En un intento por apaciguar las tormentosas aguas del escándalo de las despensas “Yunete”, el gobernador Miguel Ángel Yunes despidió al presidente de esa Fundación, Rafael Abreu Ponce, que además era director de la Comisión del Agua en Coatzacoalcos.

Ricardo Cabrera Ferez, delegado de Patrimonio del Estado en Xalapa y Mauro Sánchez Pola, rector de la Universidad Tecnológica del Sureste, también fueron cesados. Con lo que los damnificados por Katia aumentaron en tres.

Pero ni así decrece el escándalo que se convirtió en nacional.

Este domingo por la noche, un Yunes Linares a punto de la histeria, negó por enésima ocasión saber de dichas despensas y mucho menos haber ordenado que se repartieran.

“He sido la persona más institucional y más responsable en los temas que tienen que ver con la ayuda a los ciudadanos en caso de desastre. No soy un farsante, jamás me van a ver con una despensa en la mano, ni descalzo, ni haciendo este tipo de shows que no contribuyen de ninguna manera a resolver los problemas y que si contribuyen a faltarle al respeto a los ciudadanos”, dijo en clara alusión a Fidel Herrera, que repartía despensas descalzo y con el agua arriba de las rodillas.

Y a renglón seguido agregó: “El gobernador no reparte despensas, el gobernador como responsable del gobierno del estado de Veracruz acude al auxilio de los ciudadanos en situación de necesidad, siempre. Pero particularmente cuando hay un desastre de esta naturaleza. Evidentemente ni lo ordené yo, ni estuve enterado y repruebo que se utilice cualquier elemento distintivo de alguna actividad política para ayudar a las personas que lo requieren”.

Vamos a suponer que haya hablado con la verdad. El problema aquí es ¿cómo creerle a quien ha hecho de la mentira una forma de vida?

Y en el caso de los partidos ¿quién les cree cuando todos han actuado de la misma manera? Acaso el que se salva es Morena que no le da agua ni al gallo de la pasión, pero cuyos miembros son especialistas en recolectar millones para la “causa” del Peje y en pasar la charola cuando éste recorre la República engañando incautos.

Todos, políticos y partidos están cortados por la misma tijera. Todos medran con dinero que no es suyo y a costa de la necesidad de los demás.

Antes de que empiecen las campañas políticas los partidos destinan cientos de millones de pesos a los presuntos candidatos como apoyo. De esos millones los precandidatos se quedan con dos terceras partes y el resto lo reparten en migajas convertidas en despensas, láminas, enseres domésticos y otras baratijas para los futuros votantes.

Un ejemplo lo es la delegada de la Sedesol Anilú Ingram Vallines que anda recorriendo los municipios afectados por el huracán Katia “entregando apoyos”. Y en efecto, pero los apoyos son a cambio de votos para que sea senadora de la República.

Esta es una práctica perversa que debe terminarse.

No se vale que la señora esté disponiendo de millones y millones del erario para satisfacer sus ambiciones personales.

Y como ella muchos, decenas y centenas de sujetos y sujetas que llegan como Santa Clos a las comunidades más jodidas, reparten despensas que no les pertenecen, regresan como candidatos, prometen lo que no van a cumplir, ganan la elección y no se les vuelve a ver… hasta el siguiente proceso electoral.

Insisto y reitero, estas prácticas se deben acabar porque a los únicos que benefician son a los políticos indecentes y no a los ciudadanos más necesitados.

Si se van a entregar apoyos a los que menos tienen o a los damnificados por alguna catástrofe, que lo hagan personas honestas y no los politicastros, politiqueros y politiquillos. Y si lo van a hacer éstos, que lo hagan como en otros países: con su dinero.

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