El próximo viernes, la Secretaría de Hacienda deberá dar a conocer cuál será el precio máximo de los combustibles, como un paso más en el proceso de liberación que se realizará a lo largo de este año.

Como debería saberse, se determinarán los precios hasta el 18 de febrero y a partir de ahí la fórmula se ajustará diariamente a lo largo de este año, en el que se irán liberando totalmente los precios de los energéticos.

A partir de estos hechos se han generado cualquier cantidad de especulaciones. No faltan los “expertos” que hacen especulaciones sobre de cuánto sería el incremento. Las posiciones son tan disparejas como aquellos quienes dicen que podrían subir en determinado porcentaje o, incluso, que podrían disminuir.

El secretario de Hacienda, José Antonio Meade, dio una entrevista banquetera en la que realmente no dijo nada nuevo (ni tampoco se esperaba): “La Secretaría de Hacienda analiza actualmente las variables que intervienen en la fórmula con la que se determinan los precios, por lo que ahora no existen elementos para adelantar cualquier comportamiento”.

El precio máximo de los combustibles se determina de acuerdo con la variación de ciertos marcadores internacionales, la depreciación del tipo de cambio, el costo del transporte y la carga fiscal (el único elemento de la fórmula que está fijo).

El titular de las finanzas públicas ha dicho, en por lo menos dos ocasiones, que estaría buscando hacerse una interpretación a la fórmula en la cual se eliminaran factores de volatilidad e incluso llegó a decir que “se le antojaría” que el precio no sólo no aumentara sino que incluso pudiera disminuir.

Lo cierto es que la presión social ha podido más que los intereses personales del grupo en el poder y han tenido que recular… No habrá otro gasolinazo, al menos el del 4 de febrero como se había anunciado.