No debió ser pequeña la cantidad de la que se hizo Miguel Alemán Velasco durante su gestión al frente del gobierno de Veracruz cuando, tras su divertido paso por la entidad, en que prácticamente hizo de Boca del Río la capital estatal, pasó de rico a verdadero magnate, lo que corrobora la idea de que nuestro estado no es pobre: los pobres somos quienes lo habitamos y no tenemos acceso a la caja de los valores en metálico.

Prácticamente corrido de la empresa Televisa a la entrada de Emilio Azcárraga Jean, pues al monopolio televisivo le salía más cara su inútil presencia que lo que redituaban sus buenos oficios, el cachorro de la Revolución se enfiló hacia la política y, tras una insustancial presencia como Senador de la República, consiguió la candidatura al Gobierno veracruzano, con el aura de que, siendo ya millonario, no habría razón para que robara como lo han hecho todos los demás gobernadores.

Terrible error de los veracruzanos que lo hicimos virrey. De haber heredado de quien le precedió en Palacio de Gobierno, Patricio Chirinos Calero, recursos cuantificados en 2 mil 800 millones de pesos, disponibles en las arcas de la Secretaría de Finanzas y Planeación, Miguelito dejó a los paisanos con la primera deuda escalofriante de los tiempos modernos: 3 mil 500 millones de pesos, lo que fue utilizado políticamente por quien le siguió, el oriundo de Nopaltepec Fidel Herrera Beltrán, quien arremetió duramente contra la administración del boato y el esplendor con que Alemán prodigó a sus amigos y sus propios bolsillos.

Por supuesto, en aquellos tiempos, lejos estábamos de imaginar siquiera la estela de rapacerías y latrocinios con que el Fidelato nos prodigó en solo seis años, luego de los cuales los veracruzanos nos enteramos de que la deuda se había multiplicado inconmensurablemente, para dejarnos en una cifra espantosa: 87 mil millones de pesos, según cálculos conservadores, es decir, casi 2500 por ciento arriba de lo comprometido por el gobierno alemanista, lo que nos hizo deudores de más de 12 mil pesos por cabeza, incluyendo niños, ancianos y moribundos.

Pero regresemos a Disneylandia. El exgobernador Miguel Alemán Velasco, quien tenía el sueño de emular a su padre y ser Presidente de México, además de enriquecer a sus amigos hizo lo suyo para recuperar lo que había perdido en sus aventuras televisivas y turísticas, y a los pocos años de terminar su periodo creó una de las empresas aéreas, de las denominadas de bajo costo, que hoy aprovechan la desaparición de Mexicana de Aviación: la empresa Interjet.

Su debut como magnate de la aviación no ha podido ser más exitoso. Interjet comenzó sus operaciones en 2006 con apenas tres aviones, con base en el aeropuerto internacional de Toluca. Hoy maneja 53 aeronaves, la mayoría de ellas nuevas, y tenía pedidos por otras 62. Maneja 36 destinos del país y nueve en el extranjero (Guatemala, Bogotá, San José de Costa Rica, La Habana, San Antonio, Miami, Nueva York, Las Vegas y Houston), la mayoría cedidos de la desaparecida Mexicana de Aviación.

Y ahora surcará los mares… con petróleo

Este miércoles, Grupo Alemán, dueño de Interjet, acordó comprar la empresa naviera Oceanografía, la misma que defraudó a Banamex y dejó colgados de la brocha a decenas de acreedores, con una deuda calculada en 15 mil 54 millones de pesos (unos mil 117 millones de dólares), lo que no le impidió seguir con sus contratos con el gobierno federal, tras la suspensión de inhabilitación dictada por el juez tercero de Distrito en Materia Civil, Felipe Consuelo Soto, en julio pasado.

Fue la directora de relaciones institucionales de Grupo Alemán (Galem), Gabriela Jiménez, quien confirmó la transacción, mediante la cual el grupo de la familia del exgobernador veracruzano adquiere el control de la sociedad de Oceanografía, tras un acuerdo con los accionistas de esta turbia empresa naviera, según despacho de CNN Expansión. Lo que resta es la aprobación de los acreedores como parte del proceso de concurso mercantil. Hasta el momento no se sabe el monto de la transacción, pero pronto veremos a esta familia en las grandes ligas de los multimillonarios.

Si las cosas salen como las partes quieren, el Grupo Alemán podrá manejar a discreción los sustanciosos contratos de transportación marítima de Petróleos Mexicanos (Pemex), siendo de los primeros beneficiarios de la recientemente aprobada reforma energética.

Eso sí, no quieren nada que ver con Amado Yáñez, dueño de Oceanografía. El presidente de Galem, Miguel Alemán Magnani, ha declarado a la prensa que la intención es que el fraudulento empresario ligado con los gobiernos federales panistas venda todas sus acciones (75% de las acciones de la empresa) para no quedar como socio.

Su padre, el exgobernador veracruzano, ya es visto como el magnate de las comunicaciones. En la columna Estira y Afloja, en el diario Milenio, J. Jesús Rangel reproduce una parte de su entrevista con él.

“—¿Invertirá en el tren rápido México-Querétaro?

“—Me voy a subir, pero no le entro… Bueno, sí le entraría si la primera parada está en el aeropuerto en lugar de la terminal de autobuses.”

  Así las cosas. ¿Y Veracruz? De capa caída.

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