Un Javier Duarte diametralmente opuesto al que vimos hace dos meses, se presentó este martes en la Sala de Audiencias Judiciales de Guatemala donde aceptó ser extraditado a México.

Si en abril se le vio malhumorado, asustado, temeroso y con la mirada huidiza, esta vez llegó de buen talante, sonriente y dispuesto a dejarse fotografiar por todo mundo. Y cómo no si el nuevo look lo ameritaba: barba y bigotes tupidos, corte de pelo a la broch y muy bien maiceado. Fácil subió de seis a ocho kilos en sesenta días.

También llegó arrogante y seguro de sí mismo, como en sus tiempos de gobernador.

“He determinado allanarme para enfrentar lo más pronto posible la justicia ante las autoridades judiciales de mi país. Es decir, en términos coloquiales, acepto la extradición que el gobierno de la administración actual, un gobierno fallido por cierto, está haciéndome en torno a este caso”, dijo al magistrado Saúl Martínez.

Las palabras “gobierno fallido” fueron dirigidas a Miguel Ángel Yunes Linares que debió acusar el efecto del mandarriazo.

Minutos antes y mientras escuchaba los endebles cargos hechos por la Fiscalía General del Estado de Veracruz, Duarte pasaba de la soberbia al desdén y viceversa. Y cuando le tocó su turno de hablar calificó las acusaciones de endebles, vagas e imprecisas.

Y la verdad sí. El gobierno estatal lo acusa de tráfico de influencias, incumplimiento del deber legal, peculado y abuso de autoridad. Cargos que echará para abajo su abogado defensor Pablo Campuzano, al que no se le permitió asesorar a su cliente pero que vio el desarrollo de la audiencia desde un improvisado palco de prensa.

Acá en Veracruz Yunes Linares dijo que “hay pruebas totalmente contundentes, tanto federales como del fuero común, que llevarán a Duarte a la cárcel por muchos años”.

Las acusaciones federales quizá sí le echen varios años de prisión a ese hampón, pero las que le imputa la fiscalía veracruzana deben tener atacado de la risa al señor Campuzano.

Más tarde, mediante un boletín, el mandatario estatal se felicitó por la extradición y no conforme con eso se dio un abrazo: “Me siento muy orgulloso de haber sido quien logró la detención y encarcelamiento de Duarte a partir de las investigaciones y denuncias que hice como ciudadano, desde antes de ser Gobernador”.

Mentira; esa es otra falacia de Yunes Linares. Las primeras denuncias fueron hechas por la PGR y será con esa dependencia con quien primero se vea las caras Javier, muy probablemente en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. Luego se le seguirá el proceso en Veracruz.

Si Duarte no se echa para atrás el próximo 4 de julio, puede que lo tengamos por acá entre el 11 y 12 de ese mes. Si se raja, la extradición tardará de seis meses a un año.

Pero de que viene, viene.

Yunes Linares remató así su alocución epistolar: Ver a Duarte en la cárcel era una demanda de millones de personas. Ya está en la cárcel. Lo logramos.

¿Lo logramos? Je je je.

Faltan por entambar decenas de ex funcionarios duartistas de los que poco se sabe. Si como dicen por ahí, no han sido detenidos porque pactaron con Yunes a cambio de impunidad, eso se le puede revertir al choleño antes de que deje el cargo.

Por otra parte, sería bueno que alguien le recuerde al señor gobernador que, empatada con la exigencia de ver a Duarte en la cárcel, los ciudadanos le demandaron seguridad y esa sigue sin llegar.

Este martes fue Javier quien le dijo que está al frente de un gobierno fallido, pero si la inseguridad sigue creciendo, no pasará mucho tiempo para que los veracruzanos en bola le griten lo mismo.

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