Una orquesta de casino, quizá como la Luis Arcaraz, un grupo de música tejana, las sonatas, las fugas y las Invenciones de Bach, los arreglos de Glen Miller, de Count Basie, de la big band Harry James, la armonía del jazz…esa mezcla heterogénea de maneras de entender y oficiar la música conforma la banda sonora de una biografía: la de Rafael Alcalá.
El abuelo un día / me subió a la carreta / de tocar la vida
Mi nombre es Rafael Alcalá y nací el 13 de octubre de 1978, en Nuevo Laredo, Tamaulipas; toda mi familia es del norte del país y de Texas.
Tuve la fortuna de nacer dentro de una familia cuyo oficio es la música. Mi abuelo tenía una big band, la única orquesta que había en Nuevo Laredo en los años 50-60, y una de las pocas que tenía una estructura y una disciplina de lectura y de estudio; tocaba música popular, jazz, y esos géneros.
Mi abuelo fue el que me empezó a dar mis primeras lecciones de música; como su instrumento era el saxofón, todos teníamos que empezar con el saxofón y después el instrumento que quisiéramos.
Todos estudiamos solfeo con el mismo método; después del saxofón me pasé al piano. Tendría más o menos ocho años y tuve la fortuna de estudiar con él como dos años. Falleció cuando yo tenía como 10 y él casi 80.
Contigo aprendí / a conocer un mundo nuevo de canciones…
De ahí me fui a estudiar con un primo, mayor que yo, que tocaba piano y después con mi tío, que heredó la orquesta de casino (así le decían a esas formaciones). Ahí empecé, a los 10 años, a tocar de forma profesional porque ya me pagaban. Había dos pianos, mi primo mayor tocaba uno y yo tocaba el otro. Fue un aprendizaje bastante denso porque tenía que llegar desde las tres de la tarde, cargar instrumentos, poner atriles, tocar, desmontar todo, pasar a comer unos tacos y llegar a dormir a las seis de la mañana; todo esto dos o tres veces por semana. Para un chavito de 10 años, pues sí es pesado, pero aprendí a trabajar y empecé a ganarme mi dinerito, y mis papás me apoyaron mucho, me decían:
-Ok, sabemos que andas con tus primos y con tus tíos
Eran cuatro o cinco tíos y seis o siete primos, y en esa época todos vivían; esa era mi familia materna.
Aprendí lo que es ser músico, tú sabes que hay que llevar cierto horario, hay que ensayar, hay que conocer la música, practicar independientemente porque mi tío agarraba al músico que no se sabía la música y lo ponía muy mal enfrente de todos, tenía esa onda casi como Genne Grupa, ¿no? (risas); obviamente nadie quería estar en esa situación, todos se aprendían la música. Fue una etapa muy bonita, muy bonita.
Un cielo que no tiene división
Cuando cumplí 12 años mis papás decidieron emigrar para Estados Unidos por la cuestión de la escuela; la mayor parte de mi familia está en Texas, entonces, era lógico irnos para allá. Cuando llegamos a Texas entré a middle school y después a high school y por un lapso como de dos años no tuve mucho contacto con la música, porque ya era muy difícil seguir con las clases y estar estudiando. En mi familia paterna también son músicos, pero no son tan ceremoniosos, ni tan profesionales, simplemente les gusta la música y se dedicaron a eso, a formar grupitos y cosas así para tocar como hobby.
Amigo, ¿qué andas haciendo?…
Cuando entré a middle school tendría como 13 años, un año antes, un hermano de mi papá fue a mi casa y le dijo a mis papás:
-Estoy tocando con un grupo y el pianista no puede ir, yo sé que Rafita toca piano, ¿por qué no me acompaña?
Fui a un ensayo, empecé a escuchar la música, y como ya había estudiado solfeo y tenía un entrenamiento auditivo, al escuchar el ensayo vi que iba tal acorde, y luego este, y luego este otro, y me acuerdo que dije:
-¿Puedo tocar?, creo que sé más o menos lo que están haciendo
-Bueno, pues que se suba este morrito
Y empecé a tocar las canciones con ellos. Cuando me escucharon dijeron:
-Ah, sí sabes, ok, entonces ¿por qué no tocas con nosotros?
Era otro ambiente, era lo que se le llama música tejana, que es como una mezcla entre norteño, rock, country, toda esa cuestión; es muy distinta a la música norteña. Había canciones norteamericanas muy bonitas. En el repertorio había arreglos de música de Little Joe y La Familia, y arreglos de Joe Gallardo que eran totalmente jazzísticos, pero dentro del contexto tejano, eso me gustó mucho porque yo venía de haber escuchado esas texturas.
Me dieron la oportunidad de tocar con ellos, pero era muy distinto porque ya no era tocar en fiestas con mis primos y mis tíos, acá era tocar en night clubs, y yo apenas tenía 12 años, pero el director del grupo, que también era profesor de matemáticas en una high school, fue a hablar con mis papás y les dijo:
-Mire, señora, no va a tomar, no va a fumar; va a lo que va, a trabajar, y yo me hago responsable.
Entonces, de nuevo me dieron permiso.
No por mucho madrugar / se toca bien el piano
Estuve trabajando con ellos como dos años, de los 12 a los 14, después ingresé a high school y pensé dedicarme a las matemáticas que me gustan mucho, porque, ya sabes, hay que estudiar una carrera y blablablá, pero ese año se abrió una escuela de artes en Laredo, Texas, que se llama Vidal Treviño Magnet School. Es una escuela para alumnos de high school que, en vez de tomar ingeniería, arquitectura o cualquiera de esas materias externas al currículum, pueden tomar música, baile, teatro, cinematografía, artes plásticas. Yo no sabía de esa escuela, pero el director del grupo en que tocaba me dijo:
-Oye, Rafa, ¿ya sabes de esa escuela?, mira, es la primera generación y ya empezaron las clases, pero voy a hablar con la directora, le voy a decir que eres mi sobrino para ver si puedes hacer una audición
Y sí, me dieron la oportunidad, y cuando hice la audición me dijeron:
-Oye, tú deberías estar aquí.
Era una escuela totalmente nueva, había ocho salones de práctica, con piano acústico, y un salón auditorio. Era muy, muy buena escuela pero había pocos estudiantes; éramos cuatro pianistas, yo era el más joven, y los maestros eran doctores en música. Me acuerdo de uno de mis primeros profesores, Doctor Laughman, acababa de llegar de Juliart y le ofrecieron trabajo en este proyecto; con él empecé a estudiar cuestiones de técnica de piano en música clásica, que para mí era bastante nuevo. Obviamente yo tenía muy malas costumbres para tocar el piano, porque nadie me había dicho nada, simplemente lo tocaba, se oía bien, y ya, entonces fue uno de los primeros cabezazos fuertes que me dieron:
-A ver, a ver, tienes que hacerlo así, así y así; tienes que tener esta estructura; tienes que tener esta técnica; esto no lo puedes hacer…
Eso fue muy bueno para mí en ese momento, porque me hizo reflexionar.
Después, otra profesora que venía de la Universidad de Miami, Doctor Carrol, también empezó a darme clases de piano. Me acuerdo que un compañero mío, uno o dos años más grande que yo, ya estaba tocando a Rachmaninov, y a Chopin, porque él había tenido una formación clásica; cuando lo escuché dije no, pues me falta mucho
Otro compañero que era de México ya estaba tocando el Concierto para Piano No 21, de Mozart, y era de la misma edad que yo.
Obviamente, cuando eres un chavito, te pega; yo creo que si tienes algo de ego, ahí lo destruyen, y más que los maestros casi, casi me decían:
-Te tienes que poner a estudiar, porque aquí eres el peor.
Entonces fue muy bueno, dije me voy a enfocar, voy a empezar a estudiar y voy a empezar a meterme duro.
Fue una disciplina muy fuerte, me acuerdo que llegaba de la escuela, hacía mi tarea lo más rápido posible, cumplía con todo eso, y me metía a estudiar hasta muy tarde todos los días; entonces siento que sí hubo un progreso.
En el segundo año, según yo me iba a dedicar a la música clásica, pero ese compañero que en primer año tocaba Rachmaninov, para el segundo año ya estaba tocando otra cosa, y dije bueno, nunca lo voy a alcanzar.
Cielos azules / sonriéndome…
En ese año hubo un concurso de orquestas de jazz de high school que yo no sabía que existían. Fueron a ensayar a la escuela, me acuerdo que iba a mi cubículo a estudiar y escuché Blue Skies, la conocía bien porque la tocábamos en la orquesta de mi tío, y escuchar esas armonías y la sección de trombones tocando un pasaje me gustaba mucho porque yo había nacido escuchando esa música. Fui a ver al director y le dije:
-Mire maestro, mi nombre es Rafael, yo toco piano (no tenían pianista), si se puede, me gustaría que me diera permiso de venir a ensayar con ustedes, nada más para tocar un poquito
-¡Ah, tocas piano!, bueno, pues ten las partituras.
Y me dio todo el libro para que me lo aprendiera para los ensayos. Me fui a la casa, me aprendí la música, me empezó a gustar porque venían partituras de big band para piano, que nunca había visto así, tan detalladamente. Había arreglos de Glenn Miller, de Count Basie, de la big band Harry James. Me aprendí eso y pensé, tengo más facilidad en esto, me gusta
Además, lo otro sí que estaba súper clavado, tú sabes, entre aprenderme las Invenciones de Bach, las sonatas, las fugas, y estar tocando Count Basie, pues obviamente eso me gustaba más. Mis maestros me mandaban llamar:
-Rafa, ¿qué pasó?, hay que seguirle.
Seguí estudiando a la cuestión clásica y en mis tiempos libres me iba a tocar con la big band de la escuela.
Cortesía y armonía
Ese año llegó un maestro de guitarra egresado de la Universidad de North Texas, Ric Cortez; le ofrecieron trabajo en la universidad y se fue para Laredo pero ahí no había guitarristas, sólo se usaba para tocar con rondalla, Página blanca, y esas cosas, entonces nadie le hacía caso. Además, tocaba acordes muy raros y como que eso no le gustaba a los alumnos. Siempre estaba tocando en su oficina; me acuerdo una vez que pasé por ahí, lo escuché, y me metí a ver qué estaba haciendo:
-Hola, profesor, me llamo Rafa; ¿qué son esos acordes?
Y él, muy buena onda:
-Pues mira, este es un Sol 7 con trecena, novena, y oncena aumentadas; esto es una mixolidia con una trecena bemol, y esto es la menor armónica sobre un acorde dominante.
-¿De qué me está hablando?, eso yo no lo entiendo
-Esto es teoría y armonía del jazz
-¿A poco hay armonía de jazz?, yo conozco los acordes, las tríadas, la posición fundamental, y eso es lo que he tocado.
-Ah, sí, pero mira, si tomas este mismo acorde, y haces esto…
Entonces le llevé los arreglos de big band, y me dice:
-Mira, aquí puedes hacer esto…
Tocaba algo de piano, y me encantaba lo que estaba haciendo, entonces le dije:
-Oye, maestro, si se puede, me gustaría venir acá a estudiar contigo esto.
Y tuve la gran fortuna de que me dio la gran oportunidad de entrar a su salón, y estudiar con él. Estuvo muy padre porque no había alumnos, era yo el único, entonces le pedía permiso al maestro de teoría para ir a estudiar con Ric en el tiempo de su clase. Ric fue el primero que me dijo:
-Mira, tienes que aprenderte los standards porque el músico de jazz tiene que saber repertorio. Cómprate este libro, este otro libro, escucha este disco, escucha este otro; escucha a Charlie Parker, a Dizzy Gillespie, a Bud Powell, a Coltrane.
Me recomendó a todos los iconos, y después me puso a hacer transcripciones; me explicó cómo funcionaba la armonía. Era prácticamente como tener una lección privada todos los días con él.
Primero me iba a estudiar piano clásico, luego me pasaba a estudiar con él, y en la noche seguía tocando con el grupo tejano, entonces ese período fue muy intenso. Así estuve hasta los 17 años.
North Texas in my mind
Al terminar high school, Ric me preguntó:
-¿Qué vas a hacer?
-Pues estudiar música
-Tienes que ir a North Texas, porque es la mejor escuela de jazz de Texas Obviamente yo le creía todo lo que me decía, y hablé con mis papás:
-Mijito, te apoyamos, pero sabes que no estamos en una situación económica muy buena, no nos es posible mandarte a estudiar fuera.
-No se preocupen, yo voy a buscar cómo, voy a buscar becas, apoyos, o voy a ver qué hago, pero me voy a ir a estudiar a North Texas.
-Pues adelante, nosotros te apoyamos, y que Dios te bendiga.
Escribí y me dijeron que había una audición para entrar el siguiente año. Mi papá me llevó, manejamos ocho horas para llegar a Dallas. Tuve la audición y nos regresamos; eso fue como por marzo del 97. Para entonces yo ya hablaba inglés, pero estaba machucándole a la cuestión académica. En caso de que no se diera lo de la beca, pensaba trabajar un par de años y juntar dinero, o vería qué hacer.
Para ese entonces, mi maestro Ric Cortez me empezaba a invitar a sus tocadas como pianista, entonces tenía que empezar a cancelar lo de lo tejano para irme a hacer lo de jazz. Tocando con el cuarteto de Ric empecé a aprenderme un montón de standards, él me decía:
-Mira, apréndete esto en todos los tonos
Era muy estricto, igual que Doctor Laugman y Doctor Carrol, que siempre estaban con la cuestión de tienes que estudiar, y no te creas mucho, ni nada, porque te falta un montón.
Con Ric tocamos en Laredo, Corpus Christi, Houston, Dallas, en muchos lugares.
(CONTINUARÁ)
CONTACTO DE FACEBOOK CONTACTO EN G+ CONTACTO EN TWITTER