Solo a un cronopio se le ocurre colectar fragmentos de Alan Turing, Narciso Yepes, Carlos Marx, Leo Brouwer y Max Weber para crear la batería capaz de encender una bombilla que siempre estuvo entre nosotros pero nadie había avistado. Solo un cronopio sabe que los polos opuestos de esa batería tienen nombres de persona: García Lorca, Leonard Cohen, Shakespeare, Alejo Carpentier, Henry Miller, Charlie Parker y algunos otros.

Solo un cronopio sabe que para lograr tal hallazgo hay que haber nacido en Xalapa en el año 1985 de nuestra era, pero no hay que ser cronopio para saber que tal espécimen existe y que se llama Axel Juárez. En un mensaje anónimo, algún sagaz informante me advierte que el cronopio en cuestión «investiga y escribe sobre temas musicales relacionados con diversas áreas de la cultura y el conocimiento. Ha cursado estudios de guitarra clásica, informática y sociología. Como ensayista ha recibido el primer lugar en el Premio Nacional al Estudiante Universitario ‹Carlos Fuentes›, edición 2012, por el ensayo Arte, ciencia, luz. Hacia una visión holística de la sociedad. En el año 2013 fue seleccionado en la novena edición del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Veracruz, con el proyecto Melomanía para literófilos. Cinco ensayos para explorar la interdisciplinariedad musical».

El mensaje dice también que el cronopio del que hablamos acaba de publicar el libro Elucubraciones sonoras. Encuentros y desencuentros en música y literatura, en cuya cuarta de forros se lee:

«¿Cómo complica, subvierte, desfamiliariza o transgrede la canción de autor las ideas tradicionales de género, categoría y las convenciones/restricciones formales? ¿Qué aires de familia emparentan a Lorca y Leonard Cohen, a Shakespeare y Bob Dylan? ¿Los mundos de Edgar Varèse, Alejo Carpentier y Henry Miller se cruzaron de alguna forma? ¿Existe un equivalente literario para el encanto y las estratagemas de un jam de jazz? ¿Cómo escuchamos, leemos y percibimos la libre improvisación y cómo interactuamos con ella? ¿En qué medida los riffs salvajes de Charlie Parker explican la retórica admirable y ligeramente chiflada de Julio Cortázar? ¿Las canciones de Javier Krahe, humorísticas, esperpénticas y virtuosas, están en deuda con la poesía española de los siglos de Oro? ¿Qué elementos poético-musicales hacen que expresiones añejas de la cultura popular mexicana como el fandango jarocho o el huapango huasteco sean incesantemente fructíferas, vitales y estimulantes? ¿Qué ideas y teorías musicales dinamiza Thomas Mann en Doktor Faustus, la última de sus grandes novelas? Axel Juárez contesta aquí –en su magnífico debut literario– a estas y otras preguntas más zigzagueantes. Absorbente, lúcido, cerebral, erudito y tan libre de opacidad académica como de gas metano verbal, este libro abre un canal para pensar el vínculo música/literatura desde una acertada combinación de crítica, historia cultural, biografía, investigación sociológica y atrevida literatura comparada. En un entorno intelectual que cada vez se vuelve más abstracto y enrevesado, poblado por agentes que a su vez se vuelven más pequeños y especializados, es de agradecer la encomiable voluntad del autor por plantear una comunicación genuina entre las distintas disciplinas, una posibilidad de que los diferentes discursos superen los tediosos debates taxonómicos y unifiquen fuerzas en pos de todas aquellas personas que aún se acercan al arte en busca de eso que lo hace real. Esta obra constituye un progreso en esa dirección. Una escritura contundente que auna pasión e ideas, raciocinio y gozo. Un ejercicio puntero de la literatura ensayística».

Lo más destacado del mensaje es la información de que el libro se presentará el martes 31 de octubre, a las 17:00 horas, en la Sala Carlos Fuentes Lemus de la USBI, que la ceremonia de presentación en sociedad será oficiada por tres supremos sacerdotes: el enormísimo cronopio Guillermo Cuevas, Omar Valdés y el mismísimo elucubrante Axel Juárez. Que la entrada será libre para todos los cronopios, faltaba más, pero también para glorias y para famas. Que al final de la ceremonia sacerdotes, devotos y curiosos formarán un corro para bailar tregua y bailar catala. ¿A poco se van a quedar con las ganas de participar de tan insólita ceremonia? Yo no, ahí veré a los asistan y a los que no, pues cómo.

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