En esta entrega, Javier Flores hace una evaluación del proyecto Jazz Fest, nos platica de un proyecto que realizó en Acapulco y nos habla de su situación actual.
Lo que un día fue, no será…
La de Guatemala fue la última edición del Jazz Fest. Después hubo intentos de hacerlo en dos universidades, pero no se concretaron porque los recursos cada vez están más difíciles. Tienen que aportar el 60 % de los recursos tres meses antes y firmar un convenio que dice que si no cumplen, pierden el anticipo; entonces, no se quieren aventar por temor a perder la lana. Obviamente, nadie quiere perder dinero, ni yo quiero quedar mal con el programa; nunca lo cancelamos, nunca tuvimos un problema que impidiera realizarlo, siempre logramos resolver todo y siempre tuvimos muy buenos resultados. Empezamos con 60 estudiantes y llegamos a tener 150, y siempre se quedaron muchos en lista de espera, porque ya no había capacidad, hubo chavos que llegaron a decirme:
-Maestro, yo me mocho, pero admíteme.
-No, espérate, no se trata de eso, lo que pasa es que ya no hay espacio.
Sí, fue un programa que tuvo mucha demanda.
Después de Guatemala he hecho algunos programas, pero más pequeños; tres o cuatro días, con uno o dos músicos, o yo solo. Me siguen invitando a hacer programas educativos, ahorita estoy trabajando en una Introducción a la educación en línea, a partir de un programa de técnicas de improvisación en línea, que desarrollé hace dos o tres años, cuando hice una estancia en Berklee durante mi año sabático.
The Last Temptation…
Lo último que hicimos con la fundación fue la edición del disco El matiz latino. Salió el año pasado, pero se grabó en vivo en 2010, durante el Onceavo Encuentro, que se realizó en Puebla, y se quedó en un disco duro porque no teníamos dinero para hacer la producción. El año pasado, el Ivec hizo una convocatoria para apoyar a empresas culturales; yo presenté dos proyectos, uno de ellos fue precisamente terminar la producción de este disco y, al final de cuentas, lo aprobaron y con eso pudimos hacer la producción y la edición.
Esta y todas las grabaciones que se hicieron de las diferentes ediciones del Jazz Fest pueden encontrarse en ITunes; hay que entrar a la página, poner Jazz Fest en el buscador, y ahí aparecen.
Misión cumplida
Como ya no hubo posibilidades de conseguir los fondos como debe de ser, ya no volví a hacer el seminario, pero finalmente la trayectoria del Jazz Fest vino a detonar muchas cosas que ahora se hacen en diferentes partes de México, inclusive, algunos con el mismo nombre; he visto varios Jazz Fest y, cuando investigo quién los hace, veo que son estudiantes que pasaron por nuestro programa. De eso se trataba, esa era la idea, que nosotros generáramos ese interés y que fuera una semilla que después regresara a plantarse en diferentes lugares; nunca fue mi intención que fuera exclusivo. No inventé el hilo negro, no, eso ya existía; no se había hecho en México y a mí se me ocurrió empezar, pero la idea era precisamente: uno, ofrecer algo a lo que no tenían alcance los músicos por razones económicas, por falta de visa, por lo que tú quieras; y dos, que ellos generaran sus grupos y sus propios programas educativos, y de alguna manera se logró porque, no sé si estarás de acuerdo conmigo, pero la explosión tanto en programas como en festivales y presentaciones en clubes, ha crecido enormemente, y si te pones a buscar en todos esos lugares, vas a encontrar muchos músicos que pasaron por el programa.
En muchos lugares, en Chihuahua, en Nayarit, en Ensenada, en Campeche, en Oaxaca, en todos lados a los que he ido, siempre encuentro músicos que me dicen: “Javier, es que tú me abriste la puerta”; “Javier, es que por ti fui a estudiar a Puerto Rico”; “Javier, por ti…”
La oferta educativa ha crecido muchísimo, y muchos de esos proyectos yo los asesoré y los eché a andar.
Cuando se hizo la primera licenciatura en la Escuela Superior de Música, me invitaron a las primeras reuniones (empezábamos con el primer seminario) para hacer la evaluación de la currícula, ver cómo se podía integrar, y determinar si realmente podría funcionar, o sea, indirectamente, tuve que ver en esa licenciatura. Asesoré el proyecto Tónica cuando empezaba. Después hicieron la licenciatura en Chiapas y hay como tres maestros que fueron mis alumnos: un trompetista, un baterista y un bajista, algo así.
Encuentros y desencuentros
Un día le dije a Raúl Arias, “felicidades, después de tantos años de que picamos piedra, se dieron cuenta de que sí hace falta; ojalá esto se convierta en un programa serio y de a de veras”. Como tres meses antes de que saliera le dije: “¿sabes qué, Raúl?, qué pena que todo el esfuerzo que le echaste y todo el dinero que has invertido, no han servido para nada porque ese programa no pasó de ser una escuelita de música; realmente, así que digas, una licenciatura, un programa bien hecho para una formación de nivel, no es”. Yo creo que Xalapa, después de haber sido un importante centro generador de muchos proyectos, como que se convirtió en generador de lo mismo, y de lo mismo, y de lo mismo. Ahí te va el ejemplo: ¿cuántas orquestas de guitarra hay?, como cuatro o cinco, de sesenta guitarristas cada una, ¿por qué?, porque Xalapa es una escuela de guitarra, y llegan a estudiar y se quedan, entonces está la orquesta de la SEV, la de la Facultad, y la de no sé qué. Y lo mismo está pasando con el jazz; el modelo de JazzUV fue una copia mal hecha de lo que nosotros veníamos haciendo, que la desembocaron en un “programa de licenciatura”. Cuando vi ese programa dije, “¿qué es esto?”, y después me enteré quién lo hizo; ni siquiera es músico. La persona a la que se lo encomendaron dice que es cantante y que es doctor en no sé qué, pero de músico no tiene nada, y menos en ese género, y menos para saber cómo trabajar y cómo ofertar una metodología que te lleve a un nivel académico en esa especialidad.
En este momento, hasta donde yo sé, hay tres licenciaturas formales: la de Chiapas, la de la UV y la de la Escuela Superior de Música de la UNAM. Hay intenciones, desde hace tiempo, de hacer una licenciatura en San Luis, y también en Morelia, con Juan Alzate, pero no se han concretado. En muchas escuelas particulares, como Fermata, la Universidad de la Música y varias más, ofrecen una opción en música popular; inclusive el Sindicato Único de Trabajadores de la Música (SUTM) tiene un programa de Técnico Superior Universitario (TSU) en música popular, que dirigía Enrique Nery, pero realmente que digas que en México ya tenemos un programa de licenciatura especializada en el enfoque al jazz, yo no lo creo.
En el mar, / la vida es más sabrosa / En el jazz / todo es felicidad…
Cuando estábamos en la edición 2005, un día me llamaron de Acapulco y me dijeron:
-¿Nos hablaron de usted, tenemos un proyecto que queremos realizar aquí y queremos ver si nos puede asesorar, y decirnos si puede funcionar.
Yo pensé que me estaban cotorreando, pero me volvieron a llamar y dije, “voy a ver de qué se trata”; me dijeron lo mismo y les dije:
-Sí, pero yo podría dentro de dos o tres semanas, porque estoy trabajando este proyecto, así y así.
-Usted dígame cuándo; entre más pronto, mejor, es más, le paso a mi secretaria para que le dé la fecha y le compre su boleto de avión
“Ah, es en serio”, pensé; me busqué un espacio y le dije:
-La semana que entra estoy allá.
Me pusieron mi boleto de avión desde Veracruz; llegué a Acapulco y en el aeropuerto estaba un tipo con un letrero; me subió a una Suburban y dije “esto se ve bien”. Llegamos al Mayan Resort y me dicen:
-Por favor, maestro, regístrese.
Y me llevaron a mi suite. ¿En dónde estoy?, pensé; tomé fotos, se las envié a mi mujer y le llamé:
-Oye, mi amor, creo que se equivocaron, mira las fotos.
En eso sonó el teléfono:
-El señor Hans lo espera en su oficina, en cinco minutos.
El gerente del hotel, Hans Brad, era un danés, un tipo grandote. Me lo presentaron y pasamos a la Sala de Juntas, con dos de sus colaboradores:
-Queremos hacer este proyecto y nos dijeron que tú estás metido en este asunto, y queremos ver qué nos puedes proponer
-Lo que ustedes necesitan no es exactamente lo que hago, pero sí sé de qué me están hablando y lo que necesitan; me gustaría hacerles un par de propuestas para que me digan qué piensan y si es lo que quieren
-Perfecto, ¿cuándo?
-Denme un par de semanas.
-No, tiene que ser ya, ya queremos arrancar
-Bueno, pues la semana que entra
-Ok, ahorita le dices a mi secretaria para que te compre tu boleto
Y al otro día, temprano, me regresé.
A la siguiente semana llegué con Plan A, Plan B y Plan C.
Se trataba de hacer el Centro Cultural del Mayan Resort, me explicaron:
-Aquí vamos a hacer un escenario volado sobre las albercas, con toda la infraestructura. No vamos a hacer un programita de ballet folclórico bailando el Jarabe Tapatío para los turistas, no, aquí vamos a hacer un mega show; tiene que haber una big band que maneje este, este y este repertorio; vamos a tener un ballet, cantantes, un circo tipo Cirque du Soleil y vamos a dejar el toque folclórico con los Voladores de Papantla.
Eran principios de septiembre y me invitaron a llevar un grupo para el 15 de septiembre. Iba a presentarse una Orquesta Sinfónica, y querían que viera cómo se hacían las cosas ahí.
Cuando les presenté el proyecto, vieron el Plan A, que costaba más de un millón de dólares; después vieron el Plan B y el Plan C, y me dijeron:
-Nos quedamos con el Plan A, nada más que tú te vas a encargar de todo, vas a ser el Director Artístico del Centro Cultural; te daremos todo lo que necesites.
Tardé como un año en echar a andar esto. Tuve que ver con todo, desde la contratación de los músicos hasta el diseño del escenario. Vimos el programa, estuvimos audicionando varios grupos circenses, en México y en Guadalajara, fuimos a comprar equipo a Houston, fue muchísimo trabajo. Propuse una orquesta de 25 músicos y tres cantantes, con la que podríamos hacer un programa de diferentes estilos, desde música pop, big band de swing, jazz latino, y big band latina. Se llamó Big Band Mayan Resot.
La lista de músicos la saqué del seminario y los contraté con exclusividad. El más leve ganaba como $15,000.00 al mes, libres de hospedaje, alimento y transporte, y de ahí nos fuimos hasta el director; a Édgar le fue muy bien, lo invité de director musical. Los tenía como en un internado; ahí tenían sus habitaciones, a las diez de la mañana empezábamos el ensayo, a las once y media les llevaban su lonche a la alberca; seguíamos con el ensayo de las doce del día a las dos de la tarde, y se iban a descansar mientras yo me quedaba haciendo todo lo demás. Nadie tenía autorización de salir a huesear, por eso se les pagaba bien.
Tuve un ballet de 12 o 15 bailarines, vino un chavo coreógrafo que estaba en Alemania, y montamos un buen show, la verdad. El escenario quedó muy padre, y la escenografía la hizo un tipo de México, muy talentoso.
Fue un proyecto que funcionó muy bien, el único detalle fue que su mercadotecnia no funcionó. Cuando yo quise meterme en esa parte dije:
-Para que esto funcione, yo creo que el turista debe llegar aquí ya con el boleto pagado. Le vendes el paquete y ya él sabrá si usa los boletos o no, pero el show ya está vendido
-No, no, eso déjalo a mercadotecnia y a relaciones públicas, tú haz lo artístico.
Jamás volví a abrir la boca, pero no supieron hacer su chamba; quisieron venderlo como el escenario más nice y exclusivo de Acapulco, pero los turistas que llegaban no tenían ni idea de lo que se trataba, porque nunca les dieron un programa, entonces, eran muy pocos lo que compraban el boleto. Debido a la mala difusión y venta, el proyecto no tuvo la respuesta económica que esperaban los accionistas, y lo pararon.
Fue un proyecto muy padre, que si lo hubieran vendido bien, yo creo que hubiera durado más tiempo.
Coda
Estos últimos años me he dedicado más a la parte educativa, solamente toco cuando me invitan a cosas muy concretas; el año pasado hice algunos conciertos en un programa que hizo Beto Moreno con una big band y la Sinfónica de Puebla. También fui con la big band al festival de Real de Catorce. He hecho varias cosas con la Big Band de Oaxaca. Tengo un ensamble con Arodi Martínez, Dulce Resillas, Mariana Flores Zeleny y Baruc Damián; con ellos he hecho algunos programas y también con otros de mis estudiantes; pero, te digo, es muy esporádico. Cuando me invitan y es un festival que me interesa porque hay necesidad de que tengan más opciones, a veces voy aunque sea nada más por los puros viáticos.
Actualmente estoy trabajando en otros proyectos, y sigo para delante.
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