Mientras en Poza Rica, el cobarde asesinato de una niña de cuatro años a manos de su depravado padrastro no ha merecido toda la atención de las autoridades judiciales que, hasta el momento, no han informado sobre avances en la investigación para su localización, en cosa de 48 horas se logró el rescate con vida del hijo del acaudalado empresario Rafael de Diego Anitúa, en Boca del Río.

Ambos hechos ocurrieron el mismo día, pero la muerte de la pequeña, producto de una brutal golpiza propinada por Edgar Alain Tec Luna, quien se presume trató de violarla, no ha merecido el menor reflector de las autoridades de la Procuraduría General de Justicia (PGJ).

Lo extraño es que ni la prensa regional le ha dado seguimiento a este caso que ha encendido el malestar de los usuarios de las redes sociales, principalmente Facebook, que en todo el país y en Estados Unidos han divulgado la nota aparecida en medios digitales.

La Procuraduría se ha limitado a informar que busca al homicida, quien abandonó Poza Rica y se ha esfumado como por arte de magia. Aunque le dio tiempo para informar a Ángeles Bustos Atzin, madre de la víctima, una vez cometido el cobarde acto, ha encontrado el desinterés judicial suficiente como para evadir la acción policiaca, pese a que en esa ciudad industrial se implantó el programa Blindaje, gracias al cual operan conjuntamente las fuerzas federales y estatales de seguridad.

Lo que se ha hecho en este caso, en que la víctima, su familia y su homicida son de muy escasos recursos, ha sido solo la emisión de un boletín para que todas las corporaciones policiacas de la entidad den con el paradero del desquiciado sujeto.

Por supuesto, nada se puede hacer por mejorar la situación de la víctima, ya fallecida, y solo es cosa de tiempo para atrapar al seguidor de la Santa Muerte, oriundo de Campeche, además de calibrar la responsabilidad de la madre que, a sabiendas de episodios de violencia contra la pequeña a manos de Edgar Alain, se la dejó encargada.

Quisiéramos escuchar al procurador Luis Ángel Bravo señalando cómo se coordina con las policías de los estados colindantes, señaladamente Puebla, para dar con este peligroso sujeto. Porque seguramente en Veracruz ya no se encuentra o, tal vez, ande a salto de mata aprovechando la poca atención que se le presta.

El del secuestro del hijo del empresario boqueño, en cambio, ha concitado incluso la intervención mediática del mismísimo gobernador Javier Duarte de Ochoa, además del procurador y del vocero Alberto Silva. Y está bien que se preste atención a la resolución de delitos como uno tan elevado en la entidad como es el secuestro, pero lo deseable es que también se brinde justicia a los sin nombre ni apellidos ilustres.

Bailar con la más fea

Ayer no hubo conferencia de prensa del gobernador, la tradicional de los lunes, pero lo que ha trascendido de su reunión con empresarios en Boca del Río, a raíz de la apertura de la Semana del Emprendedor, ha dejado más tarraja política que diez ruedas de prensa.

Y es que Javier Duarte de Ochoa ha confesado que llegó al mejor lugar en el peor momento o, como él mismo lo dijo, le tocó bailar con la más fea. Y esa confesión pública de que le ha tocado gobernar “en una de las situaciones más complejas y difíciles”, lo mismo le generó una corriente de simpatía entre sus interlocutores como una infinidad de interpretaciones y posturas de políticos de la más polícroma ideología.

Lo más fuerte fue su confesión de que no estaba preparado para ello. Y sí, recordamos los primeros días de su mandato, cuando las finanzas públicas estaban al borde de la bancarrota, cuando miles de proveedores se habían ido a la quiebra porque habían pedido créditos bancarios para realizar las obras sin el debido pago del gobierno estatal; con destructivos fenómenos meteorológicos y un enorme saldo de víctimas por la actividad inusitada de las bandas criminales.

Duarte agrega otro tema: “Había trabas burocráticas que privilegiaban más la corrupción que la apertura de negocios, las facilidades a los empresarios para la incentivación del empleo”. Y es que, dijo, quienes deben crear los empleos son los empresarios, no el gobierno estatal ni los ayuntamientos.

Aunque sus detractores se detuvieron en la primera parte de su intervención para darle candela, hubo más temas que valdría la pena valorar y poner en un plano crítico. Por ejemplo, y eso es algo en lo que he insistido, hace falta buscar el desarrollo de todas las regiones de la entidad. Y esta fue su consideración: El reto es, dijo, “respaldar a todas las regiones, (…) tengo que alentar un crecimiento económico parejo, en todas las regiones”.

Y en ese aspecto ha habido mucha debilidad gubernamental: las baterías se han enfocado casi exclusivamente a tres regiones, y las demás no han recibido ni siquiera su visita, menos la posibilidad de un diálogo provechoso que permitiera establecer políticas de desarrollo regional, con base en las fortalezas productivas locales.

El deterioro de las finanzas públicas, heredado del gobierno de Fidel Herrera, lo ha tratado de resolver poniendo orden en el tema, refinanciando pasivos, contratando créditos más baratos y en mejores condiciones, es decir, bajando el nivel del agua para que el gobierno pudiera sobrevivir a la quiebra.

Aunque muchos habrá que lo cuestionen, Duarte dijo que su gobierno se ha tenido que apretar el cinturón; muchos de sus funcionarios, como el secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita, quien dispone de un ejército para su propia seguridad, ponen cada día en cuestionamiento ese propósito.

Lo cierto es que el gobernador Javier Duarte ha puesto leña seca en plena plaza pública, lo que aprovecharán muchos incendiarios en lo que resta de esta semana. Ya veremos.

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