La separación del cargo del director del Hospital General de Martínez de la Torre, Sergio Méndez Mahé, el jueves pasado, en lo que se investiga posible negligencia médica que costó la vida a un recién nacido, abre la puerta para conocer estadísticas que ubican a Veracruz, y a su sistema estatal de salud, en los primeros sitios en mortalidad infantil del país, pese a denodados esfuerzos por crear infraestructura hospitalaria y programas especializados en salud materno-infantil.

Aunque el galeno martinense se defendió atribuyendo su cese a cuestiones político-electorales (“ya empiezan a calentarse los ánimos para las diputaciones federales y para la sucesión de la gubernatura del estado”, según dijo en conferencia de prensa) y presentó pruebas de que el fallecimiento se debió a que la madre presentaba diabetes gestacional, lo cierto es que no es un caso aislado ni único.

Roy Caple Hernández, consejero de la organización Save the Children, señaló a Notimex que en seis estados del país la tasa de mortalidad infantil es mayor que el promedio nacional, según cifras del Instituto Nacional de Geografía (Inegi) y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), y esos estados son Oaxaca, Puebla, Chiapas, Guerrero, Campeche y Veracruz.

En efecto, mientras el promedio nacional es de 16.1 muertes por cada 100 mil nacidos vivos, en estos estados dicha tasa frisa los 18, un tema que urge atención de las autoridades sanitarias de la entidad, porque abatir esos índices está en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), suscritos por nuestro país.

México, por cierto, enfrenta una meta más difícil de cumplir en materia de mortalidad materna, donde por fortuna Veracruz no aparece en los sitios más preocupantes.

En efecto, mientras que la meta de los ODM es de 22.2 decesos por cada 100 mil nacidos vivos, la media nacional es de 42.3 muertes, y los estados que más preocupan son Guerrero (con 75.9 decesos por cada 100 mil), Oaxaca (65.3) y Chiapas (60.6), justo donde se han dado más casos de violencia obstétrica, principalmente Oaxaca.

La multiplicación de casos de negligencia médica en que hospitales públicos de Oaxaca, Tabasco, Chiapas y Chihuahua en los últimos meses, al negar atención médica en casos de parto, obligó al presidente Enrique Peña Nieto a ordenar una política de “cero rechazo”.

Veracruz tiene en la mira el problema

La mortalidad infantil no es un problema que esté fuera de las preocupaciones de las autoridades estatales. En el Programa Veracruzano de Salud 2011-2016 se manejan cifras preocupantes en este aspecto, cuya disminución se impuso como meta para el presente sexenio. Veamos cómo lo plantea el documento de planeación sectorial:

“Mientras que la mortalidad preescolar en el país en el año 2009 fue de 77.8  defunciones por cada 100 000 habitantes de 1 a 4 años, en Veracruz la tasa fue de 84.5 defunciones […] En cuanto a la mortalidad escolar en el 2009 la tasa fue de 36.1 por 100 000 habitantes de 5-14 años; superior a la nacional que fue de 32.4”.

Pero garantizar que los recién nacidos y sus madres tengan acceso a personal calificado antes, durante y después del parto es un propósito que tiene muchos bemoles. La pobreza, la marginación y la atomización de la población, que se manifiesta en el hecho de que la entidad cuenta con más de 16 mil localidades de menos de 100 habitantes, dificulta brindar una atención universal de salud.

Esta dispersión poblacional impide que cuenten con unidades médicas cercanas. La lenta construcción de hospitales materno-infantiles en centros urbanos regionales se enfrenta, además, al problema que significa el grave estado de las comunicaciones terrestres y, en muchos casos, la dificultad para el traslado oportuno de los enfermos por otras vías, como la fluvial.

Pese a ello, según el secretario de Salud, Juan Antonio Nemi Dib, en el último año se logró reducir la muerte materno-infantil en más del 30 por ciento, lo que permitió en 2013 solo 63 fallecimientos en todo el estado, por debajo de la media nacional, y se está a un paso de lograr disminuir el número de decesos en un 50 por ciento.

Lograr esta meta se va volviendo cada vez más difícil. Aunque se han creado programas como el de Madrinas Obstétricas junto con el DIF estatal, acercar los servicios y acciones de la Secretaría de Salud a comunidades alejadas y marginadas no es cosa fácil, sobre todo por las limitaciones financieras agudas que enfrenta la administración estatal.

Pese a ello, no debe considerarse a la realidad como un pretexto para no atender valores fundamentales para la población como el acceso a la salud.

¿Habrá obras de infraestructura en la entidad?

Luego de tres años en que el gobierno estatal ha debido apretarse el cinturón al punto de correr el riesgo de dividirse en dos, al parecer van a empezar a aplicarse inversiones públicas en materia de infraestructura carretera, aeroportuaria, portuaria, hidráulica y de servicios, según anunció el gobernador Javier Duarte de Ochoa en su conferencia de prensa de los lunes.

La primera mitad de su gestión ha sido particularmente dura. Recibió un estado sumamente endeudado y ha debido hacer peripecias financieras para cumplir con los compromisos legados por su antecesor. Prácticamente no se conoce obra pública de trascendencia, al menos en materia de comunicaciones terrestres, aunque es posible que ya haya saneado un poco las finanzas públicas.

Prácticamente usó el símil de una tiendita para explicar lo que ha hecho para estabilizar económica y financieramente al estado. Ya nos imaginamos que la tiendita estaba muy comprometida con los proveedores y los bancos que prestaron de más, mientras el anterior abarrotero gastaba a manos llenas sin invertir en el crecimiento Esperemos que los tres últimos años podamos recuperarnos.

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