De la relación entre Iglesia Católica y Estado se han generado textos, a favor y en contra, desde hace siglos. Encuentros y desencuentros, ajustes en constituciones; México e Hispanoamérica son fiel reflejo de la influencia histórica de la religión católica en la construcción o destrucción de un pueblo.

Cuando ha convenido, la postura oficial pide a los religiosos apartarse de la vida política nacional; cuando también ha convenido, los representantes del Estado son llamados al locutorio y se confirma la frase que dice: “del odio al amor hay un sólo paso”.

Muchos presidentes y gobernadores han marcado en su estilo político la relación con autoridades católicas, unos pintando raya, otros con golpes de pecho; a veces rayando en una falta a la Constitución, pisando el concepto de laicismo que debe persistir en un Estado libre y soberano.

Al respecto, cabe aclarar el significado de laico: es un término que proviene de un vocablo latino y que sirve para referirse a aquello que no se encuentra bajo órdenes clericales. De todas formas, es un concepto que puede hacer referencia a cuestiones contradictorias, ya que sirve tanto para hacer referencia a un cristiano que no es miembro del clero pero que lleva una vida creyente como para hablar de una institución que no pertenece a un organismo religioso y que, por tanto, carece de credo.

¿Y qué dice ante esto el principal dirigente de los católicos en el mundo? Curioso resulta que reconoce en los laicos cualidades, incluso manifiesta que ejercer el clericalismo, desde cierta perspectiva, no es positivo para la misma Iglesia.

“No es nunca el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben tanto o mejor que nosotros. No es el pastor el que tiene que determinar lo que tienen que decir en los distintos ámbitos los fieles. Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntarnos cómo estamos estimulando y promoviendo la caridad y la fraternidad, el deseo del bien, de la verdad y la justicia, cómo hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones”, esas son las afirmaciones de Mario Bergoglio, el Papa Francisco.

El Pontífice también apunta que  “todos ingresamos a la Iglesia como laicos”, puesto que “el primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo”. Además, “el clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida de que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el pueblo de Dios y no sólo a unos pocos elegidos e iluminados”.

Todo esto es a propósito de apariciones de autoridades eclesiásticas en la vida pública, en las decisiones legislativas; no hagan cosas buenas que parezcan malas ni malas que parezcan buenas. Cuánta razón tenía mi abuelo: “come santos, caga diablos”. Escriba a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas