México se comprometió, junto a Estados Unidos y Canadá y los integrantes del Triángulo del Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador), a proteger los derechos humanos de los niños en su recorrido hacia EU, desmantelar las mafias de traficantes de personas y desplegar campañas mediáticas para acabar con el rumor que desató el éxodo de los más pobres con la falsa promesa de ser legalizados al llegar a suelo estadunidense.

Estaremos más vigilantes en la frontera sur, señaló Mercedes Guillén, subsecretaria de Migración de México, en la conferencia celebrada en Managua. Preocupa mucho la ambigüedad de la declaración. Estar vigilantes es el antecedente de una acción y la señora no la especifica.

Preocupa mucho que ella, como vocera de su gobierno, no aluda a la brutal criminalidad que azota al área más al sur de su país, campo fértil e impune para todo delito contra migrantes, sean éstos viajeros hacia EU o, como son miles, trabajadores agrícolas indocumentados, explotados por cafetaleros, trabajadores en servicios turísticos, comerciantes in situ o compradores para vender en su país; prostitución infantil, femenina y masculina, más todo lo que queramos imaginar.

Esa es, a grandes rasgos, la magnitud y complejidad del problema, junto con el más absoluto contubernio de autoridades municipales, estatales y federales. Todos están en la sopa. Anunciar que estaremos más vigilantes preocupa más que alienta.

El problema es universal y complejísimo. No se ve solución pronta; por ello, por mil razones humanitarias, el gobierno mexicano debería aplicar la ley contra el crimen, cosa que no hace, y anunciar una amnistía relativa en todos sus métodos xenófobos de control.

Y en este contexto de migración masiva, Veracruz es uno de los estados del país que más personas aporta: la escasez de empleo, la violencia galopante que amenaza la vida de todos, la falta de oportunidades en instituciones de educación superior del estado (UV) y otros factores nos ponen en los primeros sitios como estados expulsores de paisanos.

Y eso es vergonzoso.