A las 4 de la mañana del lunes 13 de marzo llegó la infausta noticia al chat del Grupo de los Diez, que reúne a más de 15 reporteros unidos por la historia compartida en el oficio y por la amistad:

“Buenos días, disculpen la hora, soy la hija de Gabriel Arellano. Lamentablemente acaba de fallecer”.

Así, se nos adelantó el primer miembro de este Grupo, que no es una asociación ni un sindicato sino una reunión de amigos y colegas con fines estrictamente periodísticos, que se mantiene por la voluntad de juntarnos para hablar de nuestro trabajo y nuestras vidas.

De inmediato en nuestro chat afloraron las reacciones:

Manuel Rossete Chávez, el primero: “Descanse en paz el entrañable amigo y gran profesional del periodismo”. Rafael Pérez Cárdenas: “Un abrazo cariñoso a la familia…” Pepe Valencia Sánchez: “Lamentamos el deceso de nuestro colega y amigo entrañable. Adiós, querido Gabriel”. René del Valle Bouzas: “Descanse en paz”.

Miguel Ángel Cristiani: “Me uno al duelo de la familia de nuestro querido compañero y amigo. Un abrazo”. Quirino Moreno Quiza: “Mi solidaridad con la familia y mi tristeza por el compañero ido”. Álvaro Belín Andrade: “Lamento la partida de nuestro colega y compañero Gabriel Arellano López, quien nutrió a estos grupos en los últimos días de su larga batalla. Ha fallecido esta madrugada.” Salvador Muñoz: “¡Lamentable noticia!”

Filiberto Vargas: “Triste pérdida”. Orlando García Ortiz: “Qué triste noticia. Descanse en paz el compañero y amigo Gabriel”. Luis Alberto Romero: “Mi pésame. Lo acompañaremos en el velatorio”. Bernardo Gutiérrez Parra: “Descanse en paz”. Melesio Carrillo; “Mi solidaridad con la familia de Gabriel, descanse en paz”. Tulio Moreno Alvarado: “Un abrazo fuerte y sentido pésame a la familia del estimado Gabriel”.

Pompeyo Lobato Ortiz puso el colofón a la serie de las condolencias: “Abrazo solidario a la familia de Gabriel Arellano… Me dio el privilegio de comentarme su destino final, hoy cumplido. Descanse en paz.”

A finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado, Gabriel Arellano estaba convertido en uno de los reporteros estrella de Diario de Xalapa, cuando serlo era tener conquistada la plaza, pues era el medio soñado para la mayoría de los periodistas de Veracruz.

Gabriel había ido escalando los puestos y logró el máximo privilegio que Rubén Pabello Acosta, el dueño del Diario, concedía a sus trabajadores de la tecla: escribir el “Glosario del momento”, la columna que había germinado Froylán Flores Cancela durante 20 años hasta que su trabajo de investigación y su prosa inédita lo convirtieron en el primer y auténtico Premio Nacional de Periodismo.

El propio Pabello Acosta bordó el seudónimo que haría famoso en la columna nuestro amigo: Ariel del Llano. Y éste cumplió a satisfacción el enorme compromiso que significaba para un joven reportero publicar cotidianamente en el espacio que era más leído e influyente en Xalapa durante aquellos tiempos.

Gabriel tenía una prosa impecable, seria y clara. Nos lega su gran trabajo periodístico, lo que nos dejó publicado en tantos años de carrera y le sobrevive y lo hará sobrevivir en la historia. Es nuestra forma de buscar la inmortalidad y ahora él la tiene porque la merecen sus notas informativas, sus reportajes, sus entrevistas.

El 23 de febrero recibí su último “Escenario”, la columna que publicaba en su revista Hechos y en varios portales informativos, y consigno como la despedida del amigo cercano la última línea que leí de él en vida:

“Imaginar a David Velasco Chedraui nuevamente como alcalde de Xalapa, resulta una pesadilla. Sería un gran retroceso. Ojalá que no llegue ese día.”

Descansa en paz, compañero del alma.

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