Mientras Veracruz arde, los jarochos seguimos siendo rehenes de pleitos de cantina. Y lo que viene será cada vez de mayor temperatura.

El reo Javier Duarte de Ochoa (con la instrucción presidencial y la negra asesoría de quien lo hizo compadre) va a torpedear al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien solo puede responder con improperios y desmentidos, porque de obra pública o acciones de gobierno, absolutamente nada. Dos años para el olvido.

Todo lo que veamos será una continuada batalla política, que no cesará hasta que se defina en las urnas del próximo año quiénes ocuparán la Presidencia de la República, la gubernatura de Veracruz, y los escaños tanto del Congreso de la Unión como la de la Legislatura local. Y, en una de esas, hay más de lo mismo por otros seis años.

Si en los últimos dos años de Javier Duarte, el cierre de la llave a recursos para medios de comunicación locales y nacionales significó que Veracruz quedara en medio de los peores dimes y diretes, los siguientes serán igual de convulsos y denigrantes.

Mientras antes era un orgullo proclamar nuestro origen jarocho a los cuatro vientos, hoy ni se nos ocurre decir que somos oriundos de este estado que siempre se caracterizó por la bonhomía, la alegría y la bonanza. De inmediato somos calificados de violentos, marrulleros, mentirosos y corruptos.

Desde la segunda audiencia celebrada el pasado martes en Guatemala, en que el cínico ladrón se allanó a la extradición con base en las débiles causas presentadas por el gobierno yunista, se le vio otra cara.

No solo porque fue atendido por un barbero que le quitó la cara de ñoño regañado que ofreció en las anteriores ocasiones, sino porque emprendió una furiosa contracampaña para cobrarle la factura a quien puso su cabeza como señuelo para ser elegido el año pasado.

Duarte golpea a helicopterazos a su perseguidor

Y la cosa va a seguir con la misma receta que le aplicó Yunes Linares. Cada día irán apareciendo los testimonios de antiguas alianzas inconfesables entre ambos personajes, como ya van dos helicopterazos (y falta uno) que supuestamente le autorizó el exgobernador al actual mandatario cuando no era nadie, ni siquiera diputado federal.

El helicopterazo que salió a relucir en la audiencia del martes sí lo reconoció el gobernador Yunes este miércoles: “La única ocasión en que alguien de la familia Yunes usó una aeronave oficial durante el gobierno de Duarte, fue el día 2 de febrero del año 2012; mi hijo Miguel Ángel Yunes Márquez fue atacado por un grupo armado entre Álamo y Castillo de Teayo. Lo rescató la Marina-Armada de México y en una aeronave oficial lo trasladaron a Xalapa”

Sin embargo, este jueves circuló la versión de un segundo préstamo de una aeronave oficial. Habría sido el 3 de febrero de 2012 para que el actual mandatario fuera llevado del helipuerto del Hotel Fiesta Americana de Boca del Río a un campo deportivo de Tantoyuca, y regresado horas más tarde a ese mismo hotel.

La bitácora habría sido dada a conocer por el capitán Alejandro Sánchez Domínguez, exdirector general de Aeronáutica del gobierno estatal, quien horas después, entrevistado por el portal Versiones, declararía que no avalaba esa bitácora de vuelo y que no recordaba haberlo autorizado. Si no lo recordaba, ¿cómo creerle su afirmación de no avalar la bitácora?

Si se recupera la bitácora real, y en ella se observa la firma del exdirector de Aeronáutica, se sentaría un mal precedente en cuanto a la credibilidad de quien hoy afirma que no ha sido beneficiado con una aeronave oficial, razón de una de las débiles denuncias en contra de Duarte por haber utilizado un helicóptero (autorizado por Flavino Ríos Alvarado, gobernador interino) para escapar hasta Coatzacoalcos.

¿Triunvirato yunista?

Pero los golpes van a estar de a peso. Parece que el PRI nacional, y su dirigente real, quieren darle con todo a quien, por ejemplo, se ha vanagloriado de ser el que hizo posible la detención de Duarte.

Ya sabemos que Miguel Ángel Yunes tiene el sueño de ser el candidato presidencial del PAN. Su máximo sueño sería que la familia dominara los tres niveles de gobierno: él como Presidente de la República (los líderes estatales del PAN y el PRD ya lo destaparon, aunque no ha tenido repercusión nacional), su hijo Miguel Ángel como Gobernador de Veracruz, y su otro hijo, Fernando, como alcalde de Veracruz. De los tres, el único que ya llegó es el exsenador.

Aunque suene descabellado, lo cierto es que la caballada panista anda escuálida y, aunque Miguel Ángel Yunes no ha hecho nada en Veracruz, a nivel nacional nadie lo sabe y se podrían ir con la promesa de encarcelar a los corruptos del gobierno federal priista, comenzando por Enrique Peña Nieto.

Podría salir con el mensaje de que ya ha logrado el encarcelamiento y enjuiciamiento de tres exgobernadores de Veracruz (Dante Delgado Rannauro, Javier Duarte de Ochoa y Flavino Ríos Alvarado), por supuestos actos de corrupción, y es verdad que los mexicanos estamos furiosos por tanta corrupción impune del actual gobierno de la república.

Para fortalecer su imagen como opción en este tema, le ayudarían las reiteradas declaraciones de Andrés Manuel López Obrador de que, en caso de alcanzar la Presidencia en su tercer intento, no barrería para atrás, de que perdonaría a los delincuentes pagados con el erario como si fuera una versión política del cristianismo.

Y esta posibilidad no la descartan en el altiplano, sobre todo desde la residencia oficial de Los Pinos. El presidente Peña Nieto sabe que Veracruz es importante electoralmente para que su partido se mantenga en el poder, y para recuperar votos, hace falta debilitar a un enemigo que tiene, además, todo el presupuesto estatal para apoyar financieramente al PAN, como lo hizo de manera escandalosa en la pasada elección municipal.

De manera que deberemos esperar, en los próximos meses, mucha mierda en el ventilador.

Fuerzas federales detienen a asesinos de Castagné

Al parecer no fue necesario que Tula Guerrero, la Secretaria de Finanzas y Planeación, soltara la millonada por la detención de los asesinos de Camilo Castagné, ejecutado mientras comía en Cardel el sábado pasado. El gobernador veracruzano había ofrecido una recompensa por información que diera con los cuatro sicarios, y ha de haber suspirado de alivio doña Tula, a quien le duelen tanto soltar los centavos.

Este jueves, los elementos federales detuvieron a 10 personas en la ciudad de Puebla, entre ellas, las que asesinaron al paisano y a un elemento más, además de herir a un tercero. Sus apodos hablarían de personas tiernas y agradables: el Picachú, el Mickey, el Frijol (nada que ver con el prohombre de los premios veracruzanos de periodismo, a quien todos conocen como el Frijolacho, menos sus alabados tundeteclas), el Chicles, ¡el Niño Gerber!

Por desgracia, a muchos habitantes de este país, el hecho de haber pertenecido a una corporación tan desprestigiada como la Policía Federal, sobre todo en su división Caminos, les impresionó poco este artero crimen.

La noche de este miércoles, un familiar mío que manejaba por la autopista de Tlaxcala hacia Veracruz fue víctima de extorsionadores con cachucha con las siglas PF. Además de sufrir un accidente, al chocar contra rocas que estaban sobre la carpeta asfáltica, que les hizo perder su vehículo, perder dos días de trabajo en Martínez de la Torre y Teziutlán y estar a un paso de la muerte, los valientes policías federales que asistieron al lugar de los hechos les robaron mil 500 pesos y se fueron tan campantes y tranquilos.

¡Malditos hijos de puta! No hicieron nada para auxiliarlos y para demandar a la empresa que lucra con la autopista, por no haber puesto siquiera una alerta a los automovilistas sobre la existencia de rocas en la vía. Se conformaron con hacer lo que bien saben: asaltar en despoblado.

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