A diferencia del resto de los gobernadores panistas del país, el de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, se ha desmarcado del problema que enfrenta Ricardo Anaya, el candidato de la alianza PAN-PRD-MC a la Presidencia de la República, con la PGR, que lo acusa del presunto delito de lavado de dinero. A las reuniones que el candidato panista en la mira de la PGR ha convocado para definir las estrategias legales a seguir en su defensa, Yunes Linares no se ha presentado, en cambio se ha dedicado a agradecer supuestos apoyos que le ha dado el presidente Enrique Peña Nieto, para obras que se estarán realizando en el estado que gobierna el polifacético político de Soledad de Doblado. Se nota a leguas que Yunes Linares no quiere saber nada de confrontar ni a la PGR ni a Peña Nieto, ya sea por su situación de demandado por delitos como enriquecimiento inexplicable o por la necedad de imponer a su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, como su sucesor. El gobernante veracruzano en este asunto se muestra tal como es, traicionero y desleal, características que en su carrera política le han servido para ocupar importantes cargos y acumular riqueza. Cuando necesitó de Ricardo Anaya hasta lo trajo a dormir en el Palacio de Gobierno, lo comprometió enfrentándolo con César del Ángel Fuentes, para que le reconocieran su triunfo, luego lo empinó con el asunto de su hijo y ahora lo abandona cuando más lo necesita. Cosas de la política a la Yunes Linares.