En esta entrega, Leo Corona nos habla de su regreso a Xalapa, de su experiencia como acompañante, y de su gran escuela, el hueso

Come Play With Me

Rodolfo "Popo" Sánchez
Rodolfo «Popo» Sánchez

Después de estar con Chilo, siguió mi vida musical en México.
En el 99 se armó un ciclo de jazz en el Centro Nacional de las Artes. Popo Sánchez fue invitado y, a su vez, me invitó para tocar en una fecha de esa pequeña temporada. Para ese entonces, Popo Sánchez ya era director de la Orquesta de Música Popular, aquí en Xalapa, pero seguía echándose sus huesos de jazz en donde lo invitaban. Platicando con él, le pregunté:
-Oiga, ¿cómo le va allá en Xalapa en la Orquesta de Música Popular?
-Bien, y tú, ¿cómo estás aquí?
-Yo estoy bien, estoy chambeando en un pastelero que se llama Olympus (un grupo que existe hasta la fecha y trabaja muy bien). De repente me la soltó:
-¿No te quieres ir para allá?
-Ya, maestro, ¿en serio?
-Estoy hablando en serio, tú sabes que yo no bromeo con esas cosas.
-Órale, maestro, sí me voy para allá
-¿En serio?
-Sí, pues usted me lo está diciendo en serio, ¿verdad?, pues yo también estoy hablando en serio
-Órale

Orquesta Universitaria de Música Popular UV
Orquesta Universitaria de Música Popular UV

Ese ciclo de jazz se hizo durante los viernes de febrero, y esto fue el último, como el 27 o 28, por ahí. Conociendo nuestra burocracia yo dije, “esto se va a tardar, hay que hacer el papeleo, la cosa administrativa, y cosas así”, pero como para el 10 de marzo recibí una llamada:
-Necesitamos todos tus papeles: currículum, papeles de Hacienda…todo
Dije yo, “bueno, pues qué rapidísimo”. Mandé mis papeles y como a la siguiente semana recibí otro llamado:
-Te presentas el 14 de abril en la orquesta…
Luis, fue rapidísimo todo. Desde entonces formo parte de mi querida (digo, no “mi querida”, porque no es mía, pero formo parte de ella) Orquesta Universitaria de Música Popular, que en ese tiempo dirigía el maestro Popo Sánchez, después el maestro Mateo Oliva, de grata memoria (ya tampoco está con nosotros) , y actualmente la dirige un chamaco muy joven, muy abusado, que es Jorge Arturo Castillo, mejor conocido como “El Bimbo”; en este momento, él dirige los destinos de esta orquesta a la que yo pertenezco.

My Favorite Things

JazzUV-Un día llegué inocentemente a JazzUV a tomar un curso de Arreglo y Orquestación que impartía Édgar Dorantes; de repente me dice:
-Oye, no te quieres hacer cargo de un grupo de piano.
-Sí, cómo no, con muchísimo gusto.
-Oye, y por ahí hay gente que quiere armar un coro.
-Ah, pues también armamos un coro.
Luis, el coro fue mi vida; la música me atrapó en un coro. Cuando regresé a México, en mis andanzas fui a dar a la Prepa 8 de la UNAM, y ahí armé un coro. Tenía yo, no sé, unas 60 personas, un corazo a dos vocecitas, sin tanto trabajo, pero los chavos le echaban muchísimas ganas y se oía bien bonito. Siempre he girado alrededor del coro, me encanta ensamblar voces, es algo verdaderamente gratificante, muy lleno de experiencias. Me gusta trabajar con personas que no son grandes cantantes, pero solfean muy bien; eso nos ayuda mucho. Eso es lo que estoy haciendo en JazzUV: dirijo un octeto de voces y asesoro muchachos en piano.

Acompáñame, porque puede suceder…

Leo Corona, Gualberto Castro
Leo Corona, Gualberto Castro

Acompañar gente es interesantísimo; acompañar instrumentistas o acompañar cantantes que a veces son desafinados, a veces descuadrados, y te obligan a cuadrar y afinar por ellos. Esa es una escuela extraordinariamente vital y muy gratificante, muy llena de enseñanza porque se aprende algo que para nosotros a veces es muy, muy difícil: a ser segundos, ahí no somos los protagonistas.
Mario Ruiz Armengol, con la talla de gigantesco músico que tenía, era hueserísimo, era vaguísimo, se sabía cualquier cosa (risas), pero Luis, oírlo acompañar era un sueño, el tipo era un mago. Algún día le pregunté:
-Oiga maestro, ¿qué hace para acompañar de esa manera?
Se quedó pensando unos segundos y me dijo:
-Leo, para acompañar sólo necesitas una cosa.
-¿Qué cosa, maestro?
-Dejar tu ego guardado bajo siete llaves
Tremenda enseñanza, muchas veces hay compañeros que no les gusta hacer eso, para ellos es un sacrificio no tanto musicalmente, sino egocéntricamente porque no tienen el reflector, no son la cereza del pastel, sólo son discretos acompañantes y eso les pudre.
Lo que me dijo Mario Ruiz Armengol lo llevo aquí, grabado en mi mente y en mi alma, porque esa es la esencia de la maravillosa y complicada sencillez de Mario Ruiz.

Leo Corona, Messe Merari
Leo Corona, Messe Merari

En algún momento, Chilo Morán fue director musical de José José, y me invitó a formar parte de la banda. Anduvimos mucho con él: fuimos a Guayaquil y a Quito, en Colombia y Ecuador, hermosísimos lugares. Fuimos a Los Ángeles, California, a El Paso, Texas y, en México, recorrimos palenques a diestra y siniestra, anduvimos por toda la república. José José era un cheque al portador con firma y sin cantidad, porque siempre que iba a cantar, era llenazo seguro.
También tuve la fortuna de ser acompañante de Luis Demetrio, compositor de canciones hermosísimas como La Puerta, como Eres todo para mí, en fin, grandes éxitos. Anduve un buen rato trabajando con él en México, y a cada rato íbamos a Mérida, su tierra; el tipo en Yucatán es un monstruo como Manzanero, como Esquivel, como Guty Cárdenas. Para mí fue toda una experiencia compartir el escenario, siempre como acompañante, lo que no me importaba en absoluto. Compartía la gloria de ser aplaudido con él. Luis Demetrio era una extraordinaria personalidad, nos trataba muy bien, nos pagaba muy bien y, antes del hueso, igual que Chilo, se me aceraba y me decía:
-Toma, mi vida, para que toques bonito. -Y me metía la lana a la camisa.
Como acompañante y arreglista también he trabajado con Yekina Pavón, Gualberto Castro, Lila Déneken, entre otros artistas. A Messe le arreglé su primer disco, Cosa de dos, y toqué en él. A mi querido amigo Patricio Mendoza, cantante jarocho popularmente conocido como el Pato Mendoza, también le hice un trabajo de arreglos, y también toqué en ese disco.

Se hace camino al huesear

Leo Corona
Leo Corona

No sé si sea un orgullo pero el cabaret ha sido mi escuela (risas). El jazz se aprende en la calle, con gente a veces no muy positiva, pero creo que es la que más enseña, la gente negativa con sus malas actitudes, sus desplantes, esas cosas. Yo creo que por eso le pusieron “hueso”, porque es algo tremendamente difícil de roer, sobre todo cuando nos encontramos estos personajes que menciono, pero también hay gente positiva, mucha gente positiva, sobre todo en los chavos. En este momento hay muchos chavos que tocan muy bien, pero no están familiarizados con la calle; la escuela, desde luego, es muy respetable; su función es darle a los chavos los elementos tan necesarios para desarrollar un instrumento, pero todo lo demás se aprende en la vagancia, como digo yo. Insisto, no estoy contra las escuelas formales, pero definitivamente la escuela decisiva es la calle, ahí es donde se aprende.

Era callejero por derecho propio…

Raúl Gutiérrez, Leo Corona
Raúl Gutiérrez, Leo Corona

Hasta la fecha sigo en el hueso, esa es mi vida. Sigo tocando con la palomilla de aquí; con Lucio Sánchez, con el negro Cabrera, con Aleph, con Renato, con Javier Flores, con ese tremendo saxofonista, el maestro Raúl Gutiérrez, actual director de la Xalli Big Band. Con él hacemos un dúo a sax y piano, y de repente toca la flauta, y de repente toca el clarinete, y de repente el sax alto, y le va variando; eso le da una diversidad muy atractiva al dúo. Es un paquete tocar en este dúo porque no hay en quién apoyarse, el pianista no tiene más que su piano en ese tipo de dotaciones, y debe ser muy claro porque es la única referencia para el solista, en este caso el maestro Gutiérrez, pero nos hemos agarrado muy bien, y así sale el hueso.
Me he desarrollado en el bendito hueso, tan fuerte, tan lleno de sabiduría, y estoy firmemente convencido de que el jazz no se aprende en una escuela. Todos lo sabemos, Luis, el jazz es de la calle.



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