Demasiado compleja debe estar la situación en el campo veracruzano como para que el delegado de la Secretaría de Gobernación en la entidad, Alberto Amador Leal, haya puesto en la agenda política la atención de los grupos campesinos, acaso porque la cuerda puede estar demasiado tensa y amenaza con romperse, lo que puede generar conflictos sociales que afectarían la débil estabilidad política de Veracruz.

En efecto, no hay que ser un analista social dedicado por años al estudio de la situación en las zonas rurales para percatarse de que los grupos campesinos han sido dejados en un peligroso olvido.

No solo se les ha alejado de efectivos apoyos sociales, gracias a un modelo que ha priorizado el impulso de la industrialización, principalmente en el sur de la entidad, y ha apostado por las divisas que dejaría un hipotético crecimiento de los flujos turísticos a los sitios de playa. También se ha debilitado la única secretaría que les podría brindar apoyos financieros para reactivar la producción y la productividad agropecuaria, la Sedarpa, dirigida por Emilio Martínez de Leo, un egresado del Tecnológico de Monterrey, que castiga con criterio empresarial la inversión agrícola.

Para colmo, el gobierno estatal ha dado especial atención a organizaciones de rapiña como Antorcha Campesina y el Movimiento de los 400 Pueblos, que no representan a los más de 650 mil productores  veracruzanos y sus familias, ante la virtual desaparición de la Liga de Comunidades Agrarias y el desprecio por las organizaciones campesinas independientes.

De manera que los únicos puentes de comunicación con este sector que representa más del 35 por ciento de la población los ha tendido con organismos mafiosos cuyos dirigentes solo buscan posiciones políticas ventajosas, a costa de colocar en una vergonzosa postración a unos cuantos miles de sus seguidores.

No hay respuestas del gobierno

“Mucho diálogo, mucha coordinación” ha sido la receta del representante de Miguel Ángel Osorio Chong en la entidad. ¿Por qué? Porque la exigencia de los campesinos por obtener los recursos para hacer producir la tierra se deriva de la falta de respuestas tanto de las autoridades estatales como federales. Así de simple.

Según Alberto Amador Leal, el campo veracruzano atraviesa por una ‘problemática compleja’. Para colmo, aunque Enrique Peña Nieto anunció a principio de año que lo siguiente era lanzar su programa nacional para el campo, no ha habido absolutamente ninguna iniciativa que se encamine a ese propósito. De manera que falta de políticas claras, paupérrima inversión en el campo, nulos recursos para infraestructura de comunicaciones y ausencia de diálogo conforman un peligroso coctel explosivo que puede activarse en cualquier momento.

Por eso, los delegados federales están siendo obligados a hacer prevalecer el diálogo con las organizaciones campesinas y sociales que están ávidas de apoyos, al menos mientras que al gobierno federal se le pase la euforia por las reformas estructurales, tres de las cuales tienen en crispación al Congreso de la Unión, y se le ocurra anunciar los respaldos que brindarán al campo nacional.

Según el delegado de la Segob, en los próximos días el presidente Enrique Peña Nieto anunciará un paquete de apoyos federales para el agro veracruzano. Y vaya que hace falta que la Secretaría de Hacienda libere recursos que ha mantenido bajo llave en su caja fuerte, porque no solo habrá consecuencias en materia de autosuficiencia alimentaria sino, en una de esas, una reacción fuerte de las comunidades, sometidas  en muchos casos por la violencia del crimen organizado.

Obras de infraestructura para Veracruz

Mientras las políticas para el campo se anuncian y operan, ayer el presidente Enrique Peña Nieto se enfocó en el anuncio de su ambicioso programa de infraestructura en comunicaciones que, para el caso de Veracruz, contempla la ampliación del puerto de Veracruz, la autopista Tuxpan-Tampico y la modernización del aeropuerto de El Lencero en Xalapa.

Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes, debió invocar amnesia para evitar que se le cuestionara a él y al gobierno federal la fallida gestión de las obras contempladas, cuyas licitaciones supuestamente saldrían en el mes de diciembre para comenzar el año a tambor batiente.

Ya llevamos cuatro meses cumplidos y se sigue hablando de esas obras, sin que se liberen recursos o se elija a las compañías que se harán cargo de las construcciones pese a que ayer, en los Pinos, se hizo un acto específico para el caso, con presencia de los gobernadores, entre ellos el nuestro, Javier Duarte de Ochoa.

Para el puerto de Veracruz se dijo que se convertirá en una plataforma logística multimodal, que aumentará su capacidad mediante la construcción de escolleras, ampliación de muelles, trabajos de dragado, construcción de terminales de contenedores y equipamiento de última generación.

Dichas obras ya causan crispación en algunas regiones de la entidad, particularmente en la región de Los Tuxtlas, pues de Roca Partida, uno de los paisajes marinos más impactantes cercanos a la reserva de la biosfera, saldrá la piedra para construir el puerto, lo que transformaría esos macizos de roca basáltica en parte de la nostalgia alimentada por archivos fotográficos.

Según la Presidencia de la República, el Programa Nacional de Infraestructura 2014-2018, que busca “liberar el potencial de nuestro país”, contempla los sectores de Comunicaciones y Transportes, con inversiones por más de 1.32 billones de pesos; Energía (3.9 billones), Infraestructura Hidráulica (415 mil millones), Salud (72.8 mil millones), Desarrollo Urbano y Vivienda (1.8 billones) y Turismo (180 mil millones).

Ya veremos si se cumplen los objetivos.

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