En esta segunda entrega, Nehuián Anaya nos habla de su paso por Europa y su regreso a México.

An-danzas

Tenía un gusto por Europa, entonces, cuando me gradué de Alvin Ailey, me fui a hacer un curso de verano a Bélgica en una escuela que se llama P.A.R.T.S. [Performing Arts Research and Training Studios], también es una compañía muy buena de técnica release, ya no es nada moderno, es de danza posmoderna y contemporánea. Ahí conocí un montón de gente que no bailaba por ser bella o por ser un gran atleta, sino que bailaban, más que nada, porque la gravedad impulsaba sus cuerpos y con el peso podían producir movimiento y divertirse. El enfoque en Europa me atrajo mucho porque tenía otros principios, en Estados Unidos, lo más importante es vender, ganar dinero de una u otra manera, para eso hay que ser muy competitivo, hay que ser muy bueno, tener una técnica que sea innegable, todas esas cosas que son muy plausibles pero que robotizan mucho tu manera de crear la danza.
Después audicioné en una escuela en Salzburgo y me dijeron que si entraba ahí, iba a tener que reaprender todo, y les dije no entiendo por qué tengo que tirar a la basura todo lo que ya he aprendido, ¿por qué no lo puedo utilizar con todo lo que ustedes me van a enseñar? Hubo un choque de ideologías y entendí que son muy puristas por muchos lados y yo no quería tirar a la basura mi formación en Nueva York porque no todo mundo puede ser un gran técnico, no es algo que se regale, es algo que tienes que trabajar duro para conseguirlo.
Pasé una temporada viajando entre Salzburgo, Bélgica, pasé a España y me encontré con una amiga que conocí en Bélgica en ese curso de verano, se estaba graduando de una escuela que hace mucho trabajo de piso y mucha improvisación, me invitó a verla bailar y me encantó que tuvieran una energía tan viril, muy agresiva pero sutil, o sea, muy agresiva en el sentido de que su energía era muy explosiva. Como público, no podías ignorar que estaban ahí, todos estaban musculosos pero no eran como los levantadores de pesas, sino que eran muy fuertes de una forma muy orgánica.

Y a ninguna le interesa / bailar con frivolidad…

Decidí que quería estar en esa escuela porque podía hacer un salto, de seis años de formación, podía hacer solamente dos y me ofrecían prácticas escénicas, eso era justo lo que yo estaba buscando porque no quería hacer audiciones y trabajar en cosas que no me estaban llamando la atención, estaba buscando en mi formación algo que no fuera levantar las piernas y ser técnicamente perfecta. En esa escuela me ofrecieron bailar por dos años las coreografías de los maestros de ahí, que están bastante locos, y aprendí otras cosas que no se trabajan en el continente americano en cada esquina, como trabajo de piso, técnica release, improvisación, mucho contacto. Cuando llegué a esa escuela me di cuenta de que hay mucha gente que no podía hacer todas las cosas que yo ya sabía hacer, como ballet, porque para ellos no es tan importante. Entré a esa escuela para reforzar mi formación y tener una idea mucho más grande de las posibilidades físicas que tienes si combinas todo lo que ya sabes.
Cuando llegué a España, les gustó que yo tenía mucha fuerza física, en parte por quien soy y en parte por lo todo que he hecho y que me gusta. Encajé perfectamente esos dos años que me tocó trabajar con ellos porque la cultura española tiene mucho carácter, tiene mucho vigor y no se cortan un pelo, se adjudican lo suyo y lo defienden. Me gustó mucho estar ahí porque aprendí a incorporar todo lo que ya sabía hacer con técnicas más orgánicas pero que tienen muchísima potencia.
Me ponían a bailar con los niños y con las mujeres vascas porque son las más fuertes (risas), yo trabajaba con los hombres porque cargaba a los hombres igual que los hombres cargan a las mujeres, o con las mujeres vascas que son unas fieras, siempre trabajaba con ellos porque tenía mucha fuerza. Me divertí mucho trabajando ese tiempo ahí.
Estuve dos años ganando experiencia escénica y entrenando mucho, terminé el último año con una beca de estudios en el extranjero del Fonca, lo cual me ayudó mucho, pero a la vez tuve ratos en los que sufrí comiendo solo garbanzos y arroz porque no llegaba la beca.

Ya adivino el parpadeo…

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno
(Carlos Gardel)

Cuando terminé tenía unos ahorros, pero puse sobre la balanza ¿quiero gastarme todos estos ahorros en tres meses audicionando por Europa a ver si cacho una chamba -que está muy difícil porque, así como yo, hay millones de bailarines buscando una chamba- o uso estos ahorros y me regreso a México y veo qué está pasando en mi país?
Decidí que no quería arriesgarme a ver qué pasaba, no sé si fue la mejor decisión o no, pero aquí estoy (risas).
Cuando llegué a México, yo sabía que no había gente para la que yo quisiera trabajar como bailarina, porque puedo hacer muchas cosas pero no me puedo callar la boca tan fácilmente (risas), soy un poco exigente en prestarle mi cuerpo y mi tiempo a proyectos en los que no creo o proyectos en los que digo esto es una gran farsa, yo no estoy a favor de timar a la gente, de alimentar el arte egoísta, de hacer creer a otros que eres bello cuando no creo que haya contenido, entonces dije bueno, voy a regresar a México pero ahora voy a atender mis ganas de crear y de explorar, porque prefiero empezar una carrera de creadora que trabajar como bailarina para proyectos que no tienen futuro para mí.

Interacciones

Empecé un diplomado, en Oaxaca, de creación y producción. Lo dirigió Claudia Lavista, una mujer que es una figura de la danza mexicana porque formó, entre otros, el grupo Delfos, que es una compañía independiente muy bien gestionada que tiene muchos años de trayectoria en Mazatlán, ellos hacen danza moderna y también hicieron su escuela que se llama Escuela Profesional de Danza de Mazatlán. Este diplomado fue en el Centro de las Artes de San Agustín (CASA), en Oaxaca, un espacio hermoso.
Me metí a estudiar ese diplomado porque hacía cinco años que no había estado aquí, entonces no estaba actualizada para nada con la situación de la danza en México y creo que fue un buen inicio para regresar y ver de qué se trataba porque en este diplomado había proyectos de todos el país, entonces tenía sesiones con gente que no sabía nada pero quería crear o con gente de teatro que quería ver qué onda con la danza o con gente de danza que estaba odiando el medio de la danza, que eran bailarines activos y querían empezar a producir y hacer un cambio a partir de ellos.
Era un diplomado en dupla, podía haber un productor y un director o como decidieran dividirse la responsabilidad. Marsel Toledo es una amiga que estudió en mi generación en la facultad, pero ella sí se quedó. Nos reencontramos en ese diplomado y decidimos trabajar juntas y dividir la creación en 50-50. Fue una gran chamba, pero el trabajo salió y fue una buena experiencia para aprender a trabajar en equipo, porque veías que todas las duplas fallaban en ese sentido, la gente no podía conceder en dirección, no doblaban el brazo, entonces, las obras no funcionaban porque era como una gran pelea de egos todo el tiempo. Yo estoy muy orgullosa de que funcionó y seguimos trabajando esa obra hoy en día, tenemos unas funciones programadas en el DF, va a estar padre.

Reguilete que engaña la vista…

Mi ciudad es chinampa
en un lago escondido,
es cenzontle que busca
en donde hacer nido,
reguilete que engaña la vista al girar
(Guadalupe Trigo)

Ese diplomado estuvo muy chido porque hice muchos contactos, pero se quemó todos mis ahorros, estar yendo a Oaxaca dos semanas cada mes por ocho meses, me dejó en bancarrota. Cuando terminé, pasé medio año atendiendo cosas personales, en ese lapso me di cuenta de que estaba perdiendo muchísimo el tiempo y que no había seguido con mis planes. Fue medio año de encontrar muchas cosas a nivel personal, de saber que no debía estar parada, que no había entrenado durante mucho tiempo, que necesitaba retomar bailar y Xalapa no era el lugar correcto para mí, porque si tú no te mueves, nada se mueve.
Por suerte, después de ese medio año me dieron la beca de Creador Escénico, del Fonca y con eso me mudé al DF, ahí empecé un proyecto muy ambicioso con varias colaboraciones. Esa beca es muy ambigua, la puedes usar para entrenar, para hacer una residencia, para crear, para viajar. Yo la usé como si fuera una beca de Jóvenes Creadores, digo que fui muy ambiciosa porque tuve muchos problemas con los tutores porque no entendían bien qué era lo que yo quería hacer, yo quería hacer una obra a partir de muchas colaboraciones con diferentes artistas. Mi primera colaboración era con un arquitecto para trabajar espacialidad, la segunda era con un diseñador sonoro y la otra era con un vestuarista que trabajaba estética.
Aproveché muchísimo esa beca porque hice dos obras, hice una pequeña y la metí al Premio Nacional de Danza y tuve la oportunidad de ver qué era lo que la gente estaba creando a nivel nacional y me llevé una gran sorpresa porque por primera vez en muchísimos años, declararon el premio desierto.
En el premio, había cosas muy buenas y había cosas muy malas, entonces dije algo muy raro está pasando en la comunidad de danza en México porque todos están en desacuerdo, nadie se lleva con nadie, todos se tiran mierda y grilla entre ellos, y a los trabajos que son buenos, les voltean la cabeza para no darles credibilidad, hay vacas sagradas que no sueltan su trono, y entendí perfectamente que la danza en México está muy centralizada en el Fonca, todo lo que sucede está financiado por el Fonca y lo que no está financiado por esa institución, está haciendo un gran esfuerzo por crear nuevos públicos, por sobrevivir de eso.
Fue un gran sacón de onda porque está difícil, si no estás privilegiado por el Fonca por muchos años, ¿de dónde sacas toda la infraestructura para tener un estudio, para entrenarte?, ¿cómo puedes tener gente que trabaje para ti si no les puedes pagar? Al final, mi obra sí salió adelante y la estrené en el Museo de la Ciudad de Querétaro, hice una colaboración con alumnos de la UAQ [Universidad Autónoma de Querétaro], les ofrecí un taller a cambio de que bailaran en mi obra como escenografía (risas) y fue un gran reto, en muchos sentidos, porque dije ¿qué puedo hacer para que este trabajo no tenga solamente una función?, si yo quiero vivir de esto, ¿cómo puedo tener permanencia?

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: Crecimiento y celebración
TERCERA PARTE: El camino al paraíso

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