No puedo decir que en algún momento, porque no existía el tiempo. No puedo decir que en algún lugar, porque no existía el espacio. Solo puedo decir que cuando la nada era todo, hubo una gran explosión que proyectó millones y millones de partículas por todos lados y de esa dispersión nació el universo. Electrones, positrones, mesones, bariones, neutrinos, fotones y muchísimas otras partículas se disgregaron por un cosmos virginal, recién nacido, que ahora nos contiene y nos sorprende. Entre todos esos elementos primigenios, tres coincidieron en donde habría de estar el tercer planeta del que sería, millones de siglos después, el sistema planetario solar. El lugar preciso de ese planeta azul al que llegaron se llama Xalapa, la capital del estado mexicano Veracruz.

Pero tuvieron que pasar 13 800 millones de años para que esas partículas se encontraran, para entonces cada una tenía una forma, un nombre, una vocación y muchos sueños acumulados. Sus nombres terrícolas son: Juan Carlos Sardaneta, Matías Rozat y Odguer Hernández. Se conocieron en ese territorio de la vida que se llama adolescencia y los unió una pasión común, la música, oficio que ejercieron juntos sin más motivo ni expectativa que intercambiar anhelos, imbricar sus ideas sobre el mundo y sobre la vida y trasladarlas al lenguaje del sonido puro, exento de palabras.

Después de un tiempo, cada uno tomó su rumbo: Juan Carlos, el bajista, siguió explorando el camino sonoro, estudió la Licenciatura en Jazz en la Universidad Veracruzana. Matías, el baterista, optó por el diseño industrial y Odguer, el guitarrista, se convirtió en paladín del paladar, estudió gastronomía y emigró a Noruega.

Sistema Sonar (Foto, Héctor Nachón Acosta)
Sistema Sonar (Foto, Héctor Nachón Acosta)

Pero el destino estaba escrito y no pudieron eludirlo. Hace cuatro años, tras el retorno del chef, se reencontraron y redescubrieron que su misión común era sonar y sonaron nuevamente, y volvieron a hacer del rock el instrumento para inventar nuevos universos.

Así nació Sistema Sonar, la banda xalapeña de rock instrumental que ha esparcido sus sonoridades en diversos escenarios del país y en festivales tan renombrados como la Cumbre Tajín, en la que se presentaron en la primavera de este año. La constancia de su actividad y la calidad de su propuesta les permitieron obtener, primero, la beca Berklee Latino para cursar un seminario que se desarrolló en la Ciudad de México y, posteriormente, la invitación para continuar sus estudios, como becarios, en el campus bostoniano de Berklee College of Music.

Hace un par de meses lanzaron su primera producción fonográfica, Sol, un álbum en el que suman, en algunos pasajes, la sección de alientos de la banda Guacamole (Adal Pérez, sax tenor; Francisco Galán, trombón, y Roberto Echeverría, trompeta), el violín de Valeria Roa, el piano de Alberto Miranda y las percusiones de Francisco Wilka.

Sol es una especie de retorno a la explosión original, inicia con la pieza Ignición, justo el momento en que se preparaban las condiciones para la big bang, y después emprende un recorrido por los ocho planetas de nuestro sistema y tres de sus satélites, el de la tierra (Luna) y dos jupiterianos, Ío y Ganímedes (en el álbum, quizá por un error tipográfico, aparece como Ganémides).

La música de Sistema Sonar es una propuesta en la que el beat y el lenguaje del rock son enriquecidos con los hallazgos de la armonía moderna, la inclusión de rítmicas diversas e improvisaciones que delatan la presencia del jazz, esa cara que no puede ocultar ninguna luna.

solMultiplicidad de relieves, sonoridades sorpresivas, energía que a veces se contiene y otras se desparrama como lava incandescente son algunas de las virtudes que permiten al álbum generar atmósferas tan diversas como las de nuestros planetas vecinos y la del nuestro, tan llena de smog y tan mutilada de ozono. Y en este vecindario sideral transcurre el disco, entre sonoridades en las que se percibe el ADN pinkfloydiano o hendrixiano pero revestido de novedad, agrandado por los influjos de la aldea global digitalizada. Esta amplitud de espectro asegura la socialización generacional de la catarsis pues hace vibrar, de similar manera, a los nostálgicos especímenes de la momiza, a los millennials y a los hijos más pueriles del siglo XXI.

Bajo los rayos de este Sol devenimos esquirlas siderales, fragmentos dispersos que el sonido teletransporta hasta parajes marcianos, venusinos o neptunianos, hasta cráteres de lunas invisibles pero ciertas, hasta rincones del cosmos en los que nos encontramos, nos reconocemos y nos inventamos como notas pautadas en el pentagrama interplanetario, como sílabas reunidas en la voz del universo, como partículas audibles del Sistema Sonar.

Sol es una producción independiente grabada en la Ciudad de México, mezclada en Los Ángeles y masterizada en Nueva York por el sello Toga Records. Rodrigo Galindo es el productor, Ángel Alexis Rodríguez es el responsable de la mezcla y Alan Douches, el artífice del máster. La fotografía es de Héctor Nachón Acosta y el diseño de Ian Pascal.

Las piezas que le dan cuerpo son:

1 Ignición
2 Mercurio
3 Venus
4 Tierra
5 Luna
6 Marte
7 Júpiter
8 Ío
9 Ganémides
10 Saturno
11 Urano
12 Neptuno

Aunque no ha salido la versión física, ya se encuentra en todas las plataformas digitales, no dejen de escucharlo y de comprarlo, entrarán en un viaje rockero y jazztral.

CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER