discurso que ponderaran positivamente su entrevista en la ciudad de México con el Embajador de los Estados Unidos en México, Anthony Wayne, con quien exploró, según su petulante mensaje, mejores vías y condiciones para la comercialización de productos de su tierra en el mercado norteamericano.
Los expertos en el tema saben que esto debe tramitarse a través de las dependencias federales como la Secretaría de Economía, además de lograr que los productores e hipotéticos exportadores reúnan condiciones de sanidad, calidad y presentación de sus productos.
El tema es que Manuel Rosendo trata de tender una cortina de humo, mientras en la comisión de Hacienda Municipal, que preside la diputada panista María del Carmen Pontón Villa, se analiza su propuesta de endeudamiento que, gracias al visto bueno de los jerarcas priistas, seguramente concluirá en la autorización del peligroso trámite que hipotecará por décadas a un ayuntamiento que ha logrado poco para sus paisanos.
A bote pronto
Política y guapa, guapa política, Elisa Tagle ha logrado responder a la confianza que le depositó el alcalde de Veracruz, el empresario Ramón Poo Gil, quien le puso la prueba más difícil que cualquiera pueda presumir: nada menos que el manejo de la oficina de comunicación social, en una ciudad donde debe tratar con los periodistas más riñonudos. Pese a no tener experiencia en el ramo, Elisa no solo ha logrado buenos resultados en el área, sino que para más el alcalde le agregó las funciones del área de Acción Social y, a partir de su trabajo, los eventos del alcalde están mejor coordinados. Con su llegada, los eventos se realizan a tiempo y la convocatoria a quienes participan en ellos ha funcionado de maravilla. Enhorabuena.
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