Al conmemorar en Cosoleacaque, en el sur de Veracruz, el aniversario 76 de una expropiación petrolera que en 2013 perdió totalmente su espíritu con la reforma energética, el presidente Enrique Peña Nieto acudió a un acto en que le acompañaron no solo el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y el director de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin, quienes, junto al verdadero beneficiario de las ganancias de la paraestatal, el senador y dirigente petrolero Carlos Romero Deschamps, tienen que ver con el tema de la celebración. También le acompañó su paisano Emilio Chuayffet Chemor, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

            Llama la atención la presencia de un funcionario que, salvo tomar nota del acto para incorporarlo como tema de los libros de texto gratuito, poco tiene que ver con el desarrollo energético que vislumbra el gobierno federal a partir de la apertura de Pemex a la inversión privada, tanto nacional como extranjera.

            Pero llama aún más la atención por lo que ayer martes ocurrió en el corral veracruzano: el trascendido hecho noticia sobre el sacrificio de dos de los más cercanos colaboradores del gobernador Javier Duarte de Ochoa desde que él se hizo con la Secretaría de Finanzas y Planeación durante el gobierno del inefable Fidel Herrera Beltrán, quien según las malas lenguas sigue moviendo los hilos de la política jarocha.

            En efecto, ayer mismo el Diario de Xalapa causó conmoción con su nota de ocho columnas (“Cesan del gobierno a Spinoso y a Deantes”), donde se expone ante la opinión pública las supuestas razones de una defenestración que parecía imposible. E imposible también para la clase política y para todos aquellos que en los últimos comicios han sido candidatos priistas a algún puesto de elección popular, sobre todo en el caso de quien –se supone– este miércoles habrá de dejar su puesto como Oficial Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) a un Vicente Benítez que lucha por lograr la candidatura priista a la diputación federal por San Andrés Tuxtla, acosado por la sombra de su ahora jefe en la Sedesol, Jorge Carvallo, postulante para la misma aventura.

            Si algo reconocen en varios rumbos de la entidad los militantes priistas principalmente en la franja del Golfo de México, desde Alto Lucero hasta Martínez de la Torre, es la enorme valía de Edgar Spinoso Carrea, exsecretario Técnico de la Universidad Veracruzana en el período de Víctor Arredondo, y quien se mantuvo en la Oficialía Mayor de la SEV durante toda la gestión del exrector universitario y quien, tras una brevísima estancia en la Sefiplan de Tomás Ruiz González, regresó al mismo puesto en la gestión del gris Adolfo Mota Hernández, en sustitución del torpe y sinuoso Gabriel Deantes, también sacrificado por las mismas supuestas circunstancias.

 

Los sacrificados de la reforma educativa

 

Para nadie es un misterio digno de descifrar por los brujos de Catemaco, que en los últimos días han girado en torno al sector educativo local dos temas escabrosos: por un lado, las declaraciones del titular de la Auditoría Superior de la Federación, Manuel Portal, reforzadas recientemente en las propias narices del titular de la SEV, Adolfo Mota Hernández, por el presidente de la asociación Mexicanos Primeros, Claudio X. González, en el sentido de que había unos 5 mil millones de pesos enviados por el gobierno federal al sector educativo estatal que no habían sido utilizados en los rubros para los que habían sido etiquetados; y por otra, el malestar de la SEP por el sesgo que había tomado la reforma educativa con la ley veracruzana, en que no se contempla la sanción del despido fulminante de aquellos profesores que no salvaran la evaluación.

            Emilio Chuayffet Chemor habría declarado en un noticiero mañanero de Televisa que el gobierno federal interpondría una controversia constitucional contra la ley veracruzana que armoniza la legislación local a la reforma educativa dictada por el gobierno federal.

            ¿Cómo entender el trascendido salido del viejo edificio de la calle de Enríquez para establecer parámetros en términos de la trascendencia de dos despidos que significa, a todas luces, cargarle la mano a dos colaboradores que hipotéticamente han cumplido instrucciones, amén de posibles aprovechamientos personales?

            Todo puede entenderse por la presencia de un titular de la SEP que lejanamente habría pisado el inhóspito suelo sureño como una especie de turismo político. Tan pronto aterrizó el avión presidencial en el aeropuerto de Cánticas, el acompañante inesperado debió recibir en sus manos (tal vez antes de salir del DF) la noticia que en Veracruz levantó encontradas reacciones.

Unos, felices por el despido de dos elementos que se suponía insustituibles en el equipo duartista; otros, molestos porque se ha sacrificado, en el caso de Édgar Spinoso, al único operador político capaz de hacer ganar comicios locales y federales, como fueron los casos de la diputada federal Verónica Carreón Cervantes, el diputado local Eduardo Sánchez Macías, los alcaldes Rolando Olivares Ahumada, en Martínez de la Torre; Gumaro Ochoa Artezán en Nautla, Wenceslao Santiago Castro en Tecolutla,  Leticia Dellong Capellini en Gutiérrez Zamora y Teodoro Mondragón en Vega de Alatorre, entre muchos otros.

Tal vez la respuesta sea curarse en salud. Ya saben que, en política, no existe el agradecimiento.

 

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