Dos siglos tiene Xalapa que evoluciona como ciudad de servicios educativos y culturales. En el medio siglo XX, con la fundación de nuestra Universidad Veracruzana, esta capital rompió la centralización federal en el ámbito de la cultura y las artes, caracterizándose por su amplia oferta en productos y servicios artísticos.
La cultura y las artes representan un sector productivo con indicadores muy altos de desarrollo en la República Mexicana; hoy día, fuera del DF, hay ciudades que han conquistado ya un claro liderazgo en este sector, con inversión pública y privada, como Querétaro, Oaxaca, Guadalajara, Guanajuato, Monterrey y Mérida, que han sabido fortalecer a sus comunidades creativas, invertir en infraestructura cultural, hacer alianzas con los mercados de las artes y con ello han dinamizado sus economías y mercados creativos para entrar de lleno a una nueva etapa de desarrollo: la era de la información.
En Xalapa, a pesar de su amplia oferta cultural, aún estamos a la espera que se apliquen nuevas estrategias de desarrollo que involucren no sólo al gobierno local o estatal sino también a la sociedad civil organizada, la cooperación internacional, los fondos concursables o la responsabilidad social de las empresas, lo cual ayudaría en el aprovechamiento de los recursos de nuestra añeja y sólida tradición.
Como ciudad, la creación artística, en cualquiera de las disciplinas conocidas, nos ha otorgado una personalidad propia. Así entonces, la creación, la innovación, el derroche de talento cultural y artístico, la bohemia, el estilo de vida, realmente son los indicadores que marcan la diferencia entre vivir aquí y no en otro lado.
Pero, ¿cómo se logra el cambio? Hoy la responsabilidad de los diferentes ámbitos de gobierno de los que depende esta capital consiste en invertir para generar productos.
¿Por qué ciudades más pequeñas y con menos tradición realizan importantes festivales, exposiciones, bienales, concursos, muestras o coloquios, con trascendencia hemisférica o mundial? En ninguna ciudad, las demandas culturales y artísticas son un lujo para el gobierno municipal, pero en el caso de Xalapa esto es superlativo: como en ninguna otra localidad del país, el ayuntamiento xalapeño debe ver a la cultura, las artes y la educación como al sector estratégico de desarrollo económico, social y hasta político (desde el pragmatismo electoral). Para ello debería propiciar anualmente una inversión esencial prioritaria pues este sector ha sido motor de la vitalidad social, la vida económica, el comercio y, aún sin inversión, la atracción del turismo.
En un contexto nacional e internacional donde la competencia es entre ciudades, no entre estados, Xalapa debería estarse posicionando como una marca de ciudad cultural, educativa y creativa; tiene todos los recursos pero pocos productos, casi nada de programas de inversión y nula inversión municipal en este rubro.
Desde el sector público no se están distribuyendo sus compañías de creadores, no se están bajando recursos internacionales para las artes, no está en ningún circuito de los mercado de las artes; los festivales y magnos eventos son apenas de autoconsumo, no estamos sabiendo competir con las demás ciudades culturales del país.
Xalapa no podría competir en clave de patrimonio histórico con Guanajuato, Zacatecas o Puebla, pero sí sería muy exitosa posicionándose con sus grupos musicales, actividades escénicas, creadores plásticos o nuestras glorias literarias, sin embargo, el problema coyuntural es que no existe visión, planeación e inversión estratégica desde la administración municipal.
Por otro lado, también existen muchos productos culturales y artísticos de nuestros pueblos antiguos veracruzanos que debemos propiciar que sean consumidos nacional y mundialmente, respetando sus procesos de creación: artesanías, música, danzas, textiles, bordados, gastronomía, mitos y leyendas entre mil variantes de patrimonio material por distribuir de México hacia el mundo.
Natura, Cultura y Aventura es una fórmula que le da mucha fortaleza a nuestra ciudad y región, sin embargo, a pesar de la abundancia de recursos (áreas naturales, museos y galerías, infraestructura hotelera, rutas, haciendas, tradiciones e inmejorable hospitalidad) aún no hay muchos productos ni comercializadoras de los mismos que los hagan llegar y cautiven al turista nacional y extranjero, que le resuelvan a distancia cuestiones como: qué, cómo, cuánto, cuándo, dónde, en qué, de su estadía cotidiana en nuestra capital. Mérida y Querétaro son envidiables en estas estrategias porque han sabido desconcentrar la inversión pública en pequeñas y medianas empresas (Pymes) que diseñan y gestionan los productos y servicios.
Sin embargo, el problema no es sólo de los gobiernos. A la sociedad civil se nos requiere también que hagamos innovaciones en nuestro quehacer cultural y busquemos el impacto regional, nacional y global con nuestras producciones, servicios o productos artísticos y culturales.
Yo preguntaría a los creadores escénicos ¿cuentan con el directorio de los más de 350 festivales que se organizan anualmente en la república mexicana y a cuántos de ellos han metido carpeta o solicitud de participación? Desde la empresa o emprendedor cultural local debemos propiciar trabajar en red con el resto de colegas del país y del continente, sostener un diálogo permanente con el gobierno municipal para manifestarle nuestras necesidades y sus obligaciones; y a las instituciones estatales y federales volverlas aliadas de nuestra distribución. (Continuará)