Ahora son 11 millones, y las proyecciones para 2030 son de que habrá en nuestro país 14 millones de viejos (prefiero usar ese sustantivo que para mí es de orgullo y respeto, a decirles vergonzosamente “adultos en plenitud” o “personas de la tercera edad”, o incluso el poco usado “senectos”). Van a representar, como nunca, el 10 por ciento de la población total de México, y serán un importante sector en el que se condensarán la experiencia y la habilidad mayor de dar los mejores consejos.

Pero también son un grupo vulnerable, porque como sociedad hemos perdido la capacidad de valorar y cuidar como se debe a nuestros ancianos (“que a los viejos se les aparta, después de habernos servido bien”, siempre Serrat). Por eso y muchas deficiencias más, es que el Gobierno tuvo que inventar un programa de apoyo económico que, reducido y todo, ha servido para mejorar y hasta para salvar vidas que estaban en absoluto peligro por la falta de recursos para adquirir un medicamento, por ejemplo.

Platico con Anilú Íngram Vallines, la delegada de Sedesol en Veracruz –toda pasipon por su trabajo- y me cuenta que “este año, el programa 65 y Más cuenta con un presupuesto de 39 mil millones de pesos, por lo que otra urgencia para la Secretaría de Desarrollo Social es hacer lo más eficiente posible la aplicación del recurso”, pero sobre todo “que éste llegue a quienes verdaderamente lo necesiten”.

Y como no es mujer que se quede con una meta pululando en su cabeza, empezó desde hace algunas semanas” una revisión con lupa del padrón de más de 500 mil adultos mayores beneficiarios”.

Esas “revisión con lupa” les ha permitido detectar que se entregaban apoyos a quienes no calificaban para el programa, por diversas razones, y en ese breve espacio de tiempo en el que sí está Anilú se han integrado 30 mil viejos que spi merecen ser auxiliados en lo económico… y en todo lo demás.

La delegada federal me cuenta que desde hace varios días y hasta este jueves 17, “en Coatzacoalcos, se lleva a cabo la prueba de supervivencia a los abuelitos”, y en su primer día se atendió a más de 1,200 personas, siempre con un trato digno y cálido”.

La misma prueba y en las mismas condiciones de respeto se realiza a lo largo y ancho de la entidad.

Claro, como está funcionando el barrido y como ha afectado algunos intereses de quienes se beneficiaban injustamente con este programa, no han faltado los que quieren llevar agua a su molino y se han ido por el camino facilón de gritar y acusar sin pruebas de que los viejos son maltratados.

“Basta con darse una vuelta por las pruebas, para constatar la dignidad y calidez con que son tratados”, responde con seguridad Anilú, y concluye: “Tal parece que a esos pocos les molesta el orden y la transparencia con que se llevan a cabo las cosas”.

Para algunos puede parecer una bicoca el monto de lo que reciben por este programa los mexicanos que tienen más de 65 años, pero para muchos de ellos son oxígeno puro, una tabla de salvación para sobrevivir en las condiciones en que hemos permitido en que caigan ellos.

Por eso es tan importante que este apoyo se entregue bien y con eficiencia, como lo está logrando Anilú en Veracruz.

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