Por Eduardo Vázquez Reyes

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Este 2017 es el cambio de administración en la Máxima Casa de Estudios. Luego de ciertos eventos fatídicos por los que ha atravesado la Universidad Veracruzana (UV), sobre todo muchos ocurridos en 2015 y parte de 2016, ha llegado el momento en el que nos encontramos en un dilema o, en términos lógicos, en una disyuntiva: ¿continuará la UV dando más o vendrá una dinámica totalmente distinta? Esta pregunta, por supuesto, será respondida en los últimos días del próximo agosto, pero en los siguientes meses quizá nos demos una idea del camino que les espera a quienes intenten llegar a la silla.

Como ya muchos sabrán, hace exactamente un mes, el primero de enero, el destacado investigador en Neurociencias, Jorge Manzo Denes, anunció en su página web que está en la mejor disposición de competir para ser el siguiente rector de la UV. En el mismo comunicado destaca una crítica dirigida a la actual administración, pues asegura el candidato que se pueden hacer cosas mejores y de manera sencilla si se cuenta con una dinámica totalmente inclusiva:

“Creo que la Universidad sobrepasa a cualquier persona y que el secreto para dirigirla se puede enunciar de manera sencilla: formular un proyecto con objetivos y metas coherentes con la misión y el prestigio de la institución, aunado al trabajo colegiado, al trabajo en equipo, al trabajo incluyente. La universidad está dentro de un complejo de problemáticas cuyas soluciones no dependen exclusivamente de la Rectoría, pero es desde ahí donde se tiene que marcar el ritmo, buscar alianzas, elaborar estrategias, pero siempre partiendo de escuchar, escuchar a la comunidad académica con total atención, porque es un semillero de ideas y soluciones para modificar el rumbo; y esto es precisamente lo que no se ha hecho.”

Manzo Denes tiene una larga trayectoria investigativa y científica tras de sí. Ha sido reconocido por logros en sus diferentes líneas de trabajo durante su carrera como académico. También sus numerosas colaboraciones lo han llevado a pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), instituto que le otorgó hace algún tiempo el grado de investigador nivel 2. Asimismo, es preciso señalar que también es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

Como administrativo y gestor, su cargo más reciente es el de director del Instituto de Investigaciones Cerebrales de la UV, donde las iniciativas y la apertura interdisciplinar le han ayudado a formar relaciones científicas de gran importancia.

Hasta el momento, las preguntas que han surgido entre la comunidad universitaria son aquéllas que cuestionan si un científico enfocado totalmente al mundo de la investigación estricta podrá dirigir una universidad como ésta. Para otros, las credenciales académicas y los logros del investigador son razón suficiente para sostener que logrará, en caso de ser rector, administrar de manera efectiva a la institución.

Antes de terminar esta presentación de “Palestra” me gustaría recordar la tesis de un artículo escrito por Heriberto Contreras Garibay, publicado en la revista La Ciencia y el Hombre de la UV. En él se sostiene que si los gobernantes tuvieran un conocimiento preciso en Ciencia, Tecnología e Innovación sus decisiones políticas serían más congruentes y conseguirían un mayor beneficio social.

¿Podríamos extender esta tesis al ámbito de la administración universitaria? Quizá Manzo Denes, con justa razón, cumpla este requisito que la Divulgación y el periodismo de ciencia reclaman en los gobernantes. La pregunta en este sentido sería: ¿conocer implica hacer? Y una más: ¿con las credenciales que tiene el científico candidato a Rectoría se debe pensar que es posible tener acciones significativas en la UV en el caso de que él resulte elegido?

Veamos qué sucede con este tema y esperemos los siguientes nombres que se alistarán para competir en el camino a Rectoría 2017.

 

De Cronopios y Divergencias