Finalmente, Humberto León llegó al jazz: fue fundador de Orbis Tertius, participó en Jazz o Menos, con Guillermo Cuevas; en Jazz entre Tres, con Adolfo Álvarez; en Rondajazz, con Alci Rebolledo, y en varios proyectos más. Actualmente, ya jubilado de la Universidad Veracruzana, sigue tocando, pero ahora solo:
Nuevo compás; con Pass, vámonos al jazz
Yo conocía a Memo Cuevas porque es mi vecino; los dos vivimos en Azueta, yo en la cuarta y él en la segunda; yo lo veía pasar seguido o me lo topaba cuando iba con mi madre a traer a mi hermana al ADO, que estaba en Ávila Camacho. Quién sabe si él me conocía, pero yo sí lo conocía y sabía que estaba en la sinfónica, pero no sabía qué era lo que tocaba. Yo ya sabía de THNB, desde los sesenta; los oía por la radio o con los amigos o no sé; pero no sabía que era Memo, eso lo supe después; y bueno, ese fue el primer grupo de jazz, el Orbis fue la continuación.
En el 75, un día pasó Lucio por mí a un ensayo (él había estado con los Papa’s New Band, yo entré cuando él se salió) y me llevó a presentar con Memo; se estaba formando el Orbis Tertius y me quedé. Era un grupo ya oficial, porque lo del THNB era muy esporádico
Ya había oído hablar del jazz, pero estaba un poco alejado; cuando entré al Orbis, Memo me explicó y me puso a Joe Pass, tocando solo; fue como si me hubieran dado unos golpes en la cara, no lo podía creer, estaba tocando a solo.
Ahí di otro salto, pero el bossa nova me ayudó bastante, si yo hubiera andado muy rockero, con Beatles y esas cosas, no hubiera podido o me hubiera costado más trabajo del que lo que me ha costado, porque continúo mi camino auditivo.
Compré ese disco de Joe Pass y empecé a sacar temas de Cole Porter, ya plasmados jazzísticamente; aunque yo ya venía tocando solo, me costó trabajo entender toda la elaboración que hacía. Tenía los acordes pero no sabía cómo se llamaban, entonces Memo me explicaba: se llama tal o cual, me los ponía en el piano y yo los identificaba. Un día llegué a La Estrella y vi un libro de 4400 acordes de guitarra jazz, era para indigestarse; ahí empecé a ver las familias y las extensiones. Ya tenía una buena parte, no todos, por supuesto, pero sí una buena parte. Ese libro me ayudó, pero como ya estaba más adiestrado al oído, pues mejor compraba los discos que Memo me recomendaba, principalmente de guitarristas, y empecé a trabajar con ese material, recurría muy poco al libro; después lo presté y estuvo mucho tiempo lejos de mí; cuando me lo devolvieron dije: “No, pos ya quédatelo, yo no lo necesito”, y lo regalé.
No soy de aquí, yo soy del jazz…
En 1991 o 92, Memo hizo un grupo que se llamó Jazz o Menos, trajo a Agustín Bernal y estuve ahí, fue un corto tiempo. Después hicimos un trío con Adolfo Álvarez, cuando se salió de Orbis y se fue a Danza; fue cuando formó el primer Jazz entre Tres, conmigo y con Ángel Luis Guerrero en el bajo. Después llegó Agustín Bernal, Memo lo trajo al Jazz o Menos y Adolfo lo invitó al Jazz entre Tres; estuvimos tocando dos veces por semana en El Tapanco. Agustín estuvo nada más un año o año y medio; creo que no hubo respaldo por parte de la UV y se regresó al DF. Nos quedamos a dueto Adolfo y yo, tocamos un tiempo así y luego ya se acabó.
Cuando fuimos a Nueva Orleans con Orbis Tertius, tuve invitaciones de músicos de allá para tocar con ellos y quería irme en mi año sabático, pero se vino esto de las Torres Gemelas de Nueva York y ya no se pudo, entonces hice una descarga académica y me fui con Alci Rebolledo al Rondajazz; primero era en dueto, pero Alci empezó a incrementarlo más y más, llegó un momento en que estuvimos cinco guitarras, en los Martes de Casino, en el Casino Xalapeño. Éramos cinco guitarristas: Michael Hoaglin, Manuel Viterbo, Alci, yo y mi sobrino Rubén León, que actualmente es el director porque Alci está un poco mal de salud. Después volvimos Alci y yo, a dueto, y así seguí hasta que me jubilé en 2009; aunque estaba con Alci, me jubilé en Orbis Tertius, porque lo de Rondajazz era solo una descarga.
He tocado también con muchos músicos sinfónicos, como Mauricio Mazurik, que en paz descanse, un músico muy bueno, de un oído increíble; con esa gente se siente uno presionado y siente la necesidad de avanzar. Cuando Memo traía invitados al Orbis del DF, sentía la presión de estar con músicos que tenían más conocimiento que yo. Siempre he tenido esa presión de ir de un músico a otro músico y a otro y mi respaldo ha sido mi audición; ese es mi sabor, esos son mis ojos, y mis oídos son mis propios jueces. Con mi capacidad auditiva he logrado mucho, lo que yo no pensé; no quiero presumir, para nada, simplemente es una cuestión divina.
Más vale solo…
Después de jubilarme estuve tocando solo, en un espacio en Coatepec; estuve ahí tres años tocando de todo, porque es un restaurante al que llega gente de todo tipo, entonces puse mambos, valses y tangos. Tuve muy buena aceptación en el restaurante. Un día, un señor me dijo: “Oiga, qué bonito repertorio tiene, porque nos tocó a todos”. Había chamacos también y toqué funky.
Tiene como 15 años que dejé la espiga y la plumilla, ahora toco con las puras yemas y ya no me preocupo. Tengo que tocar con mis uñas muy rebajadas, yo soy pura yema en la mano derecha; experimentando, una vez se dio un efecto especial que parece como un gua-gua, pero lo hago con las puras yemas, en la eléctrica y en la acústica, por ahí tengo grabado un disco con ese efecto.
No he permitido que se me venga el tiempo encima, luego a los músicos nos da el viejazo musical. Lo mismo que sucede en nuestra fisonomía, pasa en la música, pero yo no lo he permitido, por eso te decía lo del funky, eso es moderno completamente
Hay guitarristas que se avocan a una guitarra, acústica o eléctrica, yo siempre estoy en las dos, pero me entreno en la acústica Tengo una guitarra que me regalaron hace 40 años, es una guitarra madrileña hecha por un constructor español, Santibáñez; me la regaló un doctor que la compró para su hijo, pero su hijo no la quiso y me la regaló. Es un sonido tremendo, tiene un brazote muy tosco; con esa es con la que me entrené siempre, tiene un sonido muy bueno, muy grande, y esa es mi guitarra de siempre.
Que no quede huella, que no, que no
He participado en varios discos; estuve en Festival, que fue el primer disco de jazz que se grabó en Veracruz; después grabé con Orbis Tertius, cuando era director Lucio, son tres discos que se hicieron en esa época, y he participado en otras grabaciones, pero como invitado nada más.
Me han hecho unas propuestas de hacer algunos discos como líder, pero no me gusta grabar, no sé, no se me antoja; incluso hubo una persona que me financiaba un disco pero quería elegir el repertorio y así menos. Definitivamente, no me gusta grabar.
Créeme, cuando te diga…
Una anécdota: íbamos muy seguido al DF con Orbis Tertius; una vez que tocamos, creo que en el Teatro de la Ciudad, al terminar el concierto la gente se nos acercó a pedir autógrafos y platicar. A mí se me acercaron tres guitarristas del Conservatorio Nacional porque les gustó mi participación y querían que impartiera alguna clase. Me felicitaron y me dijeron:
-Nosotros somos estudiantes avanzados del Conservatorio Nacional, pero nos gusta el jazz; ¿qué métodos usa?, ¿qué nos recomienda?
-Bueno, están los métodos de Joe Pass, de Jim Hall, de Wes Montgomery, de Warren Nuns, que es un guitarrista e instructor de jazz estadounidense, no es muy conocido, pero es muy bueno. En fin, hay muchos.
-¿Usted, cuál usa?
-No, pos yo no uso ninguno; tengo los métodos porque me los regalaron, yo no he comprado más que el de Wes Montgomery, pero prácticamente no lo ocupo porque no soy músico académico, yo soy autodidacta.
Entonces, entre los tres se voltearon a ver y uno de ellos se molestó:
-¿Autodidacta?
-Sí, soy autodidacta.
-Con lo que vimos que tocó, ¿quiere decirnos que es autodidacta?
-Bueno, no es de ahorita tampoco, no estoy recién salidito, tengo muchos años en esto. Sí, soy autodidacta, yo agarro el disco y lo saco; lo que veo en el papel son puras guías y ciertos obligados, pero me aprendo los temas y, a la hora de tocar, ya me los sé.
–No, no, no, esas son fregaderas, lo que vimos que tocó no es para un autodidacta, entonces, ¿de dónde sacó la técnica y todo lo demás?
-Bueno, eso se aprende; tu mismo sentir, tu mismo instinto te dice cómo debes hacerlo; el instinto es tu guía.
-Para tocar lo que vimos que tocó, usted debe haber estudiado en el conservatorio, por lo menos cinco años. Creer que es autodidacta es como creer en los Reyes Magos, lo que pasa es que usted no quiere darnos los tips, la fórmula, el camino.
Me dijo otras cosas más pesadas y se fue muy enojado; desde entonces, cuando me preguntan si estudié, digo que sí, para evitar problemas.
El colofón de León
Yo no sé a lo que he llegado, puede ser mucho o puede ser poco, pero he llegado solo. Es muy difícil, es muy, muy difícil; si con maestro es escabroso el camino, solo es todavía más. Mi vida es la música, el día que Dios me quite de aquí, me voy a llevar esto, pero mientras siga, seguiré tocando
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