Aunque lo difícil para cualquier sociedad es hallar la vocación económica de sus regiones y convertirlas en polos de desarrollo, lo cierto es que Veracruz cuenta con varios ya consolidados que solo requerirían el apoyo del gobierno estatal (y el respaldo del gobierno federal) para traducir sus potencialidades en una mejor distribución de la riqueza.

Por desgracia, prácticamente toda la economía veracruzana está volcada, a través de la inversión pública y la promoción empresarial, en áreas consolidadas como Veracruz-Boca del Río, Córdoba-Orizaba, Poza Rica y Coatzacoalcos, dejando fuera de los beneficios de la mano promotora del gobierno estatal a polos de desarrollo que podrían convertir las regiones en que están asentados en importantes generadores de riqueza y mayor inversión.

Y la tendencia no es nueva. Hace ya muchos sexenios, en particular desde el gobierno de Dante Delgado Rannauro, que toda la atención gubernamental se centra en el desarrollo urbano y turístico de Veracruz Puerto y en el desarrollo industrial de Coatzacoalcos, además del impulso portuario y turístico de Tuxpan, mientras otras ciudades y regiones enfrentan serias dificultades y pérdidas debido a pésimas comunicaciones, nulas inversiones públicas y hasta olvido político.

Esto ha profundizado la brecha entre regiones veracruzanas, lo que ha contribuido a distorsiones sociales y graves asimetrías económicas. No se puede hablar de un solo Veracruz sino de varios:

  • El Veracruz más rico y floreciente, ubicado en torno a los tres principales puertos del Golfo de México (Tuxpan-Veracruz-Coatzacoalcos);
  • Las ciudades de desarrollo industrial medio (Córdoba, Orizaba, Poza Rica), que dejaron de ser prioritarios hace al menos dos décadas, tanto en materia agroindustrial como extractiva;
  • Las ciudades con enormes potencialidades agroproductivas, turísticas y comerciales, aunque totalmente olvidadas de los últimos cinco gobiernos estatales, en que se ha generado un empresariado obligadamente autosuficiente que ha debido rascarse con sus propias uñas, como Martínez de la Torre, Cosamaloapan y Los Tuxtlas.
  • Grandes regiones marginadas, principalmente serranas, que deben vivir al límite de la supervivencia.

Por desgracia, las políticas públicas instrumentadas desde el gobierno estatal se han ido por la política fácil: mostrar el dinamismo de las regiones económicamente consolidadas, a costa de asfixiar a las demás, pese a que diversificar los polos de desarrollo permitiría al estado contribuir efectivamente al crecimiento del PIB nacional y atacar frontalmente las causas de la pobreza y la pobreza extrema.

El caso de Martínez de la Torre

Me referiré al caso de Martínez de la Torre por conocerlo de cerca. Prácticamente incomunicado en temporadas de lluvias y huracanes, la región de Martínez de la Torre ha logrado convertirse en el motor más importante de la citricultura nacional, generando al estado un importante volumen de divisas por la exportación de limón persa a mercados como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea.

Para quienes no se imaginan (incluso en el propio gobierno estatal, con una secretaría de desarrollo agropecuario absolutamente ignorante del potencial de Veracruz en la producción primaria), Martínez de la Torre concentra poco más del 45 por ciento de la superficie nacional sembrada con limón persa (y más del 65 por ciento de la estatal), con 34 mil 284 hectáreas.

De las 1.2 millones de toneladas de limón persa que se producen en el país, 445 mil 692 (37 por ciento) salen de las fincas de esta región, de las que se destinan a exportación 312 mil 134 toneladas, volumen que representa el 70 por ciento de las exportaciones nacionales (50 mil toneladas más salen de las otras regiones citrícolas de la entidad).

Dichas exportaciones son gestionadas por las 39 empacadoras que funcionan en Martínez de la Torre (de las 53 del estado), que también exportan limón persa producido en otros estados del sureste.

Si lo vemos desde el punto de vista de los productores, podremos ver la importancia nacional de esta región, pues mientras en el país se dedican a producir limón persa 26 mil 600 productores, en Veracruz lo hacen más de 20 mil 600, y tres cuartas partes (más de 15 mil) están en esta región.

¿Creerá usted que en los últimos años no ha recibido una obra completa por parte del Gobierno del Estado, que varios puentes cuya construcción se inició con recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) no han sido concluidos luego de cuatro años, que los caminos rurales, esos que permiten sacar la producción citrícola que tanto abona al desvalido PIB estatal, han visto pasar los años sin que sean atendidos pese a que en teoría hubo recursos etiquetados?

Para colmo, las carreteras estatales y federales que comunican a la región de Martínez de la Torre con los puertos de Veracruz y Tuxpan, con la frontera de Estados Unidos, el DF y Xalapa muestran daños casi permanentes que, en épocas de lluvia, la dejan incomunicada.

Antes de 2018, si el presidente Enrique Peña Nieto cumple con sus promesas de campaña, podrá tener una mejor comunicación con el norte del estado y la zona portuaria de Veracruz, al concretarse la autopista Cardel-Poza Rica. Sin embargo, poco podrá avanzar si el Gobierno del Estado no le brinda la atención debida.

Un gobierno estatal lejano

Salvo la reunión sostenida en Martínez de la Torre con el gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle el 9 de mayo para ver asuntos de seguridad, el gobernador Javier Duarte de Ochoa no había visitado esa ciudad en toda su gestión, y prácticamente no atendió asuntos locales pues en su encuentro con un gobernador militante que vino a Veracruz a promover el voto a favor de Gustavo Madero, no se habló más allá de la agenda común en materia de ataque a la delincuencia.

En los años previos podría explicarse (no justificarse) esta invisibilidad, pues gobernaba este municipio un alcalde panista que siempre fue rijoso con el gobernador. Gracias a esa enorme distancia política, los martinenses vivieron el olvido de su gobierno estatal. Sin embargo, con el triunfo de Rolando Olivares Ahumada como candidato priista a la alcaldía, como que las prioridades deberían cambiar un poco.

Martínez de la Torre tiene un enorme potencial agroindustrial; por fortuna, su vocación citrícola la ha mantenido entre las regiones de mayor fortaleza en ese sector, a pesar de que el Ingenio Independencia siga sin renacer pese a haber una gran experiencia en la producción de caña de azúcar.

¿Por qué no diversificar los polos de desarrollo, si eso le permitiría a Veracruz fortalecer su economía, lograr una mejor distribución de la riqueza y crear más empleos formales?

Ya es tiempo de pensar en los otros Veracruz que subsisten con sus propias uñas, como el caso de Martínez de la Torre, pero también de otras regiones con vocaciones específicas que permitirían a miles de paisanos evitar la economía informal y trascender los niveles de pobreza extrema.

Creo que debería reflexionarse sobre este punto y revisarse el Plan Estatal de Desarrollo para ver si contempla esta visión integral y, si la incluye, evaluar hasta qué punto las políticas públicas contribuyen a ello. No vaya a ser que solo se reduzca al discurso.

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