{El Jazz bajo la manga}
Hace algunos años, en ocasión del día internacional de la mujer, dediqué un programa al jazz femenino y lo llamé Ejazz. Después lo mantuve como una sección fija. Más tarde supe que en Puebla hay un festival homónimo, al que fui invitado; ahí me enteré que en alguna ciudad del norte hubo un programa radiofónico con el mismo nombre.
Al día siguiente de mi llegada a Puebla llegó Melissa Aldana, la saxofonista chilena; venía de España, donde fue invitada a hacer un dueto con una cantante de jota y flamenco, Carmen Paris; el proyecto se llamaba “Epheminty, ejazz con jota”.
Tras superar la decepción porque el nombre que yo suponía emanado de mi gran ingenio, era un lugar común, concluí que Ejazz, más que una marca registrada, es un nombre del dominio público. Así que lo retomo aquí y, ya que estamos en marzo, comienzo con un modesto homenaje a las mujeres del jazz
Hay cada vez más mujeres
que le dan sentido al jazz,
que construyen, además
(ejerciendo sus quehaceres)
tantas pasiones, placeres,
tanta esperanza perdida,
tanta ilusión renacida,
tanto dolor, tanto encanto
que en la música y el canto
ejazz construyen la vida.
Junto a la voz de Eleanora,
las de Sara, Nina y Ella
entonaron a capella
los oficios de la aurora;
siempre alguna voz cantora
aligera nuestra cruz
porque filtra, a contraluz,
algún rayo de ilusión.
Labriegas de la canción,
mujeres con voz de luz
Hay mujeres que son viento
y en el viento se hacen danza,
y cuando ese viento avanza
se convierte en alimento.
Son orgullo del aliento
que a esta música engalana:
Tía Fuller, tan cercana,
Ingrid Jensen, Saori Yano,
Jane Bunnett y el araucano
saxo de Melissa Aldana
Una promesa cumplida
inaugura un nuevo reto:
nunca faltarle al respeto
al camino de la vida,
pues lo cumplido se olvida
y hay que seguir, sin tardanza,
el nuevo paso que avanza
buscando el nuevo presente.
Y la Spalding, se presiente,
siempre será una Esperanza
Regina Carter, violín;
Emily Remler, guitarra;
música de ambas, cigarra,
notas que no tienen fin;
voces profundas que sin
esfuerzo, siempre recuerdas.
Manos derechas e izquierdas
tejen el rumor nocturno
en que escuchas, taciturno,
un jazz bordado con cuerdas
Mujeres imaginantes,
seres de luz e ilusiones
que nos dotan de razones
para soñar, delirantes,
con horizontes distantes
sin mirar jamás atrás.
Y cada día son más
las que atizan esa flama.
Hoy se agranda el panorama
con las mujeres del jazz