En su columna de ayer, mi compañero y amigo Filiberto Vargas se aventura a decir que Javier Duarte estaría muerto; pero aclara: “No es, por supuesto, una certeza. No tengo el cuerpo a mi lado como para tomarle el pulso y confirmarlo. Es una versión que cada vez adquiere más fuerza entre personajes de gran influencia y con relaciones al más alto nivel… A final de cuentas son sólo elucubraciones, pero que conforme pasa el tiempo se van volviendo más sólidas”.

El periodista dice que los personajes de gran influencia ponen especial énfasis en el sentido común: “¿Tú crees que una pareja tan exhibida como la de Javier Duarte y su esposa pueden transitar sin llamar la atención?”  “¿Crees de verdad que Javier Duarte tenga más recursos (y no me refiero a dinero, sino a relaciones, contactos o influencias) que el propio “Chapo” Guzmán?”. “¿Lo crees capaz de despegarse totalmente de sus hijos, a los que no les ha hablado ni en una sola ocasión desde que se dio a la fuga?” “¿Realmente crees que si el gobierno federal supiera dónde está no se hubiera colgado ya la medalla de su captura?”.

Y como se trata de elucubrar contestaré esas elucubraciones con otras.

No, ni Duarte ni su esposa Karime pueden transitar así nomás como así sin llamar la atención; en caso de hacerlo los pescarían de inmediato. No, no creo que el ex gobernador tenga más recursos que “El Chapo”. Tiene pocos pero efectivos, tanto que aún no lo han atrapado.

Quienes lo conocen dicen que Javier no es muy apegado a sus hijos. Los quiere, sí, pero a su manera. Evidentemente ha de sufrir por no verlos, pero prefiere eso a que lo vean en la cárcel.

Con Karime debe pasar lo contrario, siempre ha estado cerca de ellos y este distanciamiento la debe tener muy mal. Pero su esposo ha de hacer con ella labor de convencimiento sobre los peligros de hablarles por teléfono.

Soy de los que piensan que a Javier ya lo tienen localizado las autoridades y que si se están tardando en mostrarlo al populacho es porque lo están sopeando. Aunque a veces me gana el presentimiento de que aún no lo han detenido.

Pero no creo que esté muerto.

Si estuviera muerto, la primera en dar a conocer la noticia sería Karime que de refilón vería el cielo abierto y sacaría provecho del deceso.

Sería la forma perfecta de echarle toda la culpa a su marido a sabiendas de que éste no se podrá defender. “Yo no robé nada, fue él”.

Por otra parte, quienes andan con amparos en la bolsa o se esconden con la esperanza de que la raza jarocha olvide que pertenecieron a la banda de Duarte, saldrían de sus agujeros a declarar contra el muerto. “Él fue el único responsable; él me obligó a robar. Yo no quise hacerlo; soy inocente”.

Y quienes lo cuidan correrían a la PGR a dar la nueva sabedores de los 15 millones de pesos que ofrece la dependencia por quien informe de su paradero.

Si Javier Duarte murió ¿hay alguien a quien convenga ocultar el cadáver?

No hombre, a nadie. Ni a su familia, ni a sus compinches, ni al gobierno. A nadie.

Javier vive ¿dónde? Quién sabe. Y si no lo han aprehendido es porque no ha cometido ningún error. Hasta ahora.

Javier no es “El Chapo” Guzmán ni Pablo Escobar. Al primero lo atraparon por querer ver a sus hijas y a Pablo por hablar por teléfono con uno de sus hijos. El colombiano se tardó unos segundos más de lo acostumbrado y la policía interceptó su llamada.

El ex gobernador no cometerá ese yerro. Pero ya cometerá uno… ya asomará la cabeza.

Pero no está muerto.

Eso lo sabe el gobierno federal al que le urge atraparlo por lo menos un mes antes de las elecciones de junio. Y si se puede mañana, mejor.

Bueno… son elucubraciones mías.

bernardogup@nullhotmail.com