Prefacio.

Curiosa, de verdad, la fotografía del saludo entre el dirigente agrario Juan Carlos Molina, con el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares. Apenas el año pasado estos dos personajes se enfrentaron en un duelo mediático, pues el hoy mandatario estatal culpó al dirigente de la CNC de hacer negocio con concesiones de transporte público, y Juan Carlos Molina le aclaró que fue mal informado, pues dichas concesiones estaban en poder de los 3 mil 700 ejidos. El saludo entre ambos fue breve, y aunque hicieron lo posible por guardar las formas, quedó en evidencia que no se quieren. Sus diferencias son añejas, de los tiempos del gobierno de Patricio Chirinos.

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A todos los tomó por sorpresa. La reacción de las autoridades federales, lo mismo que las locales, fue tardía y hasta torpe. Eso permite concluir que no se imaginaban que se fueran a presentar tales actos de vandalismo.

De ninguna manera se puede hablar de expresiones espontáneas de la población. Las investigaciones han permitido confirmar que los ataques fueron planeados y promovidos a través de las redes sociales, con horarios y en puntos diversos de las ciudades, para dividir y debilitar a las corporaciones policiacas.

La propia Fiscalía General del Estado admite que no estaba preparada para desahogar tantos casos a la vez. Jorge Winckler informó que habían sido detenidas 532 personas, a cada una de las cuales hay que abrirle una carpeta de investigación y presentarla, de forma individual, ante los jueces de control.

Por lo pronto lo que consiguieron es que les concedieran la prisión preventiva, en tanto le dan forma a las denuncias por terrorismo y robo agravado, con lo que podrían alcanzar penas de hasta 30 años de prisión.

Ante la evidente incapacidad de las autoridades para hacer frente a todos los saqueos, tuvo que ser la propia población la que actuara en defensa de sus bienes.

En varios fraccionamientos y colonias del puerto de Veracruz los vecinos colocaron barricadas y se armaron con todo lo que pudieron para enfrentar a las hordas que, según las redes sociales, estaban tomando por asalto incluso las casas particulares.

Ante un ataque masivo, planeado a detalle, era lógico que se cometieran errores de logística al momento de reaccionar. El propio gobernador Miguel Ángel Yunes Linares incurrió en una de las más graves torpezas, cuando decidió acudir personalmente a tratar de detener a cientos de saqueadores en una plaza comercial de Veracruz. Su equipo de seguridad pasó momentos muy difíciles para protegerlo, y mientras escuchaba los reclamos de una decena de señoras, los hombres, niños, jóvenes y ancianos, seguían saqueando los negocios.

Salió de ahí sin conseguir que la rapiña se acabara y con el compromiso de regalar vales de 500 pesos a quienes participaron en el saqueo, aunque después haya argumentado que en realidad se los ofreció a mujeres que no habían podido llevar alimentos a sus casas debido a los actos vandálicos.

Sin embargo, sus palabras habían quedado grabadas: “De mi dinero les voy a dar un vale de 500 pesos para que compren comida, los veracruzanos no somos ladrones, son gente de bien. Van a estar por lo menos diez años en prisión, no corran riesgos, no hay ninguna razón, yo estoy tan molesto como ustedes con el tema de la gasolina, pero ésta no es la manera de manifestarnos”.

Al día siguiente volvió y entregó (según su propia versión) 2 millones de pesos en vales. En realidad se trató de documentos emitidos por la cadena de supermercados Chedraui, que sólo pueden ser canjeados en sus establecimientos, lo que confirma la alianza de esa prominente familia con el hoy mandatario estatal.

Desde antes, incluso, de tomar posesión del cargo, Yunes Linares había anticipado que un gobierno de dos años lo iba a obligar a trabajar en jornadas intensas, sin darse un minuto de descanso, para dar solución a los numerosos problemas que enfrenta Veracruz.

El mes de diciembre fue especialmente difícil en el tema financiero, pues el gobernador tuvo que tocar muchas puertas para conseguir los recursos que necesitaba para saldar los compromisos de fin de año.

Él esperaba que enero fuera un mes más tranquilo, pero los brotes de vandalismo, lo mismo que los actos violentos que protagonizan las bandas del crimen organizado, mantienen a la entidad en alerta constante.

Los actos de rapiña le pegaron al comercio del puerto de Veracruz. (Curiosamente el municipio de Boca del Río, cuyo alcalde es hijo del gobernador, prácticamente no resultó afectado). El turismo también se fue a la baja, pues a nivel nacional e internacional se señaló al puerto jarocho como foco de actos vandálicos.

Una vez que se restablezca totalmente el orden, será necesario trabajar para resarcir a los sectores más afectados, mientras la Fiscalía se encarga de velar porque los responsables sean castigados conforme a la Ley.

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Epílogo.

La convocatoria y organización de los actos conmemorativos de la promulgación de la Ley Agraria resistieron la ola de violencia que se había desatado en el puerto de Veracruz. La Liga de Comunidades Agrarias, con Juan Carlos Molina a la cabeza, fue la encargada de organizar los eventos, que contaron con la presencia de altas autoridades del gobierno federal y autoridades estatales. *** El conflicto con los pobladores del sur de la entidad que tenían tomada la presa Yuribia, se solucionó, aunque de manera temporal, con la entrega de las instalaciones, de forma pacífica, la noche del sábado. Pero las cosas no van a quedar así. El gobernador Miguel Ángel Yunes reiteró sus críticas a dirigentes de Morena en aquella zona y confirmó que hay órdenes de aprehensión contra los dirigentes del movimiento indígena que orquestó la toma de la presa. Muy pronto se volverá a desatar la violencia en aquella zona.

 

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