Las mujeres y los hombres tienen cualidades muy diferentes. Estas se expresan en todos los ámbitos que podamos pensar, incluso el empresarial.

Estadísticamente existe una brecha gigante entre la cantidad de ejecutivos hombres y mujeres; ni hablar de la diferencia de salario entre sexos. No obstante, esa es una realidad que está cambiado, todo gracias al poder del liderazgo femenino.

En los negocios hay oportunidades prácticamente únicas para las mujeres. Hoy hablaremos de esas características que recién se ven en el liderazgo empresarial y se ven gracias a que las aportamos nosotras, las mujeres líderes.

  1. Liderazgo emocional

Es bien sabido que somos seres más emocionales. Sin dejar de lado la razón y la racionalidad, el liderazgo femenino se orienta naturalmente a pensar en los sentimientos de sus trabajadores o colaboradores.

Lo que inevitablemente lleva a que las líderes mujeres sean más empáticas. Como resultado de esta empatía, la conexión y la sinergia son mejores, lo que nos lleva a equipos de trabajo más comunicativos y efectivos.

  1. Flexibilidad total

Quizás sea por las curvas en nuestro cuerpo o por la confianza natural que tenemos en la humanidad. Sea cual sea la razón, la flexibilidad se ha vuelto una característica monumentalmente importante de nuestro liderazgo.

No se trata de ser blandengue o de tener poca autoridad, sino de flexibilizar limites poco razonables o no tan importantes, buscando maximizar los resultados.

Un gran ejemplo de ello son los cambios registrados a las políticas de trabajo de empresas como Google, desde la llegada de las mujeres a los puestos gerenciales claro está.

Estas famosas políticas de empleados sin uniforme, trabajando en shorts o bermudas e incluso haciendo el trabajo desde casa, son resultado directo de la inclusión femenina en altos puestos de la organización.

Como madres, sabemos reconocer cuando una norma no tiene sentido; ese mismo principio lo aplicamos siendo jefas y lideres.

  1. Relaciones orientadas a las personas

Una consecuencia natural de los puntos anteriores. Las mujeres solemos ver un panorama más grande, algo más holístico e integral. Esto ha vuelto las relaciones organizacionales más humanas.

Pero no solo se humanizan las relaciones, sino también las organizaciones en sí mismas. Esto lleva a que sea posible contar con empleados más comprometidos, que tenga claramente definidos los objetivos de la empresa.

  1. Tiempo eficiente

Ducharse, planchar, levantar a los niños y estar atentos a que cumplan su rutina, hacer el desayuno y maquillarse. ¡Esas son las tareas que hace una madre promedio antes de siquiera entrar a su puesto de trabajo!

Un ejemplo muy claro de porqué el liderazgo femenino sabe aprovechar mejor el tiempo. Cero reuniones innecesarias para trabajar, nada de quedarse hasta tarde en la oficina. Los tiempos se cumplen perfectamente cuando el liderazgo femenino dice presente.

  1. Negociaciones fructíferas

¿Cómo podríamos no saber negociar si siempre lo estamos haciendo? Cuando delegamos las tareas del hogar, negociamos. Cuando repartimos los gastos de pareja, negociamos. Cuando establecemos premios y castigos a nuestros hijos, estamos negociando.

Es por esto que negociar está en nuestro ADN y se nos da tan bien. Estamos un paso adelante cuando se trata de evaluar riesgos y beneficios, ganancias y pérdidas.

  1. Orden impecable

Cada cosa en su lugar, un paso después del otro, pero con la vista siempre puesta en el objetivo final. Las mujeres damos a las empresas y organizaciones la cualidad invaluable de trabajar con orden y de exigir lo mismo a nuestros equipos.

Es muy probable que esto se asocie con nuestra capacidad de hacer varias a la vez, ya que podemos ir resolviendo de manera más temprana cada paso o fase de un proyecto para luego poder en marcha lo que ya hemos pensado sobre la siguiente.

El orden que aplicamos a nuestro horario, hogar y vida, también lo aplicamos a las empresas.

  1. Reconocimiento y honor al merito

Las mujeres carecemos de un defecto (o cualidad, dependiendo de donde se le mire) masculino, el ego.

Esta falta de ego excesivo hace más sencillo reconocer los éxitos ajenos, especialmente tratándose de los subordinados. Ninguna madre se adueña del éxito de sus hijos, tampoco lo hace ninguna líder con el merito de sus empleados.

El justo reconocimiento mantiene motivados a los equipos de trabajo, es un aceite que hace que funcione el motor de cualquier grupo.

¿Ya sabes lo que aportas a tu lugar de trabajo?