Casi por cumplirse los primeros cinco meses de gestión, los ayuntamientos veracruzanos andan por la calle de la amargura, salvo honrosas excepciones.

Los alcaldes recién desempacados que no han tenido la iniciativa de acercarse a los senadores y diputados federales veracruzanos para realizar gestiones directamente en las dependencias del gobierno federal, siguen arrastrando la cobija acudiendo infructuosamente a la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), a la que ya consideran como una vaca que no da leche.

No solo no han podido dar respuestas tangibles a sus paisanos sobre la realización de obras públicas indispensables. En muchos casos, como en Xalapa, están enfrentando serios problemas para brindar servicios públicos indispensables como el de limpia pública que, en el caso de la capital, se ha convertido en un verdadero pandemónium que el joven alcalde Américo Zúñiga Martínez está muy lejos de resolver.

Tan manoseado está el asunto de la basura en la sede del gobierno estatal que muchos están queriendo meter mano dando soluciones que no aplicaron cuando les tocó gobernar, como el caso del diputado David Velasco Chedraui que ayer salió a la palestra para sugerir la privatización del servicio, una acción que, según él mismo ha confesado, no aplicó por cuestiones políticas, seguramente impuestas por el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán.

A estas alturas, los recursos recaudados por concepto de impuesto predial ya se han agotado. Casi todo lo han destinado los ayuntamientos al gasto corriente, a la espera de que la Sefiplan por fin decida transferirles, sin moches, las participaciones federales, así como los recursos estatales que estarían destinados a programas y obras determinadas.

La basura inunda la ciudad

Desde el primer día en el ayuntamiento xalapeño, Américo Zúñiga Martínez enfrentó las zancadillas clásicas del Sindicato de Trabajadores Municipales que, en el caso de las acciones sanitarias, evitan realizar su trabajo, se niegan a aplicar las políticas de la nueva comuna o sabotean las labores de recolección, porque saben que pueden negociar mejoras en sus condiciones de trabajo.

Con que unas horas detengan la recolección, cientos de toneladas de basura se acumularán por las esquinas por todos los rumbos de la ciudad.

Podrá faltar agua en algunas colonias pero lo que se va a poder ver por todos lados es la acumulación de desechos sólidos, incluso en áreas céntricas o muy transitadas como la zona universitaria, metiendo presión a las autoridades municipales.

Estas acciones las aplican cada vez que entra un nuevo alcalde. Se la saben de memoria. Y a no ser que el edil tenga carácter, algo que ha demostrado faltarle al cachorro, van a manejar las cosas a favor de sus mezquinos intereses, afectando a cientos de miles de xalapeños.

Aunque parezca una recomendación a toro pasado, la única solución para el grave problema que ha puesto a la capital a un tris de una emergencia sanitaria es la señalada ayer por David Velasco. Que una empresa se haga cargo de la recolección y procesamiento de los desechos sólidos significaría para el gobierno capitalino evitar el gasto enorme que esa tarea le significa, aunque para lograrlo tendría que recibir un apoyo financiero importante del gobierno del estado para liquidar a todos los trabajadores que hoy se atrincheran en el sabotaje para conseguir canonjías inmerecidas.

Pese a haber sido secretario del Trabajo y Previsión Social, el empleo de consolación que le dio Fidel Herrera Beltrán cuando de último momento, hace más de tres años, le otorgó la candidatura a Elizabeth Morales, Américo Zúñiga Martínez poco puede hacer para resolverlo desde negociaciones laborales.

Américo dio manotazo

No se sabe si lo dicho ayer por Américo debe entenderse como el anuncio de acciones definitivas en este tema o solo está moviendo la muñeca para tratar de corregir la postura del brazo en el forcejeo que juega con el sindicato.

Quiere, dijo, poner orden y disciplina para que el servicio de limpia pública sea funcional y eficiente y, aunque reconoció que muchos trabajadores están poniendo de su parte, alcanzó a decir que cortará a todos aquellos elementos “que piensan que éste es un tema para beneficiarse de naturaleza económica o políticamente”.

Aunque falta ver si el sindicato y los xalapeños le creen, luego de que ha actuado con evidente debilidad y exasperante parsimonia, puso su honor en garantía de que antes de terminar su primer año de gobierno la ciudad tendrá una cara limpia, con el apoyo de la sociedad, para lo que tendrá que poner orden en casa. Y no precisamente mediante la privatización del servicio.

Tendrá que hacerlo bien, y no mediáticamente, porque si no lo hace con apego a derecho, tengan la plena seguridad de que la ciudad será el escenario literalmente de una guerra sucia. Para colmo, el gobierno estatal no podrá apoyarle financieramente, porque no hay dinero en caja.

El DF, la meca de los alcaldes

Mientras eso pasa en Xalapa, los demás ayuntamientos o buscan reuniones con funcionarios federales para lograr financiamientos directos a programas de obras, o se renuevan discursos para mantener entretenidos a los paisanos.

Si se analiza con un poco de profundidad (ni siquiera mucha), nos podríamos percatar de que el espíritu democrático ronda en casi todos los municipios de la entidad, y no es porque hayamos tenido un avance político sino porque todos los alcaldes invocan la participación ciudadana.

Además de invitar a la ciudadanía a coparticipar con el gobierno (te doy brocha y pintura y tú pones la mano de obra), los ayuntamientos destinan su mayor tiempo a promover y aplicar los programas sociales del gobierno federal, a organizar reuniones para llevar diversos apoyos a colonos y campiranos, a escuchar sus propuestas a cambio de otorgarles unos gramos de esperanza.

Mientras eso sucede, los alcaldes se mueven al Distrito Federal, presionan a senadores y diputados federales para que gestionen reuniones en Sedesol, la SCT, la Secretaría de Economía, Gobernación, Hacienda y Crédito Público, Salud, para bajar programas o incorporar a sus municipios en los que están en marcha.

Porque en Veracruz no hay dinero, vaya, ni para los programas más elementales.

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