Mientras la mayoría de los partidos políticos ya mueven sus fichas con miras a las elecciones municipales de este año en Veracruz, en el PRI estatal siguen pasmados pues no tienen ni quién dirija la nave que está a punto de irse a pique.

Tras la renuncia de Amadeo Flores Espinosa, es la hora en que aún no hay un líder que gobierne los destinos de la anegada embarcación tricolor.

Desde este espacio me aventuré a decir que el más indicado para el cargo es el alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga Martínez. Y es que el PRI necesita renovarse o si no se va a morir de puro abandono. Necesita sangre nueva y no reciclar a los mismos de siempre. Necesita una buena zarandeada. “Que se sacuda el árbol” como dijo el mismo Américo, para que se caigan el fruto podrido y las hojas secas.

No pocos analistas políticos han mencionado que el PRI necesita una purga. Pero una purga staliniana que lo ayude a arrojar la podredumbre que el viejo octogenario, transa y achacoso trae atravesada en sus intestinos.

Una purga que lo limpie por dentro para que pueda mantener su vigencia. Porque de otra manera se lo va  llevar la tristeza.

Pero al parecer en el altiplano tienen otras prioridades.

También carecen de oficio.

Al líder nacional Enrique Ochoa Reza, le faltó oficio político para decirle a Amadeo que aguantara su renuncia unos días, en lo que escogían a su sucesor. Pero con tal de sacudírselo de encima se apresuró a tomarle la palabra y esto ha desorientado aún más a los tricolores veracruzanos.

Los pocos aspirantes que se arriesgarán a competir bajo las siglas del PRI andan como perros sin dueño, recorriendo las comunidades sin más apoyo que el que les ofrecen sus escasos seguidores y con la zozobra de no saber si serán los elegidos.

Causa pena ajena verlos en sus recorridos sin el boato de antaño, sin dinero y casi sin esperanza de triunfo. Simplemente a la buena de Dios.

En contraparte, los aspirantes de otros partidos tiene largo rato que se andan moviendo en busca de agenciarse voluntades y muchos incluso con la bendición de sus líderes partidistas.

“En más de ocho décadas del PRI en Veracruz, es la primera vez que nos sentimos huérfanos de apoyo, tanto de la cúpula estatal como de la nacional. En la actualidad no somos ni la sombra de lo que fuimos hasta el sexenio anterior cuando los apoyos llegaban de todas partes y todos aspirábamos a una curul o una alcaldía. Hoy ya no es así”, me dijo un priista de viejo cuño.

Pero no sólo la falta de apoyos atormentan al partido y lo tienen  casi en un lecho de muerte, sino factores como el efecto Fidel-Duarte, el desprestigio por la rapiña de otros gobernadores y el mal trabajo político del Primer Priista del País, Enrique Peña Nieto.

Si todo eso le ha pegado al PRI a nivel nacional, con más fuerza le ha pegado en Veracruz.

Pero si tanto Peña Nieto como Ochoa Reza siguen viendo para otro lado, las consecuencias de su desdén pueden ser fatales.

El PRI tiene que elegir ya a su líder en Veracruz, y ya es en esta semana o a más tardar en la próxima. Mientras más se tarden, menos posibilidades tendrán de hacer un papel decoroso.

De todas maneras, quien venga tendrá que remar a contracorriente por vez primera en la historia del partido, y deberá darle gracias al Creador si de las 212 alcaldías en disputa, el PRI gana en diez municipios.

Peor panorama para el tricolor en Veracruz, imposible en casi noventa años de su existencia.

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