El lunes por la noche me enteré de la detención de Xóchitl Tress Rodríguez y me fui a dormir. Al día siguiente muy temprano vi que le habían echado dos años de prisión preventiva por enriquecimiento ilícito y me pareció un exceso, pero me olvidé del asunto hasta pasadas las 10:30 pm.

Mi martes fue más ajetreado que de costumbre al grado que se me empataron un par de entrevistas y casi a las siete de la noche no tenía tema para mi columna.

El tiempo apremiaba ¿qué hacer? Ah pus aistá Xóchitl. Y escribí algo ligero que incluso gravé para un portal que me pide la sinopsis de mi columna.

Por la noche cuando el relax comenzaba a hacerme efecto, me asomé al noticiero de Ciro Gómez Leyva y lo que escuché me dejó helado.

Círo lanzó una feroz andanada a la doble moral de los analistas, las autoridades y los políticos mexicanos que siempre están prestos a denunciar casos de machismo, pero que no pusieron reparo a la hora exhibir o más bien linchar a Xóchitl Tress.

“No hubo pudor de la autoridad al afirmar que un testigo clave, así, un testigo clave, la señaló como la amante del monstruoso Duarte. No ha habido pudor a la hora de filtrar la biografía de Xóchitl. No hay pudor en los medios a la hora de llamarla la viuda alegre. Esos que critican sólo se encogerán de hombros y dirán: ni modo, es la amante, es la puta de Javier Duarte”, señaló.

“Vengan, vengan, que hay entrada libre a la vida privada de la señora Tress, la María Magdalena del puerto de Veracruz, que no merece otra cosa que ser lapidada”, remató.

Ciro utilizó dos epítetos muy poco escuchados en televisión: carroñeros y carroña.

Por alguna razón de esas que a veces suceden, a excepción de por la mañana y muy temprano, no vi en el resto del día los portales de noticias e ignoraba el linchamiento o para decirlo con mayor claridad; la madriza inmisericorde a la señora.

En efecto, qué manera de exhibirla, denostarla y humillarla. Qué manera de juzgarla y condenarla. Qué manera de describir sus supuestas aventuras amorosas con uno de los Tigres del Norte, pero sobre todo, qué manera la de remachar una y otra vez (como si nos constara) su condición de amante, querida, el detalle, aquellita o ya de plano, la puta de Javier.

Casi con temor me asomé a lo que había escrito horas antes y que ya circulaba hasta en redes sociales. Lo releí un par de veces y aunque confirmé que no era carroñero, me molestó ver un dato cuya versión no confirmé. Pero sobre todo, supe que hubiera sido mejor no enviar nada a la redacción. Muy a mi pesar tuve que reconocer que con mi artículo me uní a los carroñeros y fui parte de la carroña.

Que Xóchitl es esto o aquello puede ser. Que robó, puede ser; que se sirvió de los poderosos, puede ser. Pero pretender meterse bajo las sábanas de su cama para “asegurar” que se acostó con Duarte y uno de los Tigres casi al mismo tiempo, eso ya es rayar en lo soez y enfermizo.

Si lees el bodrio que escribí titulado “Xochitl y el galán gordito” veras que no es mi caso, lector. Pero de alguna manera participé en el linchamiento mediático y por eso ofrezco una disculpa pública.

Una disculpa amplia y sincera a mis dos lectores, a quienes se hayan sentido ofendidos por mi texto y por supuesto, a la señora Xóchitl Tress Rodríguez.

Esto no quiere decir que la absuelva, exculpe o justifique. Si es culpable de los delitos que le imputan que pague de acuerdo con la ley, pero no a costa del escarnio.

Con honestidad reitero, lamento haber sido parte de la carroña y por ello ofrezco una vez más una disculpa pública.

PD.

No fue Ciro quien me movió a disculparme públicamente. Ciro fue el medio para que volviera a encender mi computadora, me asomara a los portales de noticias y viera la porquería mediática en torno a Xóchitl Tress. Y esto último fue lo que me movió.

Desde mi punto de vista Ciro es un excelente periodista, pero no un dechado de pureza. En el gremio no los hay. Como dice un viejísimo tango argentino: Vos también tenés tu historia. ¡Y qué historia vos tenés!

bernardogup@nullhotmail.com