Como su antecesor en el puesto Javier Duarte de Ochoa, el actual gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha empezado a pautar sus salidas públicas y sus apariciones fuera de oficina solo para hacer presencia en meros actos cívicos, en ceremonias insustanciales que en nada enaltece o contribuye y a hablar de obras realizadas o dejadas a medias por otras administraciones y niveles de gobierno, y con las que él se quiere parar el cuello.

Este miércoles 27, sin ir muy lejos, acompañado de uno de sus hijos, alcalde electo de Veracruz [no tuvo la cortesía de invitar al alcalde en funciones], Yunes Linares habló del Hospital del Niño Veracruzano, como lo bautizó para diferenciarlo de Torre Pediátrica, nombre que le puso Fidel Herrera a un edificio que lleva casi 10 años construyéndose, y se jactó de todo lo que va a hacer para concluirlo, como si lo hubiera tirado y vuelto hacer desde sus cimientos.

Igual que Duarte, que nada hacía por Veracruz (porque todo el dinero se lo había robado), Yunes aprovecha cualquier oportunidad para repetir un discurso en quien ya nadie cree, con promesas andrajosas de tanto llevarlas y traerlas sin que se vea un indicio de que puede cumplirlas.

Conocido como el “señor de las promesas”, que bien podría protagonizar una zaga fantástica de un soberano que alimenta a sus súbditos con sueños irrealizables, Yunes Linares ya empieza a delirar.

Con reporteros a modo que le hacen preguntas para que batee de jonrón, ayer en Veracruz se refirió a lo que hizo en Ciudad de México, donde a convocatoria de la Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales pudo reunirse con los directivos de las 50 empresas globales más importantes que operan en México, según sus propias palabras, y donde les habló de unas supuestas ventajas que tiene la entidad para que inviertan.

Lo que siguió después fue muy confuso. Entre que prefería que este jueves se dieran a conocer los montos de inversión en Puerto Chiapas, donde se declarará a Coatzacoalcos como Zona Económica Especial, y los incentivos fiscales que la Federación dará a las empresas que se arriesguen a invertir en una región que es prácticamente zona de guerra por la incapacidad gubernamental para atajar la violencia, Yunes Linares se perdió en las cifras.

Habló de una supuesta inversión de 650 millones de dólares, aunque solo una empresa anunciará un proyecto productivo y 13 más solo han suscrito cartas de intención; añadió que en ocho o 10 años se pueden generar 52 mil empleos, solo en esa zona, lo que hace prever la importación de mano de obra ante tanta bonanza, producto de él solito, no del gobierno de Enrique Peña Nieto, que es el que instrumenta el programa de zonas económicas especiales como estrategia para levantar a una región, el sureste del país, que sufre el mayor retraso social y económico.

De hecho, el 26 de junio pasado fue cuando, en el marco de la segunda sesión ordinaria de la Comisión Intersecretarial de Zonas Económicas Especiales (ZEE), el secretario de Hacienda José Antonio Meade anunció la aprobación de las primeras cinco zonas económicas del país: Lázaro Cárdenas (Michoacán), Salina Cruz (Oaxaca), Coatzacoalcos (Veracruz), Puerto Chiapas (Chiapas) y Puerto Progreso (Yucatán), y que desde entonces cuentan con viabilidad jurídica, económica, ambiental y social.

Como no lograba convencer de sus logros como impulsor de Veracruz, Yunes se agarró del nuevo Puerto de Veracruz, de nueva cuenta un programa federal, a cuyos muelles llegará la primera embarcación en julio próximo; ‘anunció’ que elevará su capacidad de 25 millones a 90 millones de toneladas de carga anuales, y que generará 40 mil empleos permanentes y 100 mil empleos temporales.

El optimismo desbordado mostrado por Miguel Ángel Yunes Linares tanto con reporteros como en sus múltiples videítos en redes sociales contrasta con una realidad que sobrepasa los límites de la tolerancia. El desempleo, en realidad, pisa niveles históricos y ha hecho que la población busque en otros sitios del país la forma de sobrevivencia que no les permite su estado.

Por si no lo sabía, Veracruz ha pasado de ser la tercera entidad federativa con el mayor padrón electoral, luego del Estado de México y la Ciudad de México, a ocupar la cuarta posición, al ser desbancada en este rubro por Jalisco. Entre los factores más importantes para explicarlo habrá que considerar tanto la pujanza del estado del occidente del país como la cancelación de oportunidades laborales en el nuestro, lo que ha obligado a emigrar a decenas de miles de paisanos.

Si a ello le agregamos la creciente violencia, que no solo ha escalado en términos de crueldad y notoriedad, sino que se ha extendido a prácticamente todos los rumbos del estado, incluido el de Xalapa, que concentra a los mandos policíacos, ya podemos imaginar la realidad de las intenciones de inversión de las empresas globales con que busca engañarnos Miguel Ángel.

La última escaramuza montada por el gobierno estatal, justo en el contexto de la reunión de este jueves en Puerto Chiapas, ha sido la de enviar a Coatzacoalcos al inútil Secretario de Seguridad Pública, uno de los arietes del yunismo azul (al igual que el fiscal experto en pizzas y paellas) en el tema electoral, para tratar de aminorar las noticias de asesinatos, levantones, secuestros y extorsiones, y con ello venderle esa región a los empresarios.

Debería anunciar lo logrado, no vender quimeras

De nueva cuenta, como su símil Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes Linares no ha hecho sino anunciar lo que vendrá: la mejora de una carretera, la conclusión de un hospital, la modernización de planteles educativos (a los que ni siquiera mandó personal para corroborar que no tuvieran riesgos de caerse), la llegada de inversiones, la creación de miles de empleos.

Yunes Linares no se ha dado cuenta de que ya es gobernador. Él sigue en campaña electoral permanente y, por eso, promete y promete, aunque no tenga capacidad ya (acaso la edad lo ha vencido) para hacer nada realidad. Luego de ganar la gubernatura, de inmediato se puso a hacer campaña para que su hijo senador se convirtiera en alcalde de Veracruz, y paralelamente, no ha cejado en airear en cualquier aparador a su hijo alcalde de Boca del Río, a quien quiere entregarle el Palacio de Gobierno el próximo año.

Cuando hablamos de ceremonias o actos insustanciales, lo decimos en serio. Como Fidel Herrera Beltrán, que se sentía bendecido ante la llegada de huracanes porque ello representaba más recursos federales de los gobiernos panistas, Yunes Linares ha sabido sacar tarraja política de dos huracanes y de sendos sismos, gracias a los cuales hasta hace unos días aparecía a cada rato dando reportes de daños y supuestas acciones de su gobierno, facilitándole la chamba a la Secretaria de Protección Civil.

Para aminorar el impacto mediático de los delitos electorales cometidos por su gente con la repartición de ayuda a damnificados del primer sismo, el que afectó todo el corredor ístmico de Oaxaca y Veracruz, además de Chiapas y Tabasco, con propaganda electoral que mostraba la marca Yunes (Yúnete), y cuyos culpables solo fueron despedidos porque la Fiscalía General prácticamente no les abrió ni un expediente o al menos nunca investigó, ahora ha hecho escarnio de unas despensas reunidas para repartirse entre damnificados en el Puerto de Veracruz, a cuyos “culpables” de inmediato encarceló.

Pero no solo busca reflectores con la tragedia y la persecución política de sus adversarios. En dos ocasiones en que ha participado en ceremonias con estudiantes (primero, en la apertura de cursos de la UV, el 14 de agosto, en el gimnasio universitario, y este lunes 25, en el Gimnasio Omega, con cientos de preparatorianos traídos de diversos puntos de la región para un acto del Consejo Nacional de Población (Conapo) relacionado con sexualidad responsable), Yunes Linares ha querido granjearse la simpatía de los jóvenes con palabras realmente huecas, a la luz de lo que realmente está haciendo su gobierno.

Les ha ofrecido mejoras en materia de educación, cuando mantiene a su antigua aliada, la UV, en graves penurias financieras que han permitido entre otras cosas el deterioro de su infraestructura física y tecnológica, mientras que a las escuelas de educación básica y media superior las mantiene peor que en el tercer mundo, sin ningún apoyo y sin siquiera revisar los edificios para corroborar que no representan peligro para alumnos y personal docente y administrativo. La SEV ha actuado con tanta negligencia que, en muchas escuelas, los grupos cuyos maestros han sido jubilados o han debido someterse a cirugía o gozan de permisos económicos son dejados al garete, sin enviar personal docente sustituto.

Les ha prometido que tendrán seguridad en sus entornos escolares y donde viven con sus familias, y ha crecido el número de universitarios y estudiantes en general que han caído muertos en actos delictivos. También les ha prometido un mejor futuro para la entidad, mientras solo se aprovecha del presupuesto para fortalecer la imagen de su familia.

Y todavía quiere extender este escenario patético por seis años más, con el impulso a la gubernatura el año próximo de Miguel Ángel Yunes Márquez, alcalde de Boca del Río, quien hace tiempo controla grandes porciones de la administración pública estatal a través de miembros de su equipo y quien se mueve como pez en el agua por todo el estado armando su ya próxima campaña electoral por el Gobierno de Veracruz.

¡Que Dios nos agarre confesados!

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