En esta entrega, Arodi Martínez habla del primer grupo que formó, junto con su hermano y otros amigos; de su experiencia como migrante y de su recorrido por varios grupos, estilos e instrumentos musicales
Caballeros Boys
Cuando regresé de presentar exámen en México me entró, junto con mi hermano y otros amigos, la espinita de hacer nuestro grupo. Nos juntamos como seis o siete batos entrones, pero hacer un grupo en esos años (más o menos como por el 93) costaba muchísimo dinero, era impensable. Pero conseguimos un crédito en una Caja de Ahorros de Puebla y nos prestaron ciento y tantos mil pesos para comprar bocinas, mezcladora, todo. Pues se armó, ese año yo ya no fui a la escuela pero nos dedicamos a trabajar con el grupo, le pusimos Caballeros Boys. Hicimos láminas, hicimos promoción, me acuerdo que nos íbamos en bicicleta, con mi hermano, a los a los pueblos cercanos a promocionar el grupo, a entregar tarjetas, a todo eso. Nos empezaron a caer contratos porque la mayoría éramos chavos y ya dejábamos de tocar a Los Fredys, a Los Ángeles Negros, tocábamos a los Junior Klan, al Nativo Show, al Campeche Show que ya estaban más de moda, era más nuevos y a la banda le gustaba un poco más.
Un día estaba yo en la casa cuando llega mi jefe, siempre mi jefe, con unos discos:
-No sé qué es eso, ni lo conozco pero tiene un saxofón; ponlo, algo ha de ser.
Era un disco de Fausto Papetti, uno de Kenny G y uno de Grover Washington Jr. Eran totalmente otra cosa. Cuando los escuché yo no entendí nada, pero me gustaron mucho; el que más me gustó fue el de Fausto Papetti porque a los otros no les entendí nada. Yo me ponía en mi casa diario a sacar todas las canciones de Fausto Papetti: Sólo llamo para decir que te amo, Mujer enamorada, el Tema de Lara, Tema de Tracy, y en el grupo empezamos a tocar esas cosas y la gente sentía que era como de caché. Tocábamos una canción de Kenny G que era muy conocida, la de Going Home. Hacíamos un show, entonces nos contrataban bastante, además teníamos que buscar chamba porque teníamos que pagar al mes las letras, entonces cada quien tenía que conseguir por lo menos dos o tres contratos al mes. Nos andábamos moviendo, ofreciendo al grupo, íbamos a la radio y no sé qué. Así anduvimos un buen rato, como un año y medio hasta que por ahí se nos juntaron la deuda, los intereses y llegó el momento en que ya estábamos bien apretados, pero siempre chambeando. Durante todo ese año y medio nadie recibió ninguna paga porque todo lo que se ganaba era para la letra. Llegó un punto en que mi jefe me preguntó:
-Oye, ¿qué onda?, está chido tu amor por la música pero, cabrón, ya no tienes zapatos, ya no tienes camisas
Pero nos gustaba y lo disfrutábamos. La verdad es que ahora lo recuerdo y no sé cómo le hacía mi jefa para darnos para el pasaje que eran 20 pesos, que en ese entonces era mucho dinero. Nos teníamos que trasladar dos, tres horas de la casa, a veces nos teníamos que quedar cuatro, cinco días, diez días porque había tocadas y no podíamos regresar, y pues era duro.
Un día íbamos a un baile a una región que se llama la Región de la Cañada, íbamos a un baile en un torton que era de un amigo que nos echaba la mano, nos cobraba barato. Íbamos todos arriba, trepados en las bocinas, subiendo la sierra cuando se le va la flecha al torton y se atora la dirección, se quedó trabada hacia el voladero y ya iba el torton en bajada. La verdad es que el cuate que manejaba pudo haber saltado y sálvese quien pueda, pero se aferró al volante y en el último momento, cuando estábamos a punto de saltar porque ya veíamos el voladerote, logró darle la vuelta al volante y estrelló el camión con el cerro. Fue aparatoso, el equipo se lastimó bastante, nosotros salimos volando de la altura del torton. Después del accidente empezamos a pensar:
No hemos comido, no tenemos ropa, llevamos un año y medio así, ¿cuánto más va a durar esto?
Todavía nos faltaban como 50,000 pesos por pagar, era mucho. Varios tenían familia y en mi familia ya estábamos tronando. El equipo se dañó, había que repararlo, el torton se dañó, había que pagar eso, y además, teníamos un contrato a las diez de la noche y había que cumplir.
Conseguimos para rentar equipo, cumplimos ese día el contrato pero teníamos más fechas por cumplir, entonces acordamos:
-Vamos a cumplir las fechas que ya tenemos, congelamos esa cuenta, vendemos el equipo y cada quien por la paz. Así le hicimos y allí murió eso.
Segundo Impacto
Después regresé a la ciudad, llevaba año y medio sin cobrar, no tenía dinero, tenía deudas y entonces, con mi compañero que tocaba el sax, nos fuimos en parejita a ofrecer con varios grupos. Lo clásico, varios nos hacían audiciones pero nada más nos daban largas, hasta que se enteró el señor del grupo Impacto que yo andaba sin chamba y me habló:
-Oye, dicen que andas sin trabajo
-Sí y la neta es que ya no aguanto, no he comido
El señor, muy buena onda, me dijo:
-No te preocupes, vente para la casa, te invito a comer y platicamos
Cuando llegamos comimos y le dije:
-Ya fui a ver a este, a este, a este y todos ya tienen sus saxos
-Pues mira, yo tengo mis saxos pero, bueno, ellos como quiera también trabajan con su tío. Déjame hablarles, no te aseguro nada pero mañana en la noche tenemos una tocada, les voy a hablar y les voy a decir que vas tú nada más, que hagan el paro.
Pero pues ni modo que dejara fuera a mi cuate, entonces le dije:
-Te agradezco, pero es que él también está igual; o vamos los dos o mejor que no vaya nadie.
-Bueno, pues déjame ver qué puedo hacer
Nos fuimos a la casa y me llega un recado al teléfono de la población:
-Díganle que vaya porque voy hablar
-¿Sabes qué?, curiosamente estos amigos mañana tienen un toquín con su tío, aquí es la oportunidad, van ustedes dos, nada más que hay que aprenderse 65 canciones para mañana
-Pues va
Que voy a ver a mi cuate:
-¿Sabes qué?, hoy te vas a quedar a mi casa, hoy no dormimos, vamos a sacar todo el repertorio porque a las dos de la tarde hay ensayo y tocamos a las ocho de la noche.
Nos pasamos toda la noche sacando el repertorio, al otro día llegamos, ensayamos y fuimos a tocar en la noche. Estábamos tocando cuando llegaron los otros chavos, ya había terminado su tocada y pasaron a ver si no se ofrecía nada y ahí les dijo que ya estábamos yo con mi cuate; nos hicimos de enemistad con ellos porque se sacaron de onda, pero ya tuve chamba y me aliviané pero yo decía bueno, ¿y ahora qué hago?, no estoy estudiando, sí estoy tocando pero ya no me fui a México, en la escuela de idiomas no me aceptaron, ¿qué hago?
Que lejos estoy/ del suelo donde he nacido…
Eso fue en el 95, 96 cuando estaba todo ese boom de Los Temerarios, Los Caminantes, la Música de Liberación, todo lo norteño y el asunto ese que de la migra, que de irse al otro lado, todo ese asunto. Por ahí yo tenía un cuate que regresó del norte y me contaba maravillas.
Mi papá tenía un pariente, el señor Franco, que le había mandado una foto por correo en la que estaba tocando el sax en un club de Los Ángeles que se veía súper bien. Yo me quedé así, guau, algún día yo quisiera estar así, tocando allá.
Se me metió la espinita y entre que todo se juntó dije bueno, yo me voy al norte
y un buen día un cuate me dijo:
-Si quieres irte háblale a fulano, consigue tanto, haz esto, etc.
-¿Saben qué, jefes?, me voy al norte
-¿Y qué vas a hacer allá?
-Pues yo me voy porque quiero hacer mi casa, quiero hacer esto y lo otro; yo me voy
Agarré mi maleta y vámonos. La travesía ya la sabemos, sales por el cerro, te agarra la migra dos, tres veces y ahí vas otra vez.
Cuando por fin pasé fue como sobrenatural; uno de los que iba se murió por picadura de serpiente, nos encajuelaron, llegamos a San Diego, estuvimos metidos en una casa comiendo queso, tortillas y huevos, y de ahí al aeropuerto, del aeropuerto hasta Nueva York, porque hasta ahí vivía mi cuate, el que me hizo el paro.
La verdad es que no me acuerdo ni cómo llegué, ni cómo es que no tuve problemas, pero sí me acuerdo que el cuate con el que iba me dijo:
-¿Sabes qué?, cuando yo te haga una seña, camina y camina derechito y si ya no me ves, vete y busca por ahí a un latino o alguien con quien te puedas pegar.
Yo nada más acuerdo que me seguí, me seguí, me seguí hasta que llegué a una parada y vi un cuate que se veía medio mexicano, hablaba español y le dije:
-Yo voy a tal lugar
-Tienes que ir a la Gran Central y tomar un tren.
Total que llegué al tren, ¿cómo le hice?, quién sabe, ahí es donde alguien te echa la mano, quién sabe, hay algo que siempre está con uno.
Llegué, alguien me hizo el paro para comprar el boleto y estaba yo a punto de subir al tren cuando llega mi cuate que por fin se había podido zafar. Fue de esas cosas increíbles porque en una ciudad tan grandota y nos volvimos a ver en el tren.
Me dediqué a chambear, estuve casi tres años ahí, lavando coches, pintando, lavando trastes, cortando el pasto, todo lo que tiene uno que hacer para chambear.
Ahí compré mi sax y me ponía a estudiar en el sótano de la casa. Unos vecinos negritos se enojaban conmigo por el ruido, ahí sí demandan a uno por el ruido, pero me hice su cuate y a través de ellos comencé a conocer el merengue y esa música que yo ni al caso. Un día fui a una tienda de discos a la ciudad y empecé a ver por departamentos: cumbia, rock y el famosísimo jazz. En ese momento mi vida eran Los Temerarios, Carro Show, entonces empezaba el movimiento sonidero y era lo que me interesaba.
Un día me llegó una carta de un amigo que decía:
-Oye, ya que andas por ahí consíguete unos discos de La Charanga Habanera, de Irakere, de NG para que escuches el jazz latino.
Pero a mí no me interesaba eso, de verdad no me interesaba pero un día me acordé del casete que había comprado mi papá de Grover Washington y dije, bueno, ya estando aquí lo voy a comprar ahora en CD. Lo busqué y vi en el anaquel uno de Paquito D’Rivera y lo compré porque vi que estaba en la portada inclinado con su sax, sólo por eso lo compré. También compré uno de Sadao Watanabe, el Elastic, de Joshua Redman y otros más. Hubo unos que no me gustaron y se los regalé a una morra para quedar bien. Pero entonces empezaba escuchar una estación que todo el tiempo pasaba jazz y un canal de cable que todo el tiempo estaba con jazz y smooth jazz y jazz rock y todo eso entonces, en las madrugadas que llegaba de trabajar, bajaba la televisión al sótano y ahí tenía, según yo, mi estudio; llevaba mi grabadora, mi atril y mi saxofón y me ponía a escuchar el canal de jazz y ahí estaba tocando pero a lo único que me llevó eso fue a tocar por merengue con algunos puertorriqueños, pero unas dos o treces veces, si acaso, y a tocar por ahí algunas canciones instrumentales, pero hasta ahí.
Había unos cuates que me escribían y me decían que fuera al Blue Note, al Village Vanguard, a este, al otro. Hubo una temporada que como pintor andaba yo trabajando en varias ciudades y en una de esas me tocó ir a Nueva York, íbamos a estar como un mes en la ciudad, pintando en un barrio. Ahí aproveché para ir a conocer de vista esos lugares y como que me dio la espinita de comprar libros, discos y videos. Me metí a una tienda a comprar métodos, libros y esto y el otro.
A tus brazos otra vez…
Ya cuando me regresé a México tenía toda esa bola de cosas y me ponía yo a leer y veía que la escala esta, que esto, que aquello, que eso se usa en el blues, que el jazz y yo decía ¿qué cosa es todo eso?
Cuando llegué tenía que hacerme una operación y saliendo de esa intervención el médico fue claro y me dijo:
-No vas a poder tocar por lo menos durante un año o un año y medio, en lo que te recuperas, y después vas a tratar de soplar lo menos posible porque ya estás delicado
Entonces me compré un bajo porque dije aquí tengo que mover los dedos, no tengo que soplar. Me metí a un curso con un amigo, terminé dos o tres módulos y ya andaba empecé a tocar el bajo. Conseguí chamba con unos cuates de un grupo tropical y dije bueno, pues ya me quedo así, ya ni agarraba el sax, ni nada, pero un buen día me habló un cuate y me dijo:
-Oye, fíjate que se va a armar una banda de salsa
-¿Salsa?
-Sí, de salsa y de latin jazz
-¿Y?
-Que no hay trompetista y andamos buscando
Y en ese momento dije voy aprender a tocar trompeta, porque es lo que yo siempre había querido, pero me acordé que el doctor dijo que soplar no. Un día vi un anuncio que decía: doy clases de violín, de órgano, de trompeta, de saxofón y de piano. Fui y le dije al señor:
-Enséñeme a tocar la trompeta
-¿Tienes trompeta?
-No
-Bueno, yo tengo una, te la presto
Me la prestaba, empecé a ir a clases con él y al cabo de unos dos o tres meses que ya medio tocaba unas cancioncitas me dice:
-Veo que te gusta, quédate con la trompeta y vémela pagando
Era una Vincent Bach, antigua, una súper trompeta pero yo no tenía ni idea. Me la vendió en 3000 pesos. Pero eso yo la estudiaba a escondidas de mi papá. En ese entonces me metí estudiar contaduría y metía la trompeta en la mochila de mi escuela y en las tardes me iba a mis clases. Ya cuando se armó la banda de salsa le dije al director:
-Voy a entrar como bajista pero cuando aprenda a tocar más canciones, me quedo como trompetista
-Bueno, no hay problema
Entró un cuate a tocar trompeta pero le dijeron que era solo por cuatro o cinco meses, porque ya tenían trompetista.
Yo me apuré a estudiar y en mi casa, a escondidas, sacaba mis cancioncitas y hacía mi repertorio.
El doctor había dicho que no debía soplar y había momentos en los que tenía yo ciertas complicaciones, además el señor que me enseñaba no tocaba era trompetista, me enseñaba pero no me daba la técnica, me hacía soplar y me cansaba.
Vendí la trompeta y dije pues ya ni modo, sigo tocando el bajo, entonces en la orquesta de salsa dije:
-¿Sabes qué?, no
Pero como yo había dicho que iba a dejar el bajo para agarrar la trompeta, pues ya tenían un chavo bajista y entonces me quedé sin chamba.
Cuando me quedé sin chamba agarré la batería y conseguí unos huesitos con unos cuates y ahí anduve un ratito de baterista tropical, pero iba pocas veces y al baterista le pagaban menos que a los demás y yo como que me sentía.
Hold on!
Dejé eso y dije no estoy estudiando, no estoy tocando el sax, pues me consigo una chamba y entré a trabajar a un centro comercial. Mi chamba de era de bodeguero; tenía que cargar y cuando me iba muy bien me pasaban de gondolero a acomodar cosas, y que el aroma este y el aroma otro. La verdad es que no me pagaban bien y un día estaba yo acomodando los gancitos y el jabón y no sé qué, cuando me encuentro a mi amigo que era mi pareja de saxofones; llegó a comprar y me vio:
-¿Qué onda?, ¿qué estás haciendo aquí?
-Chambeando
-Pues sí pero, ¿cómo que chambeando aquí?, ¿pero tocas en las noches?
-No, ya no estoy tocando
-¿Cómo? Mira, trabajar no es malo, está bien, pero lo que te pagan aquí a los 14 días, te lo pagan en una tocada. Date cuenta de lo que sabes hacer, de lo que tienes contigo y no chingues
Le di vueltas en la noche y dije pues sí es cierto. Para variar, al siguiente día llego a la chamba y me toca en la bodega la sección de cristales, yo era el encargado de checar que todas las pilas de cristales quedarán bien; estaba acomodando las pilas cuando, por accidente, se cae una pila y se rompen 86 vasos, entonces llega la jefa de personal que era una señora horrible y me dio una regañiza:
-¡Y ahora los vas a pagar!, ¡y esta quincena no vas a cobrar!
Entonces en ese momento fui a la oficina de los trabajadores:
-¿Y esto en cuánto sale?
-Sale en 330 pesos
En ese momento dije 330 pesos yo me los gano en dos horas y media tocando y aquí tengo que aguantar a esta señora que me acaba de gritar, voy a trabajar 14 días para pagar esto, me quedo sin comer, sin nada; en ese momento me dije, ¿qué hago aquí?:
-¿Sabe qué?, ya no me pague esta quincena, quédese con eso, adiós
Obviamente se súper enojaron conmigo, pero agarré y me salí.
Empecé a ver grupos y otra vez lo mismo, ya tenían a su gente.
Con fe/ siembra y siembra y tú va a ver
Anduve medio ahuitado y un día, caminando por el pueblo, me encontré a un cuate:
-Me habló el maestro Ismael y me dijo que lo vayas a ver porque le interesa un elemento
Fui a verlo:
-Oye, pues sé que medio le haces a la batería
-Sí, un poquito
-Mira, pues te voy a pagar tanto porque toques la batería y luego tocas el sax y luego tocas el güiro y cuando mi hijo se vaya, agarras el octapad y…
-Órale, ¿cuánto me va a pagar?
En esos entonces a un saxofonista le pagaban ya unos 500 pesos.
-Te voy a pagar 230 pesos, ¿qué te parece?
-Órale, va
-Bueno, pero antes vas a pasar mi audición. Agarra el sax y ponte a leer…ah, sí lees. A ver, agarra la batería…ah, pues sí le haces a las cumbias. A ver, agarra el octapad…A ver, agarra el güiro….A ver, baila…Pues sí, tus 230 pesos ahí están. Mañana ensayamos y en la noche hay tocada
Cuanto salí de ahí dije por lo menos hay chamba, pero si me dieran el sax habría más lana. Entonces le hablé a mi cuate el de la orquesta de salsa:
-Oye, carnal, estoy sin chamba otra vez
-Qué bueno que me hables porque justamente tenemos broncas con el del sax porque toma mucho y ya tenemos muchos problemas con él, si quienes vente a ensayar y en la noche empezamos a tocar
-Órale, va
Le hablé al maestro:
-Maestro, muchas gracias pero me acaba de salir esto y me conviene más
Me fui a ensayar y en la noche, a tocar. Ahí empecé a tocar salsa. Estaba chido porque había temporadas que había tocadas de martes a sábado, tenía chamba y pagaban más o menos. Entonces dije ya me establecí un poquito y pensé ahora ¿qué cosa voy a estudiar? A mí siempre me han gustado las matemáticas, entonces me metí al tecnológico a estudiar ingeniería eléctrica. Estuve tres años en la carrera pero era muchísima presión porque tocaba de martes a sábado, tomaba clases en el tecnológico y aparte tenía que estudiar duro y llegó un punto en el que, por cuestiones más bien físicas, ya no aguanté y me salí, entonces dije chale, y ahora qué voy a hacer, estoy tocando pero mi carrera ya la dejé. Estaba con la firme idea de dejar todo y regresarme al norte.
Un buen día, a unos amigos míos con los que estaba tocando, los invitan a tocar a Bali, en Indonesia y me dice uno de ellos:
-¿Vas con nosotros?
Yo no sabía ni qué era Bali, total que ellos se fueron, yo ya fui. Entonces uno de ellos me escribe un día y me dice:
-Oye, si te vinieras para acá ganarías bien. Estúdiale, échale ganas
Y me dio ánimos, dije pues sí, me voy a poner a estudiar.
(CONTINUARÁ)