Los primeros intentos de lograr un maridaje entre el jazz y el son jarocho datan del siglo pasado, cuando Guillermo Cuevas invitó a Tlen Huicani a hacer un concierto conjuntamente con Orbis Tertius, un tiempo después, cuando Lucio Sánchez era director de la agrupación, retomó esa idea e invitó a Alberto de la Rosa a grabar un par de temas en uno de los discos del Orbis. Ángel Luis Guerrero, por su parte, hizo un par de arreglos de sones jarochos que fueron grabados en el primer disco del grupo Enlace.
En este siglo, el jazz ha sido un nutriente de grupos que tienen su base en la música tradicional, Sonex, La Manta y Macuiles son tres ejemplos. El proyecto de Ik’Balam, por el contrario, se ha alimentado del son para generar una propuesta jazzística cuyo camino ha sido largo y sinuoso, ya que el jaranero y requintista ha tenido que internarse en ambos lenguajes y hacer la traducción para poder sonar convincentemente en ambos. De todo eso platiqué con él.

Viento jaguar

Yo soy Ik’Balam Moyrón Castillo, nací el 2 de diciembre de 1994 en Rancho Viejo, en el municipio de Tlalnelhuayocan. Mi papá se llama Teúl Manuel Moyrón Contreras, mi mamá, Cecilia Amalia Castillo Cabrera y tengo un hermano menor que se llama Pakal, tiene 19 años.
Mi nombre viene del maya ik, que significa viento, y balam, que significa jaguar, literalmente significa viento jaguar. Mi papá es fotógrafo y ha documentado todos los pueblos indígenas de México. Cuando se casó con mi mamá, estaba trabajando mucho con los mayas, de ahí la elección de nombres mayas para mi hermano y para mí.
Aunque mis papás no se dedican a tocar ningún instrumento, en la casa ha habido música desde siempre y yo tuve la fortuna de tener acceso a su biblioteca musical, es muy variada, entonces me permitió escuchar muchas cosas desde muy chico y como la casa está en el campo, no había ruidos que me distrajeran de lo que estaba sonando en el aparato de sonido. Recuerdo discos como el de Mono Blanco con Stone Lips, el primer tema de ese disco es el Chuchumbé y siempre que empezaba yo me detenía y escuchaba, ya después supe quiénes eran los músicos y el requinto de don Andrés Vega se me quedó. También recuerdo un disco de Charlie Parker que tiene mi mamá, cuando llegaba Be-bop, siempre me quedaba detenido porque me quedaba maravillado del sonido, en ese disco también venía Night in Tunisia, y ese famosísimo break de Parker también se me quedó mucho.

¡Vuela!

Pasé por el maternal, el kínder y la primaria, pero por las circunstancias solo agarré los instrumentos de siempre: la flauta, la guitarra o cositas así, pero no era tan en serio porque no todas las escuelas tenían los instrumentos y yo no pensaba que me iba a dedicar a la música con esos acercamientos porque eran cosas que, incluso, no se me quedaban tanto.
En la secundaria tuve un acercamiento más formal a un instrumento, a tocar, a interactuar con gente en un ensamble. Fue en el Centro Escolar Xalitic, ahorita está atrás de la USBI pero en esa época estaba en 20 de noviembre. La primera maestra de música y de jarana que tuve ahí fue Laura Rebolloso, me tocó el último año y medio que estuvo en la Xalitic, después entró Tacho Utrera y cuando no podía mandaba a Saúl o a Sael Bernal, los cuates. Sael ahora da las clases en La Casa de Nadie y Saúl está en México con los Vega, pero en esa época estaban los dos aquí. Ellos fueron mis primeros maestros de jarana.
Era un taller de tres horas los viernes y cada semana teníamos que tocar los sones, al año y medio, de ese taller salió un disco, no sé si porque Laura ya se iba o porque esa generación era muy buena decidieron hacer un disco que se llama ¡Vuela voladora!, se grabó en Azul Estudios con Norberto Cuevas. En ese disco están algunos compañeros que sí se dedicaron a la música o a las artes, por ejemplo, está Arantxa Peláez Cházaro, también Francisco Rodríguez, Pancho, que ahora está en el DF, era de los más avanzados; y otros compañeros, era un ensamble grande.
Con el son jarocho me di cuenta, en realidad, de la música, porque como era bueno en matemáticas, en biología, en física, en muchas cosas, estaba decidiendo si estudiar algo similar a esas áreas, las ciencias exactas, las ingenierías, de hecho llegué a ir a unas convocatorias de programas de la ciencia del Inecol y fuimos a León Guanajuato a presentar eso. Me llamaba la atención pero durante esas incursiones científicas seguía tocando la jarana y ya había comenzado con el requinto jarocho, que es a lo que me dedico a tocar más en forma.

No hay requinto malo

La llegada al requinto se dio porque uno de los tantos discos que había en la casa era de un encuentro de jaraneros en Tlacotalpan en el 2006 y ahí hay grabaciones de Sonex, de Pájaros del Alba, de Yacatecuhtli, de Híkuri, de Siquisirí, de Los Parientes de Playa Vicente, de Los Negritos, de muchos grupos y un son en particular que me llamó muchísimo la atención fue El Cascabel, tocado en un requinto afinado por sol, de los de Yacatecuhtli. Yo estaba tocando jarana y ahí fue donde le puse atención al requinto y me puse a buscarlo más, y lo que me hizo no dar vuelta atrás fue un video de Ramón Gutiérrez, de Son de Madera, tocando El Cascabel a requinto solo en Tlacotalpan, cuando lo escuché fue como todas esas historias que cuentan de cuando escucharon y vieron a Parker por primera vez, cuando vieron a Coltrane en su punto más álgido o a Miles en el festival de Newport. Cuando escuché eso y vi su manera de tocar dije yo quiero tocar requinto, eso fue en 2008, en 2009 le compré un requinto a Román Méndez, que en ese entonces estaba en Macuiles, él vivía en Xico y fue el que me hizo mi primer requinto y el que me dio las primeras clases, yo iba a Xico los fines de semana y me enseñó las primeras cosas.
Luego tuve la fortuna de que Ramón en esa época todavía estaba dando clases y pude tomar clases con él como seis meses. Y luego, alguien muy importante, porque no solamente me enseñaba requinto sino me enseñaba teoría musical, fue Jerónimo González, de Sonex, también en el 2009, con él estuve como nueve meses. Sonex ya era un grupo consolidado, pero fue antes de que Ilán [Bar-Lavi] tocara con ellos y de que sacaran su segundo disco. Él me enseñó a transportar, me enseñó los intervalos, me enseñó a tocar sones en todos los tonos, me enseñó técnica para la mano izquierda, y eso me fue abriendo el panorama de que el requinto tenía mucho potencial.
Luego entré a la prepa Juárez y a pesar de que ahí había talleres artísticos, solo estuve un año porque me aburrí de estar yendo todos los días a las siete de la mañana y que no hubiera clases. Me salí, me fui a la prepa prepa abierta y en ocho meses terminé los dos años que me faltaban. Terminé la prepa a los 16 años y ahí fue donde verdaderamente tomé la decisión que me hace ahora estar aquí, la de estudiar música, porque en realidad era lo que más me gustaba, terminaba mi tarea y a la menor provocación agarraba el requinto.
A la par de tocar jarana y requinto, nadé como seis años, estaba en un equipo de natación e iba a competencias estatales, me gustaba mucho pero al final ya me hacía mucho conflicto entrenar de alto rendimiento, ir a las cinco de la mañana y a las tres de la tarde y ver que en realidad no iba a dedicarme a eso. Dejé la natación y con la prepa ya terminada dije voy a estudiar música.

Repica y repiqueteando

A los maestros de esa época se suma don Cirilo Promotor, fui a un seminario que hicieron en Tlacotalpan y ahí tuve la súper oportunidad de aprender de él un poco. Después de Jerónimo González, alguien que también me enseñó mucho de teoría fue Micky Aguayo, él se dedica a muchísimas cosas y entre ellas está la música. Me enseñó a leer notas, creo que incluso me llegó a enseñar los acordes que se usan en un blues, me enseñó muchas cosas que complementaron lo que ya había visto con Jero y se súper confirmó en mí que el requinto podía hacer muchísimas cosas y que lo podía usar para lo que yo quisiera, porque con Micky ya no solo tocaba son sino que me enseñaba progresiones de alguna canción o de algún standard y me enseñaba a ubicarlas, él no toca requinto pero me enseñaba eso y ya con esos parámetros decidí buscar escuelas de música, llegué a considerar irme a la [Escuela] Nacional de Música para estudiar etnomusicología, también revisé aquí, en la Universidad Veracruzana. Yo quería estudiar piano, no es que ya hubiera estado muy grande pero estaba un poco difícil empezar de cero y como ya estaba muy clavado con el requinto, me empecé a acercar a JazzUV y pude entrar con el requinto, y ahí ya he hecho un viaje de seis años y medio: dos y medio en preparatorios y cuatro en la licenciatura. Todo ese trayecto académico lo realicé con el requinto jarocho de cinco cuerdas.

JazzUV

Estando en preparatorios participé en muchos grupos de son jarocho, ya fuera para fiestas o para presentaciones más formales, todo lo que se fuera dando porque yo, en realidad, en el principio no quería tocar jazz sino más bien quería aprender a usar el requinto de una manera más global, entonces todo preparatorios fue mucha talacha técnica, de pulir la mano izquierda y la mano derecha, y conforme fui avanzando le pregunté a los maestros si era posible que estudiara la licenciatura con el requinto, previamente ya había transcrito solos, ya había hecho tareas que implicaban utilizar los modos, ya conocía todos esos recursos del jazz que se supone que tienes que saber para poder ingresar a la licenciatura.
Se me dio la oportunidad, apliqué para la licenciatura en el 2014 y entré. En mi generación estaban Fuensanta [Méndez Lecomte], que ahora está fuera del país; Paco Galán, que estuvo en Guacamole; Carlos Martínez, que está en Guacamole; Karina Galicia, de Hilvana; mis compañeros del grupo Alba: Christian Sánchez, César Trejo y Raúl Martínez; Obed Orozco y Alex Lozano, del grupo Zenda. Es una generación muy similar en edad y en esa parte de estar buscando qué hacer con la música y con nuestras propias inquietudes.
Entré a preparatorios con el requinto jarocho y ese camino me permitió entrar a la licenciatura y cruzarla en su totalidad, entré al programa de guitarra porque era lo que más se parecía por la técnica de la mano derecha y la técnica de la mano izquierda, y porque el requinto en el que me especialicé es de cinco cuerdas y la guitarra tiene seis, y muchas de las posiciones se parecen muchísimo al requinto. Por eso fue que entré a esa academia, pero con las transcripciones aprendí a adaptar voicings de piano, solos de saxofón o de trompeta, frases técnicamente propias de guitarra y del bajo. Como la afinación que yo uso es de cuartas justas y el bajo se afina por cuartas justas, con los bajistas también platiqué mucho sobre cómo movían las tríadas, cómo articulaban las escalas o cómo veían las posiciones, porque la afinación por cuartas justas es totalmente simétrica, no tienes ese break que tiene la guitarra. Me nutrí de muchos puntos de vista, más los puntos de vista del requinto mismo y de la jarana y de la leona.
Mis maestros de instrumento en JazzUV fueron Ilán Bar Lavi y Bruno Esteban, la mayoría de la carrera fue con Édgar de la Torre, en el último semestre tuve la mitad con Pablo Reyes pero tuvo un problema de salud y regresó Édgar para cubrirlo el resto del semestre y con él concluí la licenciatura. Esos fueron mis maestros de las clases individuales de instrumento y en las clases colectivas estuve con Alberto Jiménez y con Roberto Picasso. Tomé las clases maestras de Francisco Lelo de Larrea, que ahorita está dando clases ahí, de Miguel Zenón, Kenny Barron, Gary Bartz. De materias teóricas y prácticas tomé clases con Diego Salas, Rafael Alcalá, Aldemar Valentín, Tonatiuh Vázquez, Alejandro Bustos, Tim Mayer, Gilberto Anell, Édgar Dorantes, Arturo Caraza, Jordi Albert, Jesús Rodríguez, Franscisco Wilka, Renato Domínguez, Obed Hernández y Alonso Blanco. Con Aleph [Castañeda] estuve en Ensamble y en Historia. Algunos de esos fueron mis maestros en preparatorios y en licenciatura y otros nada más en licenciatura. Además de las clases, siempre hay pláticas de pasillos o después de los conciertos y siempre les aprendes algo, pero yo, en realidad, a veces me clavaba, más que en la música, en aprender cómo ven la vida los maestros que he tenido y los maestros que admiro.

Largo y sinuoso camino

No ha sido un camino fácil porque si bien los maestros me enseñaban y me daban todas sus ideas y sus aportaciones, no conocían el instrumento en sí, desde cosas tan básicas como confundir el nombre y decirle jarana, y de no conocer las posibilidades o no saber cómo se ejecuta. Yo llegué tocando con el cuerno y ahí tuve que cambiar a la plumilla porque me di cuenta de que en realidad eso me iba a permitir poder sacar un poco más fácilmente todo lo que me enseñaban y ya me quedé con la espiga de plástico, aunque sigo tocando con la de cuerno. Como en el son jarocho en general está muy presente eso de cambiar la afinación que se usa, yo siempre le movía al requinto, pero en JazzUV ya agarré una y sobre esa me fui para estudiar todo lo que me encargaban.
En preparatorios aprendí en forma lo de las improvisaciones, las escalas y le empecé a poner un nombre más específico a todos esos recursos que Jero y Micky ya me habían enseñado. Me gustó mucho lo del jazz porque cuando llegué a JazzUV vi que muchas cosas de las que ya había hecho en el son jarocho, aplicaban ahí. En realidad, clases de requinto tuve un año, después fue zambullirme en los discos y hacer la transcripción, luego, en los ensambles me juntaba con amigos no solo a tocar los sones sino a improvisar encima de ellos y vi que todas esas cosas del son jarocho también estaban en el jazz. Siempre me ha gustado saber de dónde viene todo y el sistema que se ha desarrollado para estudiar jazz que es súper claro y tiene desglosadísimas todas las herramientas, eso me gustó mucho porque también abarca esa parte mía de saber cómo utilizar las cosas.

A mí no me lo dio nadie, / mi trabajo me costó…

En la preparatoria había hecho un requinto de cuatro cuerdas con Ramón y para la licenciatura le pedí un requinto acústico de cinco cuerdas con ciertas especificaciones y con ese estudié casi toda la carrera. Es un instrumento que ya tiene pastilla, ya tiene la acción más baja, o sea, tiene una serie de especificaciones que me permiten tocar los recursos del jazz de una manera más accesible, porque la naturaleza del requinto lo hace no tosco pero sí más rudo, es un instrumento difícil y para tener otras posibilidades le pedí a Ramón un requinto con esas características.
Luego, en mi último año de licenciatura, decidí hacerme un requinto totalmente eléctrico. Para eso acudí con Ramón, quien me asesoró en la laudería y con Norberto Cuevas, que me guió con todo lo electrónico, les estoy muy agradecido. Fue un proyecto que me llevó prácticamente año y medio, desde investigar, llegar con la propuesta, diseñarlo, buscar las pastillas, los materiales y hacerlo, y ahorita ya estoy de lleno con ese instrumento, de hecho, lo llevo a las presentaciones de son jarocho que tengo y estoy integrándolo al son jarocho también para que ese sonido sea más familiar, que aunque esté acompañándolo una jarana acústica o un marimbol o el canto o el zapateado, también suene a son jarocho, porque sí suena a requinto a pesar de que está amplificado eléctricamente.
A la par de la carrera, el taller de Ramón fue mi otra escuela, todo lo que aprendía en JazzUV lo asimilaba en el Patio Muñoz porque me tocaban todos los ensayos de Son de Madera, cuando todavía estaba Aleph, y con los ensayos aprendí cómo se hace un concierto, cómo se eligen los sones, cosas que traducidas al jazz son cómo hacer un repertorio, cómo decirle a tus músicos qué quieres, todas esas partes profesionales que no se enseñan de manera tan explícita en la escuela. Con todos esos paralelismos del son jarocho y del jazz fui descubriendo que los instrumentos y las tradiciones mexicanas tienen la universalidad que tienen esas músicas que se estudian en las escuelas, por ejemplo, en la licenciatura nos hacían tocar partitas de Bach como parte del programa y a mí se me hacía bien padre que podía adaptar una partita de violín al requinto, aunque no me dedicara de lleno a estarla estudiando más que para cubrir cada semestre, eso me enseñó a ver el requinto de otra manera.

(CONTINÚA)

 

SEGUNDA PARTE: Una poca de chamba y otra cosita
TERCERA PARTE: Este proyecto en la Atenas


CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER