El investigador del Instituto de Antropología (IA) de la Universidad Veracruzana (UV), Jesús Javier Bonilla Palmeros, tiene en puerta la publicación del libro Códice Tonallán-Misantla, en el que destaca la visión indígena de la llegada de los españoles y el encuentro inicial entre éstos y los totonacos, sus primeros aliados en la Conquista de Tenochtitlan, suceso histórico que en 2019 cumplirá 500 años.

En entrevista con Universo, adelantó datos de su más reciente investigación y abordó la importancia de estudiar estos documentos pictográficos del estado de Veracruz, cuya manufactura es de tradición precolombina y datan del siglo XVI.

¿Cuándo se inició en el estudio de la imagen de tradición mesoamericana?
En 1986 inicié el trabajo con estos documentos y en 1990 ingresé a la Facultad de Antropología para impartir una materia sobre códices. En ese tiempo los únicos trabajos que se conocían en Veracruz eran los del maestro José Luis Melgarejo Vivanco, quien había trabajado los códices Chapultepec, Coacoatzintla y Misantla.

A partir de que empecé tales actividades en la Facultad de Antropología surgió un interés por ampliar el estudio de los documentos pictográficos del estado.

Mi tesis de licenciatura fue sobre el Códice Chiconquiaco y se publicó gracias al interés de Rosa Borunda Quevedo, es el único códice del estado de Veracruz manufacturado en fibras naturales, al parecer es una combinación de amate y maguey, que está pintado en ambas caras al igual que los documentos prehispánicos.

Lo que también le hace único es el hecho de que en el reverso contiene el relato de la llegada de los totonacos a la sierra de Chiconquiaco. Es el único documento que registra la salida de los totonacos desde un punto mítico, Chicomostoc, la llegada a esta zona serrana y la fundación de siete pueblos, cuya cabecera es Chiconquiaco.

Realmente me sorprende cómo en un documento de dimensiones reducidas (poco más de 50 centímetros de alto por 50 de ancho) representaron el territorio de lo que actualmente son siete municipios, casi 700 kilómetros cuadrados: al centro está Chiconquiaco, de ahí tenemos lo que en aquel entonces era San Juan Miahuatlán (hoy Landero y Coss), San José Miahuatlán, Yecuatla, Xihuitlán (gran parte es hoy Juchique de Ferrer), Tepetlán y Acatlán.

Ése fue un primer trabajo y con el tiempo construí la línea de investigación “Estudios de imagen de tradición mesoamericana”, con la que inicialmente implementamos el análisis de documentos pictográficos de tradición indígena, lo que conocemos como códices; después lo aplicamos en el análisis iconográfico presente en la cerámica, la escultura, la pintura mural, incluso en la arquitectura.

Producto del desarrollo de esta línea de investigación tenemos más de 60 tesis, unas de licenciatura y otras maestría, lo cual nos llena de satisfacción, porque es un trabajo en equipo.

¿Qué les ha permitido ese trabajo en equipo?
Adentrarnos en las características distintivas de la imagen de Veracruz, específicamente las de tradición indígena, y cómo al articularse en diferentes contextos nos remite a toda una serie de cargas simbólicas.

¿Cuántos documentos de este tipo hay en Veracruz?
Tenemos pocos documentos que fueron manufacturados dentro de la tradición indígena. Están los Lienzos de Tuxpan, que también fueron trabajados por José Luis Melgarejo; en la zona centro tenemos el Códice Chapultepec, el Coacoatzintla, el Misantla y el Tepetlán.

También tenemos un buen número de documentos cartográficos que acompañaron los diferentes repartos de tierras o litigios que se llevaron a cabo en los siglos XVI y XVII; en algunos casos contienen representaciones gráficas que corresponden a la tradición pictográfica indígena. Naturalmente, ya integradas y reestructuradas de acuerdo con los requerimientos que implicaba el reconocimiento del territorio por las instituciones novohispanas.

Por ello se ponen las regencias hacia los puntos cardinales, las firmas de autoridades novohispanas que los autentificaban, entre otros elementos; pero quienes los elaboraban eran pintores que se habían formado en la tradición indígena y que a su vez se habían transculturado. De esta manera, tenemos una serie de registros gráficos en los que convergen ambas tradiciones: la indígena y la europea.

De los códices citados, ¿alguno es de origen prehispánico?
En el corpus de los Lienzos de Tuxpan se tiene uno que el mismo Melgarejo Vivanco propuso que era el que más se apegaba a la tradición prehispánica.

El Códice Chiconquiaco fue manufacturado dentro de esa tradición, pero podríamos referir que los primeros elementos que se plasmaron en ese soporte de papel amate corresponderían a la mitad de siglo XVI y otros que se le fueron integrando posteriormente, hacia la última década del mismo siglo.

Además, ese documento tiene una copia que fue elaborada en 1877, la ventaja es que se realizó cuando todavía estaba completo el del siglo XVI y que se actualizó información: le agregaron una serie de glosas en español, lengua náhuatl y totonaca.

Eso lo hace único porque los investigadores se han cuestionado por qué no tenemos topónimos ni nombres de lugares en lengua totonaca, si en Veracruz una buena extensión territorial del área centro-norte estuvo habitada por ellos.

¿Qué instituciones resguardan este tipo de documentos?
Tenemos algunos en el IA, como de los Lienzos de Tuxpan; tenemos otros documentos que estaba omitiendo, el de San José Miahuatlán, que corresponde a un litigio por tierras con Tonayán.

En el Museo de Antropología de Xalapa también se resguardan documentos de los llamados Lienzos de Tuxpan, y se tienen reproducciones en la última sala de los códices Chapultepec, Misantla y una copia del de Chiconquiaco.

En algunos casos lo que tenemos actualmente son copias, tal pareciera que se siguió la costumbre prehispánica de reproducir periódicamente los documentos porque se deterioraban con el uso.

Además, en la bóveda del Museo Nacional de Antropología se resguarda el original del Códice Coacoatzintla, que debió manufacturarse a mediados del siglo XVI.

A mí me tocó trabajar con un documento que se conservaba en Chapultepec, comunidad que pertenece al municipio de Coacoatzintla y que en el siglo XVI fue un centro muy importante, su territorio abarcaba hasta una parte del actual municipio de Xalapa. Era un altépetl.

Ese documento lo trabajé en la década de 1980, pero actualmente no quieren prestarlo, dicen que ya no está en la comunidad. Al fallecer el anciano que lo conservaba, sus hijos se encargaron de la custodia. Ese sería el documentos más antiguo que tenemos de Chapultepec.

¿El Códice Chapultepec estaba en manos de particulares?
Sí, muchos de estos documentos estaban en manos de particulares y algunos fueron integrados a acervos ya sea porque surgió algún problema por límites territoriales, y con la presentación de éstos los integrantes de la comunidad quisieron legitimar la posesión territorial desde tiempos ancestrales; o al saber algunos investigadores de la existencia de éstos, iniciaron trámites en alguna institución gubernamental y educativa para resguardarlos.

¿Cuál era la importancia de elaborar esos documentos?
Tenemos una diversidad de documentos pictográficos para la época prehispánica, de acuerdo con sus contenidos se han identificado como: cartográficos, cuando sólo registran el paisaje geográfico; histórico-cartográficos, cuando se integran representaciones de personajes que tuvieron que ver con algún evento en el devenir histórico del desarrollo de estas comunidades, o bien tienen textos en caracteres latinos, que nos dan cuenta de determinados hechos históricos.

Tenemos las matrículas de tributos, ésos son muy interesantes porque ahí se registraron todos los productos y materias primas que periódicamente entregaban como tributo a la Triple Alianza en la época prehispánica.

También tenemos tributarios para el periodo colonial, ya sea lo que entregaban a los encomenderos o lo que el común del pueblo presentaba a los señores principales.

Además, algunos documentos que son de carácter etnográfico y que nos remiten a información sobre prácticas culturales de estas comunidades indígenas, así como los llamados catecismos indocristianos, conocidos como Códices Testerianos.

Aquí en Veracruz tenemos exclusivamente documentos histórico-cartográficos. Varios de éstos nos refieren eventos importantes como la dotación de tierras por parte de las autoridades novohispanas.

En algunos casos aparece la imagen del virrey, como el Códice Chiconquiaco donde tenemos a don Luis de Velasco, quien le dio tierras a los indígenas totonacos de la zona serrana en 1590; en el de Chapultepec aparece fray Alonso de Santiago, quien se encargó de evangelizar a las comunidades indígenas de la parte alta y media de la cuenca del río Actopan.

También tenemos representaciones de gobernantes indígenas y en algunos casos hasta la relación con cada asentamiento, como el caso del Códice Misantla.

Un evento que aparece registrado en tres documentos de la zona centro del estado de Veracruz es la llegada de Hernán Cortés a las costas: los códices Misantla, Chapultepec y el San Antonio Tepetlán. En los tres se registra la figura de Cortés y en el Códice Misantla tenemos una escena que corresponde a la alianza que establecieron los totonacos con los españoles.

Eso le da un carácter relevante al documento, porque denota la importancia que tuvo para los indígenas totonacos de la parte meridional el establecer una alianza con los españoles, y cómo fue tan importante que hasta mucho tiempo después se siguió registrando en este tipo de documentos.

Actualmente trabajo en esta información y está en dictaminación por parte de la UV una publicación que trata exclusivamente de la alianza que establecieron los totonacos con los españoles.

En 2019 se cumplirán 500 años de la llegada de los españoles y el encuentro inicial entre éstos y los totonacos. Realmente es relevante este tipo de información porque nos acerca a la visión indígena del evento, a diferencia de lo que se ha abordado desde hace tiempo atrás, que es la de los cronistas Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés y Francisco López de Gómara.

Ellos dan su versión de cómo tuvieron un primer acercamiento en Cempoala, cómo los recibió el Cacique Gordo, cómo llegaron otros señores principales de Quiahuiztlán.

Por el análisis de estas fuentes pictográficas, sabemos que en Cempoala se reunieron los señores principales de estas unidades político-territoriales y ahí tomaron la decisión de establecer la alianza a la que habían sido convocados por Hernán Cortés en la Villa Rica de la Vera Cruz.

En ese lienzo tenemos a los representantes de esas unidades políticas importantes reunidas en Cempoala y mandan a sus emisarios, que son quienes están registrados frente a Hernán Cortés en la Villa Rica.

Estos datos del Códice Misantla, junto con el registro que tenemos del de San Antonio Tepetlán, donde va un señor principal a presentarle una serie de obsequios –mantas, piezas de oro– tanto a Cortés como a Malintzin que está presente, implica un reconocimiento por parte de esta comunidad indígena que culmina con la alianza que establecen españoles y totonacos.

En la historia oficial se dice que los primeros que se le unieron y apoyaron ampliamente en la Conquista de Tenochtitlan fueron los tlaxcaltecas, pero antes la alianza fue establecida con los totonacos aquí, en la costa del Golfo.

¿Es otra versión de la historia de la Conquista de México?
Lo que nosotros conocemos del encuentro de Hernán Cortés y sus huestes con los totonacos son las referencias de Bernal, Cortés y López de Gómara, pero el análisis minucioso que realicé entorno al Códice de Misantla me permitió detectar todo un seguimiento del encuentro de totonacos con Cortés y la alianza que llevaron a cabo en el sitio de la Villa Rica.

Una fuente complementa a la otra, una escrita se ve enriquecida con los datos que emanan de una pictográfica, como el Códice Misantla.

¿Cuál será el título del libro?
Códice Tonallán-Misantla, porque el documento perteneció y siempre estuvo en Tonayán, sólo que Ramón Mena a principios del siglo XX pensó que el documento era de Misantla, por eso le puso así.

Ahí viene registrado el topónimo de Misantla con una construcción religiosa, pero el documento era de Tonayán.

Esperemos que la publicación forme parte de los trabajos que se presenten con motivo de los 500 años de la llegada de los españoles.

¿Qué utilidad tiene estudiar este tipo de documentos históricos?
Desde 1986 empecé a trabajar con los documentos pictográficos de Veracruz y he detectado la real importancia que tiene este tipo de materiales culturales.

Como ya dije, en Veracruz tenemos documentos histórico-cartográficos que representan lo que es el espacio geográfico; a diferencia de las cartografías actuales, no tienen escalas y no se utilizan para referir determinado accidente geográfico, sino que vamos a encontrar el cerro, el río, la barranca, el mar y otros rasgos.

Los están plasmando, pero no totalmente con un carácter naturalista, sino bajo una concepción geográfico-simbólica del paisaje y es ahí donde nosotros, al hacer un análisis de estos elementos, podemos adentrarnos en formas de pensar de estas sociedades, en cómo concebían simbólicamente este espacio.

A la par, también analizamos aquellas construcciones que nos remiten a los diferentes asentamientos que en aquel entonces integraban las unidades político-territoriales, con una cabecera y una serie de sitios secundarios que dependían del sitio rector.

Podemos tener un primer acercamiento a cómo se estructuraban estas unidades político-territoriales que conocieron los españoles cuando llegaron y que después fueron modificadas bajo la figura del señorío y sus sujetos.

El análisis de estos documentos nos remite a una configuración geográfico simbólica del espacio, también permite acercarnos a la forma en que ellos estructuraban su territorio, cómo lo controlaban, cuáles eran las fuentes de abastecimiento, cómo aprovechaban sustentablemente los recursos naturales.

Nos acercamos a la forma de pensar del indígena, cómo concebía su entorno, cómo lo plasmaba a partir de convencionalismos geográfico-simbólico y cómo destacaron algunos momentos importantes en su devenir histórico y los integraron en estos documentos.

Karina de la Paz Reyes/Avc