Vino a Xalapa a comprar una tina de baño; la eligió, la pagó y dio su dirección con todas las referencias necesarias para que, al tercer día, según la promesa del establecimiento, el chofer la entregara sin contratiempos. Tras una semana de infructuosa espera, se dirigió a la oficina de telégrafos del pueblo, tomó el formato, puso los datos de remitente y destinatario; en el cuerpo del texto escribió: “¿i?”, y la entregó al telegrafista, orgulloso de su capacidad de síntesis; el texto era conciso y claro, al encontrar una “i” latina entre interrogaciones, el receptor del mensaje entendería la pregunta: ¿y la tina?

La brevedad es cosa de genios o, por lo menos, de ingenios. Desde la antigüedad, en todas las culturas se han producido comprimidos de sabiduría, de reflexión, de poesía. Entre las fábulas, los aforismos, los haikús, los refranes y el Twiter y el whatsapp, hay toda una historia. La literatura oriental tiene ejemplos sorprendentes como el célebre (gracias a Borges) sueño de Chuang Tzu, que data del siglo IV a.c.: Chuang Tzu soñó que era una mariposa y al despertar no sabía si era el hombre que había soñado que era una mariposa o era la mariposa que ahora soñaba ser el hombre.

Entre los poetas, vienen a mi mente, el germano Ángelus Silesius:

La rosa sin porqué
florece
porque florece;

el italiano Salvatore Quasimodo:

Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y enseguida anochece

y, por supuesto,  el mexicano Efraín Huerta:

LA LEY

Todo
Cabe
En un
Poemínimo
Sabiéndolo
Acomodar

CON PASIÓN

Y así le dije
Con desolada
Y cristiana
Bondad:
Desnúdate
Que yo te ayudaré

LUIS BARRIA P_28 DE MARZO_FOTO 2En el siglo pasado se desarrolló una suerte de narrativa en comprimidos que recibe varios nombres: minificción, minirrelato, microrrelato, relato breve. El ejemplo más connotado en nuestra lengua es El Dinosaurio, de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, texto que gozaba del prestigio de ser el cuento más breve escrito en español, hasta que llegó El emigrante, del mexicano Luis Felipe Lomelí: “¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!”

La lengua inglesa tiene un portento, salido de la pluma de Ernest Hemingway: “Vendo zapatos de bebé, sin usar”.

En estos casos, el número de palabras que se emplean para contar la historia es, como en los telegramas, de un dígito; pero hay minificciones menos breves, El episodio del enemigo, de Jorge Luis Borges; Continuidad de los parques, de Julio Cortázar, y El viaje a la luna, de Julio Torri, son apenas tres ejemplos de una vasta producción.

LUIS BARRIA P_28 DE MARZO_FOTO 3Las minificciones fueron ampliamente difundidas y promovidas en América Latina por El Cuento, Revista de la Imaginación, publicación iniciada por Edmundo Valadés en1939 y que, tras un paréntesis obligado por la falta de papel (que se importaba de Europa), durante la Segunda Guerra Mundial, reinició su tiraje en 1964 y continuó editándose hasta 1999, cuatro años después de la muerte de su creador.

Otra plataforma de lanzamiento de las minificciones es La Marina, taller literario dedicado exclusivamente al estudio y la creación de este género, que fundó el escritor mexicano Alfonso Pedraza hace 13 años, tras los cuales ha crecido a nivel continental y mundial gracias a su sitio web, www.ficticia.com. Además de otras actividades, desde ese sitio se convoca a un concurso mensual que ha recibido más de 25 mil textos; cien de ellos han sido publicados en letra impresa, en el libro Cien Fictimínimos.

Alfonso Pedraza se ha dado, además, a la labor de digitalizar las minificciones contenidas en los 145 números de la revista de Valadés y las ha alojado en el grupo de Facebook, Minificciones de «El cuento, revista de imaginación»

Comparto con ustedes tres textos tomados de La Marina, que tienen que ver con el jazz.

Biografía

José Manuel Ortiz Soto

LUIS BARRIA P_28 DE MARZO_FOTO 4La mañana del 23 de junio de 1959 tras la exhibición de la película Escupiré sobre vuestra tumba (de la que era guionista), muere en el Hospital Laennec en París, a los 39 años de edad, el ingeniero, trompetista y crítico de jazz, cantante, compositor, productor, traductor, actor, dramaturgo, patafísico, poeta, novelista, dibujante… Boris Vian.

Eran demasiadas vidas para un cuerpo frágil y enfermo; y claro, su corazón no resistió, explicó el médico a un inexpresivo Vernon Sullivan, quien, fiel a su creador, hoy anda por el mundo con las novelas que escribían juntos.

La Taberna de Mou

Mou

Concibo un personaje y resulta tan perturbador que lo arrojo lejos. El pobre, maltrecho, reclama. Me arrepiento y trato de tranquilizarlo pero él, iracundo, no cesa de agitar los brazos. Luego corre hacia la ventana y se arroja a la calle. Salgo de casa y trato de alcanzarlo. Entra a un bar y con aire lúdico salta sobre el piano, se mezcla con las notas danzantes. Cuando lo veo levitar en la mirada del viejo jazzista, salgo del lugar. Ahora no me pertenece más.

Yardbird suite

Urusayalim

Muerteo* malamente igual que malviví, a golpe de pulmón y son de sax. Soy Parker, Charlie Parker, servidor del bourbon por la gracia del jazz, del jazz por obra del bourbon y de los cuatro musiqueadores que improvisan conmigo las fusas en la Dadá QJ, aquí, en el Rocamadur, todas las noches a las once en punto mientras nos duren la música, la muerte y la bebida. Lo demás, para un saxofonista, es lo de menos.

*(Muertear y musiquear, corresponden improvisaciones jazzísticas, propias del bar madrileño en el que, una noche sí y otra también, toca el fantasma de Bird.)

Pat Methey y Charlie Haden grabaron, en 1997, una serie de historias cortas; el álbum se llama Beyond The Missouri Sky (Short Stories); en él nos cuentan, entre otras, una bellísima historia musical: el tema de la película Cinema Paradiso.

https://www.youtube.com/watch?v=qEwXcgwzIYE

Y ya de salida, recuerdo una anécdota de Carlos Monsiváis: comentaba que la primera vez que tuvo que hablar en público, estaba tan nervioso que sólo atinó a decir: “seré breve…muchas gracias.”