A una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos que causan daños en cultivos, el campo veracruzano vive una de sus peores épocas. No importa que las estadísticas de lucimiento den cuenta de los primeros lugares que ocupa la entidad en producción de maíz, frijol, arroz, piña y cítricos, entre otros. En las comunidades rurales se vive una desolación creciente que amenaza con profundizar los niveles de pobreza y de crispación social.
Puestos en manos de particulares, los ingenios azucareros han ido cerrando paulatinamente, mientras los industriales que mantienen la producción de azúcar se aprovechan de las crecientes cuotas de importación del endulzante para bajar a niveles alarmantes los precios por tonelada de gramínea. Muchos productores deben, además, pagar por el transporte de su producción hasta ingenios localizados a enormes distancias.
La Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Pesca y Alimentación (Sedarpa), del gobierno estatal, en cuya cabeza se encuentra Emilio Martínez de Leo, está viviendo uno de sus peores periodos de gestión, disminuyendo dolosamente los apoyos crediticios, de asesoría y de respaldo a comercialización de los productos del campo, lo que ha hecho que Luis Gómez Garay, de la Unión General Obrera, Campesina y Popular (UGOCP) acuse de un subejercicio que ha hecho caer la inversión en casi 75 por ciento.
Tan grave es el problema que el propio secretario Martínez de Leo ha reconocido que no hay recursos en caja para apoyar proyectos productivos en el campo; incluso, este año se mantendrán cerradas las ventanillas pues el dinero apenas alcanza para medio financiar los proyectos aprobados en 2013 y años anteriores, quedando para este año miserables 90 millones de pesos para todo el estado, según reconoció ante diputados locales.
Por si esta situación fuera de poca monta, la mayoría de los productores agropecuarios se enfrentan a las dificultades que les ha significado la reforma tributaria, que los obliga a registrarse como cualquier contribuyente, pese a que los niveles de comercialización no permiten la contratación de despachos contables ni para la emisión de facturas electrónicas por cada venta que realicen.
A la gravedad de la situación económica de los labriegos, nunca como ahora los caminos y puentes en el medio rural habían estado tan destruidos y olvidados, lo que hace más difícil sacar su producción a los centros de comercialización; aunado a ello, las zonas de cultivo y de producción pecuaria se han convertido en un grave riesgo por la existencia de gavillas de delincuentes que asaltan, extorsionan, secuestran y asesinan a los productores veracruzanos.
Desastrosa gestión en el campo
Si algo ha caracterizado la gestión del titular de la Sedarpa, Emilio Martínez de Leo, es la total incapacidad para generar políticas de apoyo a la producción agropecuario. Famoso por su holgazanería, Martínez de Leo apenas balbucea proyectos limitados, como el de Municipio Modelo en Puente Nacional, donde se supone que buscaría incrementar, de manera por demás fantasiosa, la productividad aprovechando los sistemas de riego, únicos existentes desde hace décadas y que se encontraban en el total olvido.
En reunión celebrada este fin de semana, el agrónomo xalapeño llenó el espacio entre las cuatro paredes de sus cómodas oficinas con un proyecto que busca incrementar las cosechas de 1.6 a 7.8 toneladas por hectárea en la región de Puente Nacional, pero no ha buscado despertar el enorme potencial del agro veracruzano por su nula gestión, al lado de los productores, ante el gobierno federal.
Sus colaboradores tampoco le apoyan mucho. Cómo olvidar la torpe intervención de su subsecretario de Desarrollo Agrícola, el coatepecano Valentín Casas Cortés, cuando el año pasado, en San Rafael, tras los estragos del huracán Fernando, aseguró que la ganadería de la región no había sido afectada y que solo habían tenido consecuencias negativas los productores de plátano y cítricos, quienes serían apoyados gracias a la famosa póliza de seguro por daños catastróficos contratada por el gobierno estatal.
Lo peor de todo es que aún los proyectos limitados de la Sedarpa, generalmente terminan en simples sueños guajiros, pues no ha podido documentar los efectos positivos de ninguna de sus iniciativas.
Para el dirigente de la UGOCP, Luis Gómez Garay, uno de los problemas radica en el subejercicio de unos 500 millones de pesos que se retiraron de los fondos de concurrencia, además de la reducción de los fondos detinados al proyecto estratégico de seguridad alimentaria.
Si a la incapacidad del gabinete agropecuario del gobernador Javier Duarte de Ochoa sumamos la equivocada visión del gobierno federal, que ha sucumbido a las reglas del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y ha dejado solos a los productores mexicanos, prefiriendo abrir desmesuradamente las cuotas de exportación, ya podemos imaginar cuántos años se requerirán para recuperar la capacidad productiva de la entidad.
El extraño caso de los negocios públicos
Para colmo, la Sedarpa ha sido señalada de participar alegremente en supuestos negocios fraguados por personajes directamente ligados con altos funcionarios del gobierno estatal, en versiones que hasta el momento no han sido desmentidos ni, por supuesto, investigados.
Me refiero al video que se difundió la semana pasada donde el empresario José de Jesús Ramos Garrido, grabado por su captores, reconoció haber sido responsable de una serie de fraudes cometidos en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca (Sedarpa), por órdenes de un personaje muy conocido e influyente.
Este empresario, secuestrado en Xalapa el viernes pasado, fue obligado a señalar los fraudes cometidos al cobijo del poder, en que él actuó como simple intermediario de proyectos productivos que nunca se ejecutaron, aunque ciertamente se recibieron los recursos.
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